Estaba más que molesta, primero Diego no tenía derecho a hablarme así, sé que yo lo había molestado demasiado, pero nunca llegue a faltarle el respeto. Esa había sido la paga por pasar mi tarde cuidando a sus hermanos. Era un malagradecido.
Y en segunda, Mi madre que solo para que no la carcoma el remordimiento, una vez al año finge que le intereso, y esta vez no pudo ser más inoportuna.
Sábado en la tarde. Mi madre había intentado arreglar las cosas conmigo. Pero cada vez que trataba de hablar era interrumpida por su estúpido celular. Así que una vez más me puse de pie y subí a mi habitación dejando las cosas aun peor, Claro si es posible que nuestra relación madre-hija empeore.
Domingo en la Noche. Estaba prácticamente tirada en mi cama, tal y como me la había pasado todo el fin de semana. No tenía ganas de nada. Era más el enojo que traía por dentro que las ganas de salir siquiera por un vaso con agua.
Extrañaba a Daniel... él era quien me hacía olvidar todos los problemas con mi "familia" y qué decir de Luis el no solo me ayudaba a distraerme, también me escuchaba y trataba de ayudarme con todo lo que pudiera. Pero ahora él estaba con Tamara... y Daniel con Débora. Lo que da como resultado: Yonhary más sola que una escuela en domingo.
-Maldita sea- hable yo sola al despertarme y llevarme la para nada grata sorpresa de que a mi despertador no le habían dado ganas de despertarme. Ahora seguramente no llegaría a tiempo para la primera clase. Tome algo ''sencillo'' no tenía la mínima intención de arreglarme.
Abrí mi casillero, saque un par de libros de mi bolsa para intercambiarlos por otro par que estaban en las repisas ya me había perdido la primer clase así que no los necesitaría más.
- ¿Que tratas de demostrar?- una voz masculina me sorprendió, ya que según yo los pasillos estaban vacíos. Lo ignore olímpicamente y de un golpe cerré la puerta verde del casillero. - ¿Es por lo que te dije sobre tus "estúpidos vestidos rosas"?- pregunto burlonamente pero a mí no me causaba ni la más mínima gracia.
-En primera...- suspire -No intento demostrar nada y mucho menos a ti- dije claramente.
- ¿Y ahora por qué tan ruda conmigo?- se acercó a mi intentando ponerme nerviosa, sin duda alguna no sabía con quién estaba tratando, en segundos podía cambiar la situación.
-Eres un sínico Diego- dije con repulsión me corrí hacia un lado alejándome de él pero me sujeto por la cintura evitando mi escape.
-Eso no...
- ¿Eso no decía hace unos días?- lo interrumpí completando su frase.
-No- sonrió torcidamente.
-Tienes razón. - Afirme -La verdad me avergüenzo de mi misma por haberte seguido tanto- ¿lo ven? En segundos cambie la situación, ahora el vendría corriendo a mis brazos.
-Pues...
-Ya Diego- nuevamente lo interrumpí -Lo menos que quiero hoy es discutir, di lo que quieras no me interesa ya. - dije con fastidio, era la pura verdad. -Solo déjame en paz. - use las mismas palabras que él había usado conmigo.
Me di la media vuelta pero antes de que pudiera dar un paso, me sujeto fuertemente del brazo -Se le estaba haciendo costumbre estirarme de esa manera- me apego a su cuerpo y su mirada se clavó en la mía.
- ¿Quieres que yo te deje en paz?- rio pesadamente - ¿Cómo? ¿Así como tú me "dejas en paz"?- rodé mis ojos.
-Si Diego si...- arrastre mis palabras con un toque de ironía y sarcasmo, más que nada para tratar de terminar con esto. Una
Mano se posó en mi mejilla y en cuestión de segundos sus labios chocaron con los míos.
- ¡Que te sucede!- le reclame empujándolo, me miraba atónito. Seguramente el aseguraba que le respondería de una mejor manera. Acomode mi bolsa en mi hombro para alejarme de él lo más pronto posible.
Había decidido renunciar a la apuesta, pero después de esto... merecía venganza. Diego me las pagaría todas.
Con rápidos pasos salí del edificio, caminaba entre los jardines del campus hasta que me di cuenta de que ya me había alejado lo suficiente. Me detuve frente un enorme árbol, lance mi bolsa en el césped para después dejarme caer a un lado de esta. Doble mis rodillas apegando mis piernas a mi cuerpo, abrace estas y oculte mi rostro entre mis brazos.
-Escucha...
- ¡Que Diego!- alargue molesta. ¡Cómo me había encontrado! - ¡Ya! Tú me quieres lejos de ti y ahora yo también te quiero lejos de mí, todos felices ¿Recuerdas? "¿Por qué no nos haces felices a los tres?"- enuncie las palabras que me había dicho días atrás cuando pidió que siguiera a otro chico del colegio.
- ¡Escúchame!- dijo exaltado. Levante mi mirada y lo vi sentarse a un lado de mi recargándose en el enorme tronco del frondoso árbol. - Y-Yo lo siento. -
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•La Jugada del Destino• [[TERMINADA]]
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