Capítulo 9

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Estaba tumbada en la cama, mirando hacia la ventana. La luz de la luna se derramaba dentro, lo cual era un fastidio porque no la dejaba dormir, cuando lo único que quería era que ese día se terminara de una vez.

—Hinata —escuchó que alguien la llamaba. Su voz sonaba tan baja que apenas pudo oírla.

¿Quien podría ser? Miró hacia la ventana. Estaba cerrada, se había asegurado de ello.

—Hinata, ven.

El corazón comenzo a latirle con fuerza. La voz era más fuerte, y estaba segura de quién se trataba. Su voz era familiar. Cerró los ojos. El cerrojo de la ventana traqueteó.

—Déjame entrar.

Los postigos de madera se abrieron de golpe. Hinata habría supuesto que era el viento, pero ni siquiera soplaba una ligera brisa. Saltó de la cama y miró hacia fuera.

Naruto estaba de pie en el césped que había delante de la casa en ropa de salir. Le iba a dar un ataque al corazón.

Sus ojos azules practicamente brillaban como faros en la oscuridad. Estaban fijos en ella, pero esa no fue la razón por la que se le quedo mirando como boba sin decir nada más.

Primero un ataque y luego una apoplejía.

—Baja o subo yo —le gritó él, con una sonrisa burlona en el rostro.

—¿Q-Qué haces aquí? —gritó desde la ventana.

Naruto vaciló, miró a su alrededor y luego sacudió la cabeza. Cómo si quisiera desechar cualquier respuesta clara.

—Voy a subir —decidió.

Hinata no entendía por qué simplemente no entraba por la puerta de la casa. ¿Era su casa, o no?, ¿que lo llevaba a comportarse tan misterioso? Además, ¿que hacia él ahí? Lo había visto irse con Sara, y ahora volviá de nuevo a ella.

Naruto subió por el enrejado y se sento en el primer escalón que había en la ventana del lado este. Hinata se había puesto unos chaqueta, comenzaba a hacer demasiado frío. El chico se acomodó en el escalón y alzó la mirada hacia la pintura blanca que se desprendía de la pared.

—Estuve a punto de colarme por la ventana, pero me dio demasiado miedo hacerlo. —A la luz de la luna, los rasgos finos de su rostro se acentúaban aún más—. No sabes lo que me costo escaparme de Sara —se estaba quitando de la muñeca lo que parecía un grillete de plata, y Hinata se dio cuenta de que esta vez sí que iba a contarle algo—. Realmente no sé cómo empezar. Nunca he contado nada de esto antes, así que no sé qué pasará.

Hinata se revolvió el pelo despeinado con una mano.
—Me puedes contar lo que sea. Yo ya sé lo que es tener una vida en la que todo parece una carcel.

—Tú crees que sabes el significado de la palabra carcel y no tienes ni idea.

Inhaló una gran bocanada de aire. Fuera lo que fuera a decir, le estaba costando mucho. Parecía estar debatiéndose para encontrar las palabras adecuadas.

—El llevar este collar es una sentencia de por vida. Hago lo que me piden los superiores, y no puedo desobedecer. Se supone que esta cosa, este pequeño diamente —continuó, sacandose el collar de la camisa y mostrandoselo–, ayuda a controlarme. Permite que pueda usar los poderes de forma adecuada y me da la sabiduría de la bestia que llevo dentro. La verdad, se cree que soy un asesino por naturaleza, y no soy humano. Ni siquiera con esta apariencia. No recuerdo hace cuanto lo tengo, pero desde que tengo memoria siempre lo he llevado puesto. He nacido así y no lo puedo evitar. Soy lo que soy.

|Frenesí|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora