Capitulo 18

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Se acerca el verdadera guerra. Una lucha entre divinos y seres demoniacos.

Para Hinata, no será fácil. Deberá enfrentarse a un terrible enemigo. Un demonio en cuerpo de mujer.

Y su nombre; Konan.
Alias; Ángel.

El levantó la vista, la contemplo y sonrió.

—Estás arrebatadora, así, despeinada después de una noche de sexo.

—Estoy segura de que mi aspecto es desastroso —dijo ella.

—Eso es imposible. No ha habido día en que no te encuentres exquisita.

Naruto rodeó la cama, le quitó el vestido de las manos y lo tiró al suelo. Luego la beso en la punta de la nariz.

—Tampoco había planeado la visita de esta mañana –se acercó al armario, terminó de ponerse la ropa— Mantén la cama caliente y espérame.

—Es mejor que sepas que yo no pienso dejar que me des órdenes.

—Como quieras, amor.

Recorrió el cuerpo semidesnudo de Hinata con una afectuosa mirada, antes de cerrar la puerta y cruzar el pasillo. Aunque no le sorprendía que los hubieran descubierto, lo decepcionaba.

Naruto entró en la sala.

—Kiba, tú don de la imprudencia deja mucho que desear. Tengo que decirte que, por desgracia, sobras.

Kiba paseaba por delante de la chimenea con las manos jugueteando entre ellas.

—Me he quedado marcado de por vida —se quejó el chico.

—Podrías haber llamado.

—La puerta estaba abierta.

—Tú siempre te la pasas molestando a las chicas, no se de que te quejas.

Kiba se estremeció.
—Pero no he llegado a...

—¿Eres virgen aun? —Naruto lo miro con los ojos abiertos, y una mueca divertida se formó en su rostro.

—Oye, pedazo de...—gruño Kiba— Por supuesto que no. Es solo que ustedes acaban de tener relaciones y no has muerto.

Naruto espero durante unos segundos. Decía la verdad. Si Kiba hubiera mentido ya habría saltado de dolor con sus choques eléctricos.

La maldición de no poder mentir nunca.

—Bueno, es absurdo discutir el tema, no deberías estar aquí.

—Naruto, eso es grave. Ustedes nunca debieron haber tenido sexo —Kiba se detuvo y lo fulminó con la mirada—. Después de la pataleta de todos, supuse que no pasaría. Todos creíamos eso. Vine a asegurarme de que alguno de los dos estuviera bien.

Naruto se pasó las manos por sus rizos despeinados. No podía culparle por haberse preocupado.

—Ella les aviso. Aunque supongo que yo debería de haber hecho lo mismo.

|Frenesí|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora