Había una vez una niña llamada Manuela Cristina, ella amaba la música clásica desde muy pequeña, ella deseaba ser bailarina algún día. Bailaba como un ángel, y no solo bailaba, interpretaba sus sentimientos.
Una semana después (su primer día de clases en la E.P.B.), ella estaba muy contenta, pero a la vez nerviosa. Por primera vez entraría a una escuela profesional, ese era su único sueño, y estaba decidida a realizarlo.
Ella imaginaba que sería igual que en su escuela de ballet (todas sus compañeras mayores que ella), pero al entrar en el salón de ballet, se llevó una sorpresa muy inesperada. Todas sus compañeras tenían su misma edad, ella estaba muy feliz, porque al fin tendría amigas de su tamaño.
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Todas estaban muy emocionadas por la llegada de la niña nueva (Manuela), quien tenía impresionados a todos los profesores, ellas se preguntaban si era tan buena bailando como ellos lo decían o mejor, ya que los profesores eran muy estrictos y para ellos nada era suficiente. Pero esto había cambiado con la llegada de Manuela, por primera vez decían que una de sus estudiantes tenía talento.
Ella no lo podía creer, para ella habían muchas bailarinas mejores y con más talento del que ella tenía, pero los profesores no pensaban lo mismo, para ellos, ella era la más talentosa que conocían (y conocían a demasiadas bailarinas).
Al momento de comenzar la clase, la profesora les comento que en 2 años seria la competencia nacional, Manuela recordó que la profesora de su otra escuela de ballet lo había mencionado, pero como iba a competir en las 2 escuelas (se preguntaba Manuela), pero pensó que era muy probable que la eligieran en una sola, así que no sería un problema.
La profesora dijo que cada una debería bailar una coreografía, para poder determinar su nivel, todas eran nivel 8/10 (muy buen nivel), pero Manuela era 10/10.
Todas sus compañeras se quedaron impresionas y entendieron porque sus profesores decían que era la mejor bailarina que conocían.
Unas semanas después la vida de Manuela comenzó a cambiar, resulto que estar en 2 escuelas de ballet al mismo tiempo no era tan fácil como ella creía, se sentía muy cansada y con demasiado estrés para su edad, con las 2 escuelas de ballet y su escuela normal no podía descansar. Su madre le decía que tenía que abandonar a una de sus escuelas de ballet, pero ella no quería así que debería de esperar hasta las vacaciones (en muy poco tiempo).
La alegría de Manuela por sus 2 escuelas de ballet ya no era la misma, ella seguía amando el ballet, solo que el cansancio no la dejaba disfrutarlo.
Sus profesores comenzaron a notarlo, y se preguntaban si hacían que Manuela se esforzara demasiado. Entre todos los profesores, decidieron darle una semana más de vacaciones para que descansara y se recuperara, con la condición de que al volver de sus vacaciones seria la misma niña talentosa que ellos conocieron en aquella competencia.
