Desde aquel maldito accidente, había caminado en la total oscuridad por la vida, buscando algo que le diera sentido y cuando menos lo esperaba, un "choque" con el destino trajo hasta mí la razón para seguir adelante. Sí, vivo en la total oscuridad...
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Al día siguiente, pude estar con Sakura de nuevo, pero al preguntarle si había hablado con su padre de nosotros, respondió que no. No dudaba de ella y tampoco deseaba presionarla, pero de verdad quería hacer lo correcto, ganarme su confianza para que supieran que ella estaba a salvo conmigo. Ya entrada la noche, justamente cuando estaba cocinando, Sakura me llamó para decirme que su padre había estado de acuerdo en que fuera a su casa a cenar el sábado.
—Estoy feliz... pero me preocupa un poco que mi padre estuviera muy serio.
—Es normal, ninfa. Eres su hija y los padres son celosos... yo lo sería.
—Siempre he pensado que serás un gran padre...
Ese pequeño comentario me hizo sonrojar, pero también me hizo sentir una calidez enorme porque ella me había proyectado a futuro... Maldición, estaba jodido.
—Se cuán importante son para ti, por eso insistí en esto. Quiero que confíen en mí y sepan que estás segura cuando estás conmigo. Además, ya eres mía, ninfa. Nadie podrá separarnos, ni siquiera tu hermano.
—Shaoran... ahora soy yo quien te diré que estas matándome...
Sakura era única y especial. Podía enternecer mi corazón con su inocencia y dulzura, pero también era capaz de llevarme al borde de la locura y encenderme con una sensualidad tan natural que me hacía perder toda noción de mí mismo. Probablemente, ella no era consciente de esto, pero eso lo hacía más apasionante para mí.
Los días pasaron y por fin el sábado llegó. Ya había perdido la cuenta de las llamadas y mensajes de Sakura, preguntándome si estaba seguro de esto y la respuesta siempre era "Sí". Era obvio que jamás había llevado un novio a casa... aunque el único "novio" que había tenido era el imbécil que gracias a Dios no se había atrevido a molestarla de nuevo.
Al llegar a su casa, el taxista muy amablemente me condujo hasta la entrada de su hogar y hasta insistió en no cobrarme, pero obviamente rechacé su ofrecimiento y le pedí que registrara su número en mi celular para llamarlo más tarde y viniera por mí. El hombre me había caído bien y contaba historias muy interesantes acerca de su viaje de mochilero por Europa.
Bien, había llegado la hora. Extendí mi mano hacia el frente y toqué el timbre, no pasó mucho tiempo para que la puerta se abriera y el aroma delicioso de Sakura se filtró por mi nariz. No decía nada, pero sabía que me estaba observando, haciendo que mi ego subiera a niveles incalculables. No me consideraba un hombre especialmente atractivo, pero era agradable saber que la chica que me gustaba me devoraba con la mirada.
—Ahm... sé que estas allí, ninfa, pero necesito una confirmación —dije sonriendo.
—Lo... lo siento —Adoraba escuchar esos pequeños tartamudeos y saber que yo era el responsable de ellos—. Pasa, por favor.