Capítulo 14

119 11 0
                                    


Capítulo 14

Fingiendo estar enfermo el martes, me quedé en casa y vegeté en el sofá. No podía ir a la escuela. Mirar a Karin y saber que su mejor amiga se encontraba muerta y fingir que no sabía nada. Simplemente no podía hacerlo, todavía.

De vez en cuando, veía la cara de Sakura. Había dos versiones: antes de ayer por la noche y después. Cuando la veía con su hermoso cabello rosa en mis recuerdos, mi pecho dolía, y cuando veía esos ojos inmensamente vacíos, quería llorar.

Y lo hacía.

Mamá no insistió. Por un lado, muy raramente faltaba a la escuela. Y en segundo lugar, parecía mierda. Estar enfermo no quedaba tan lejos de eso. Ella pasó la mayor parte de la mañana mimándome y lo disfruté, necesitando a mi madre más de lo que ella podría saber.

Más tarde, después de que ella subió a su habitación para dormir un poco, Sasuke apareció inesperadamente. Llevando un gorro negro, entró y cerró la puerta detrás de él.

—¿Qué estás haciendo aquí, dattebayou? —era la una de la tarde.

Me tomó de la mano, tirando de mí hacia la sala de estar. —Bonita pijama.

Ignoré eso. —¿No deberías estar en la escuela, teme?

—No deberías estar solo ahora, dobe. —giró la gorra hacia atrás.

—Estoy bien, de veras.

Sasuke me lanzó una mirada sabelotodo. En realidad, era feliz de que él estuviera aquí, porque necesitaba a alguien que supiera lo que estaba pasando en realidad. Todo el día había sido desgarrado violentamente, atrapado por la culpa y la confusión, sacudido por el dolor que no podía comprender.

Sin decir palabra, me llevó hasta el sofá y se recostó, sosteniéndome a su lado. Su brazo fuertemente alrededor de mi cintura era un peso calmante. Manteniendo nuestras voces bajas, hablamos de cosas normales —cosas seguras que no cortaban a través de él o de mí—.

Después de un rato, me volví en sus brazos para que nuestras narices se rozaran. No nos besamos. No había nada sexual pasando entre nosotros. Sólo nos abrazamos el uno al otro y eso fue mucho más íntimo que cualquier cosa que pudiéramos haber hecho. La presencia de Sasuke me aliviaba. En algún momento, nos quedamos dormidos, nuestros alientos mezclándose.

Mamá tuvo que haber bajado en algún punto y nos había visto juntos en el sofá, tal y como estábamos cuando desperté: la cabeza de Sasuke apoyada sobre la mía, mi mano apretando su camisa. Fue el aroma a café lo que me despertó alrededor de las cinco.

De mala gana, me zafé de su abrazo y pasé mis manos por el pelo. Mamá residía en la puerta, una pierna cruzada sobre su tobillo mientras se apoyaba contra el marco. Una taza humeante de café estaba entre sus manos.

Mamá llevaba pijamas de Lucky Charms.

Oh, por Kami. —¿De dónde las sacaste, ttebayou? —pregunté.

—¿Qué? —tomó un sorbo.

—Esas...horrendas pijamas—le dije.

Se encogió de hombros. —Me gustan, ttebane.

—Son lindas —dijo el Uchiha, quitándose el gorro y pasándose su mano por su pelo desordenado. Le di un codazo y él me dio una sonrisa descarada.

—Lo siento, Señora Uzumaki, no fue mi intención quedarme dormido con...

—Está bien —lo desistió—, Naruto no ha estado sintiéndose bien y me alegro que quisieras estar aquí para él, ttebane, sólo espero que no te contagies con lo que tiene.

ÓpaloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora