Capitulo 22.

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Naruto a la observaba presa del más completo asombro.

Percibía la ternura y el amor de aquella mujer. Ello lo conmovía como jamás habría creído posible.

Sin embargo, todo duro tan poco, ya que un destello aún más brillante que el sol atravesó la habitación.

Sasuke y Naruto miraron inquietos. Hinata percibió una presencia malévola incluso antes de que Naruto se pusiera rígido.

Naruto se puso delante de ella obligándola a quedarse atrás, cuando vieron al apuesto hombre que los observaba desde la chimenea.

Hinata trago saliva cuando vio al hombre  alto y esbelto que los contemplaba a todos como si quisiera matarlos allí mismo.

—¡Bastardo engreído! —masculló el recién llegado—. ¡Como te has atrevido a ingresar al inframundo sin mi permiso!

Al instante, Kiba y Sasuke comprendieron de que se trataba de Hidan.

—¡Déjalo, Hidan! —le contestó Sasuke con una nota de advertencia en la voz—. ¡No puedes venir hasta aquí y pisar tierra santa!

Hidan resopló.

—¿Crees que puedes darme órdenes, incubo? ¿Quien te crees que eres, aberrante creación?

Sasuke sonrió con malicia.

—Soy Sasuke Uchiha, del clan más poderoso de todos, hijo del Hades. Mis conocidos enemigos, me conocen como el último de los Uchihas. Y tu, pedazo de loco, eres un conocido demonio menor que no significa nada para nosotros y al que el Hades apenas tomó en cuenta.

La ira transfiguró el rostro de Hidan.

—Es hora de que ustedes aprendan cuál es su lugar, socio. Se burlaron de mi por muchos años, pero el mismo Hades me ha dado el poder de destriparlos en cuanto me plazca y así asegurar mi inmortalidad. Ahora yo les quitaré lo que más les importa. No permitiré que se burlen así de padre.

Naruto se arrojó sobre Hidan, pero ya era demasiado tarde. El demonio había desaparecido y se había llevado consigo a Hinata.

En un abrir y cerrar de ojos, Hinata paso de estar vestida a encontrarse tumbada en el lecho circular de una estancia que le recordaba a un haren. Su cuerpo estaba cubierto por una pieza de seda de color rojo intenso, tan liviana y suave que se deslizaba sobre su piel como si fuera agua.

Intento moverse, pero no pudo. Aterrada, abrió la boca para chillar.

—No te molestes, inmunda santa —le recomendó Hidan  cuando se acercó al lecho. Recorrió su cuerpo con una mirada hambrienta antes de subir a la cama y colocarse de rodillas a su lado—. No puedes hacer nada a menos que yo lo desee. —le pasó un largo y frío dedo por la mejilla, como si quisiera comprobar la textura de su piel y la calidez de su piel—. Entiendo por que te desea Naruto. Tienes fuego en la mirada. Inteligencia. Valor. Es una pena que no naciste en nuestro época y nuestro mundo. Podrías haberme proporcionado innumerables campeones que, liderarían mis ejércitos.

El hombre suspiró mientras bajaba la mano hasta el hueco de la garganta de Hinata.

—Pero así es la vida y así son los caprichos de los Dioses. Supongo que tendré que conformarme con utilizarte hasta que me canse de ti. Si me complaces, tal vez no me coma tus entrañas de una forma tan cruda y Naruto te recupere en ese momento. Siempre y cuando él te siga deseando después de que mis hijos hayan ensanchado tu cuerpo. 

Sus ojos ardían de deseo y Hinata se echó a temblar bajo su escrutinio.

¿Qué era lo que acababa de decir?

|Frenesí|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora