Capítulo 7 - Un paso más cerca de ti

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Me quedé callado más tiempo del adecuado. Tenía tiempo que no escuchaba su voz y no era porque nos lleváramos mal, sino que mi madre era... alguien muy especial y generalmente terminábamos discutiendo.

—Madre, me alegra escucharla —dije por fin, tratando de sobrepasar la sorpresa por su llamada.

Tenía tiempo sin hablar contigo. Por eso me he tomado la tarea de llamarte yo —me reprendió.

—Lo lamento, madre. Intentaré llamarla más seguido.

Comenzó a preguntarme, o más bien, a interrogarme acerca de mi vida en Japón mientras yo respondía con frases cortas y puntuales. Ella nunca estuvo de acuerdo con mi decisión de apartarme de su lado, más en mi situación, y por eso aun no perdía las esperanzas de verme regresar a Hong Kong para ocupar mi puesto como el presidente de las compañías de mi familia, cosa que me recordaba cada vez que llamaba y por lo visto, esta vez no sería diferente.

Debes entender que es tu deber hacerte cargo de las empresas, hijo.

—Es algo que no está en mis planes, madre. No insista —le dije, masajeando el puente de mi nariz.

Necesito que vengas próximamente a Hong Kong —dijo, ignorando mi negativa—. Quiero presentarte a alguien especial.

«Esto no me gusta nada»

—¿De quién se trata?

¿Recuerdas a la hija del señor Tao? —dijo en tono risueño... y mi madre jamás usaba un tono así—. Estudiaron juntos en la preparatoria.

—Sí... la recuerdo.

El señor Tao y yo hemos estado conversando y nos gustaría que vinieras a Hong Kong para concertar una cita entre ustedes. Si las cosas se dan bien, podríamos organizar un compromiso que beneficiaría a ambas familias.

Y hasta allí llegó mi paciencia.

—¿Qué diablos?

¡Li Xiao Lang! Cuida tu lenguaje.

«Como si fuera a controlar lo que mi boca dice cuando usted me está buscando esposa» pensé molesto.

—No iré.

No es algo que está en discusión, hijo —dijo con seriedad—. El consejo de ancianos coincidió en que Tao Lin es la mujer indicada para ti y que, después de la boda, podrás tomar tu lugar como presidente de la compañía.

—¡Dije que no, madre! ¡No puede obligarme a eso! —grité.

Por cosas como esta no me agradaba llamarla. Mi madre siempre buscaba la forma de controlar mi vida. Sus intenciones no eran malas, eso ya lo sabía, pero yo vivía mi vida como mejor me pareciera, ya era un hombre independiente y ella debía aceptarlo.

La luz que me guía en la oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora