Capítulo 13

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—Sí es lo bastante bueno para Sai, también lo es para mí.

Ino le guiñó un ojo mientras, resoplando, sacaba otro buen montón de libros de una caja. A su alrededor había formado un círculo que le llegaba casi por la cabeza.

Pucky, la gata de Ino, zigzagueaba entre las torres de libros a la caza de una rata. Ino había hecho una excepción a la regla que prohibía meter animales domésticos en la casa de los Hyuga, porque el lugar estaba repleto de libros pero vacío de gente. Sólo un idiota pasaría por la biblioteca de aquella casa. Un idiota o alguien con necesidad de distraerse, alguien que no se hablaba con su chica, a quien su chica no le hablaba y que ni siquiera sabía si seguía teniendo una novia... alguien que de todo eso se había enterado en los dos días más largo de su vida.

Él seguía sin hablar con Hinata, se decía que estaba demasiado furioso, pero era una de esas mentiras que uno se dice cuando quiere convencerse de que está haciendo lo correcto. Lo cierto era que no habría sabido que decirle. No quería hacerle preguntas porque temía las respuestas. Además, no había sido él quien había salido huyendo con un chico que apenas recordaba. O que tal vez, ya habría recordado. 

—Es el caos. El sistema decimal de Roran es una burla. Ni siquiera encuentro un almanaque sobre la historia de la trayectoria de los sacerdotes y demonios.

Una voz se oía entre los libros. Naruto se llevo una sorpresa.

—Mira, Hotaru...

Ino, que estaba examinando la encuadernación de algunos libros, sonrió. A Naruto le resultaba difícil creer que tuviera edad suficiente para creerse su madre. Pero Ino tenía la edad maxima para ser una maestra en lo que se refiere a la historia de la creacion.

—Ino, no estamos en 1876. Los tiempos cambian. —Era una muchacha con acento extraño. O eso le pareció, porque sólo había oído esa forma de hablar en lugares muy lejanos.

—Como el sistema decimal de Roran. Veintidós veces para ser exactos.

Ino colocó un libro suelto en el estante.

—¿Y qué hay de la Biblioteca central? —preguntó la muchacha con exasperación.

—Ya veremos dentro de cien años.

—¿La clasificación Decimal Universal? —Ahora con irritación.

—Estamos en Roran, no en otro lado.

—Y, ¿el sistema de Konoha demons?

—En ese instituto no hablan Osco, Hotaru.

Una chica rubia y larguirucha asomó la cabeza al otro lado de las estanterías.

—Eso no es verdad, Yamanaka. Al menos, no en las vacaciones de verano.

—¿Tú hablas Osco? —intervino Naruto sin poder contenerse.

Cuando Ino le mencionó a la investigadora que la ayudaba en el verano, no le dijo que se trataba de una versión más joven de ella misma. Salvo por su cabello color miel, la piel pálida y su acento, Ino y aquella chica eran como hermana mayor y hermana menor. A primera vista incluso, la chica tenía un vago grado de Inodad, cualidad difícil de describir pero imposible de encontrar en ninguna otra mujer del pueblo.

Hotaru lo miró.

—¿Tú no? —dijo, y le dio con el codo—. Era una broma. En mi opinión, sin embargo, en esta ciudad la gente ni siquiera habla bien el Osco. —Le sonrió y le ofreció la mano. Era alta, pero no tanto como él. Lo miró con la misma confianza cómo si ya fuéran grandes amigos—. Hotaru Tsuchigumo. Hoti, para los amigos. Tú debes ser Naruto Uzumaki, algo que, en realidad me cuesta creer. Por como habla de ti Ino, yo esperaba encontrarme un caballero con espada o un soldado con bayoneta.

|Frenesí|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora