Capítulo 18 - Un beso de inspiración

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Al llegar a casa, le quité a Kerberos su arnés y fui hasta mi cuarto para cambiarme de ropa

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Al llegar a casa, le quité a Kerberos su arnés y fui hasta mi cuarto para cambiarme de ropa. Regresé a la sala y me senté en el mueble, siendo recibido por mi perro que colocó su cabeza sobre mi pierna. Un trueno a lo lejos me avisó que una tormenta se aproximaba, quizás por eso Kerberos estaba tan inquieto. Suspirando, me dirigí al balcón y sentí la brisa fría en mi rostro. Pronto caería la lluvia.

Cerré las puertas corredizas y encendí la calefacción. El frío seguía sin gustarme y menos ahora...

—Quizás un buen chocolate caliente ayude.

Busqué todo lo necesario y cuando estaba por hacerlo, el timbre sonó. Eso era extraño, no esperaba visitas y mis vecinos eran bastante herméticos, al igual que yo. Dejé las cosas en la encimera y me acerqué a la puerta a paso lento. El único que se me ocurría que podría venir era el vigilante para avisarme alguna cosa o entregarme un paquete.

—¿Quién es? —pregunté pegando mi oreja a la puerta.

—Soy Sakura. Necesito hablar contigo, Shaoran.

¡Mierda! ¿Sakura me había seguido hasta aquí? Esto no era bueno, nada bueno. No podía dejarla pasar... no confiaba en mí mismo y como prueba de eso, mis manos estaban temblando y apretaban el pomo de la puerta con fuerza ¡Mi maldito cuerpo me estaba traicionando! Estaba deseoso por abrir la maldita puerta y abrazarla, pero eso solo complicaría las cosas.

—¡No seas idiota, Shaoran! ¡Abre de una buena vez! —me gritó—. ¡Maldición! ¡Hazlo, aunque sea por educación!

De un tirón, mis manos abrieron la puerta al escucharla maldecir. El frío entró de nuevo a mi casa y me di cuenta que estaba lloviendo al escuchar las gotas de agua caer. Esto no podía empeorar...

—¿Qué es lo que quieres? —pregunté molesto.

—Solo quiero hablar contigo. —Su voz me decía que estaba a punto de desmoronarse en mi puerta.

Maldición. No podía hacerlo, no podía dejarla ir así.

«Sí debes hacerlo Shaoran, por su bien debes hacerlo ¡Recuérdalo!»

—Vuelve a casa... Kinomoto.

Decir su apellido, en vez de su nombre, era como intentar tragar arena. Insípido, áspero y ahogante. Diablos, si no se iba ahora iba a terminar cediendo.

—¡No te estoy pidiendo que respondas a mis sentimientos! Solo quiero que hablemos ¿Es muy difícil de entender eso, Shaoran? —No respondí... ¿Cómo diablos iba a responder a eso? ¿Qué podía decirle? ¡Para mi si era difícil hablar con ella! —. ¡Si quieres vuelve a cerrar la maldita puerta! ¡No me moveré de aquí hasta que hablemos como es debido! ¡Aun si me enfermo por estar mojada y por estar pasando frío aquí afuera!

Mojada. Solo a Sakura se le ocurriría venir hasta aquí bajo esa lluvia torrencial. Eso fue lo que me hizo terminar por ceder. Sí, era un maldito debilucho, pero no podía dejarla en el pasillo pasando frío.

La luz que me guía en la oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora