14.

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Jeon Jimin siempre le preguntaba a su madre, luego de terminar un episodio de la telenovela que estaban viendo, el por qué su hermano menor lo aborrecía. A veces lloraba en los brazos de su progenitoria, diciéndole que su corazón no podía soportar verlo ser feliz con los demás y no con él. Sus ojos se llenaban de lágrimas que su madre se encargaba de limpiar, y le dijo que eran muy pequeños como para entenderlo, que cuando crecieran se volverían cercanos y podrían disfrutar de la compañía contraria.

Jimin sabe que su madre tuvo razón. Aún recuerda el sonido de la lluvia cuando estaba releyendo un capítulo de uno de sus libros favoritos aquella tarde. Sus padres habían salido, así que no era necesario echarle seguro a la puerta, pues Jungkook nunca se dignaba a aparecer en su pieza. Aunque ese día, mientras estaba demasiado interesado en lo que ocurría con los personajes principales, su hermano ingresaba con sigilo para descubrirlo con un libro sobre sus piernas.

El mayor no lo nota hasta que Jungkook se aclara la garganta, llamando su atención. Jimin salta en la cama del susto y se sorprende de ver a su hermano parado a mitad de la pieza con una caja roja en sus manos. Parece haber estado llorando pues sus ojos están rojos e hinchados; inmediatamente, y sin pensarlo, corre hasta el menor, dudando en si debería abrazarlo o no.

— H-Hyung...—Jungkook solloza mientras se aferra al cuerpo del más bajo.— Lo siento, yo, en verdad, nunca te he odiado.

La mano de Jimin comienza a temblar de la anticipación porque siempre había querido tocar el cabello de su hermano, ya que era usual ver en las tenelovelas que el amor se podía mostrar de distintos afectos.

Su corazón late, estrujándolo pues era la primera vez que sentía que Jungkook mostraba afecto hacia su persona sin ser obligado por sus padres.

— ¿Jungkookie?

— N-Nunca quise hablarte porque tu siempre tienes la atención de papá, p-pero... —sorbe su nariz, separándose de Jimin y sobando sus ojos con la mano libre. — el otro día hablé con él y dijo que nos amaba por igual. Y yo.. yo te amo, Jimin.

— ¿Me ignorabas todo este tiempo por que querías tener la atención de papá? —Jungkook niega con la cabeza.

— N-No. —se apresura a decir.— Sino que también sueles hablar con mamá sobre las tenelovelas que no me gustan, y yo... yo me siento solo porque nadie me presta atención.

— Pero, ¿y tus amigos?

— Hoseok y Yugyeom son mis mejores amigos, pero no son lo que quiero. —Jimin lo vuelve a abrazar, sosteniendo su cabeza contra su pecho.— Y-Y... a ellos les caes bien, siempre hablan de como quieren conocerte, p-pero... yo no les dejo porque tú eres sólo mío.

El rubio se sorprende de escuchar aquello. Jungkook sigue sollozando, tratando de controlar sus emociones.

— No estoy entendiendo, ¿p-por qué me odias, entonces?

El menor se separa nuevamente, pero mira a su hermano fijamente.

— T-Tú eres bonito y sabes palabras raras, yo no te odio, Hyung. Yo te amo porque siempre me has cuidado a pesar de que te ignoro, pero no podía dejar que conocieras a otras personas y te alejaran de mí. —dice y agrega, sosteniendo la caja entre sus manos.— Hablas con papá, con mamá.. y no conmigo, aunque no te culpo, nunca supe como lidiar con estos sentimientos.

» Pero quiero disculparme y prometo ser el mejor hermano, sé que todo suena muy infantil, pero en verdad que no te odio y solo te ignoraba y molestaba porque era mi forma de evitar que te alejes de mí... cuando hayas obtenido mi atención.

Jungkook le entrega la pequeña caja roja donde habían algunos dulces y un llavero del Capitán América. Esa misma tarde sus padres los encuentran riendo en la sala mientras comparte los caramelos mirando una película, ambos tendidos en el suelo y abrazados. Tuvieron una charla pequeña sobre lo currido. Jimin, en ese tiempo, estaba a punto de cumplir 14 mientras que Jungkook ya había cumplido sus 12 años.

Los señores Jeon no pudieron estar más contentos, pues habían comenzado a contactar con alguna psicóloga que estaba dispuesta a ayudarlos. Pero saber que su menor hijo fue el que dio el primer paso, la hizo sentirse orgullosa.

Jimin no puede olvidar esa tarde, no porque sus rivalidades pudieron quedarse de lado, sino que hubo un clic en su corazón. Jungkook, con todas esas palabras, le hizo sentirse como en las telenovelas que solía ver. Se sentía querido de un forma tan especial que cada palabra dicha fue grabada en su memoria, y cada vez que lo recordaba, las mismas emociones florecían como si fueran la primera vez.

Es lo mismo que siente en su cama, en la oscuridad de su cuarto. Las palabras de un Jungkook de 12 años taladran su memoria, haciéndole revivir la confusión y alegría de porder haber escuchado que el menor no lo odiaba como creía. Pero no puede sonreír, cuando sus lágrimas se deslizan por su rostro, dándole un brillo a su piel.

Lleva más de medio hora sollozando en silencio. Suni se había ido cuando ambos hermanos subieron a sus habitaciones. Jimin se encerró a penas salió de la cocina, corriendo mientras se tropezaba con los escalones, sintiendo su corazón acelerarse de la adrenalina. Escuchaba a su madre llamándolo, pero todo calló cuando azotó su puerta, hundiéndose en las sábanas desordenadas.

Cuando Jungkook lo besó en la cocina, todo se sintió irreal. Sus labios eran finos y moldearon con los suyos desde el primer roce. Su cabeza estaba en el séptimo cielo y por más que quisera pisar la realidad, la burbuja de ese sentimiento inexplicable que lo asfixiaba no lo dejaba flaquear. Él en verdad quería caer para poder darse cuenta que sus labios estaban correspondiendo el beso de su hermano menor.

Se había quedado totalmente paralizado, sus manos no se movían y la respiración se había cortado. Estaba sumergido en una especie de sueño que lo alentaba a no apartarse, pero su razón le gritaba que debía retroceder, que Jungkook era su hermano y no un chico cualquiera con el que podía hacer estas demostraciones de afecto.

No logró reaccionar hasta que la lengua del más alto quiso abrirse entre sus labios. Él lo empujó con tanta fuerza que Jungkook rebotó con la alacena, votando algunos cubiertos al suelo. Las risas en la sala pararon, cada sonido cesó.

Jimin solo podía ver a Jungkook con lágrimas de culpa en sus ojos, pero optó por salir corriendo antes de afrontar la realidad. Porque aun, echado sobre su cama, pensaba que todo había sido un mal sueño; que cuando mañana despertara, el menor lo ignoraría como cada mañana mientras desayunaban.

Pero sí había pasado.

Había provado los labios de Jungkook, los había sentido de una manera tan explícita que le dolía pensar que lo disfrutó.

Pecando al amar ┼ KOOKMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora