Mister Blue Sky

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Días tranquilos, esos hermosos típicos días soleados y con paz absoluta que parecían sólo estar en televisión, eran algo que Jesse McCree había llegado a apreciar demasiado. Su vida siempre había sido un desorden y realmente apreciaba mucho las cosas buenas como esos días tranquilos que ocasionalmente llegaban a su vida.

Cuando llegó a Blackwatch nada cambió en ese aspecto, si acaso los días fueron más escasos, con todo eso de que hacían el trabajo sucio de Overwatch y todo el asunto. Pero no se quejaba, pues apreciaba aún más los días de descanso después.

Aprovechaba los días así, tranquilos y sin misiones, para relajarse y dormir tarde. En especial dormir tarde.
Cosa que su perro no le dejaba hacer en el momento.

- Koda no... basta! Deja de babearme perro necio -Decía con una sonrisa adormilada mientras apartaba al perro de su rostro.
En fin, ya no podría volver a dormir, así que mejor se levantaba de una vez e iba a desayunar. Quizá hasta Koda debía desayunar, aunque rápidamente lo descartó pues ya era algo tarde y Genji siempre le daba de comer temprano.

Así que se sentó en su cama, se estiró y volvió a poner atención en su perro.
El cachorro lo veía con ojos muy inocentes, como si no hubiera hecho nada malo.

- Si no te quisiera ya te hubiera echado de mi cuarto -Dijo riendo suavemente y acarició al cachorro, para después notar algo en el suelo.

Eran pétalos rojos, algo alargados, de alguna flor supuso. En primera instancia eso no le habría extrañado, habían descubierto que Koda era realmente travieso y constantemente estaba destruyendo cosas. Cartones, algunos zapatos o prendas de ropa y alguna que otra rama o vegetación que se encontraba en el jardín. Suerte que en la base se habían encariñado de Koda, si no realmente hubiera tenido problemas con tenerlo en la base.

La cosa es que si, era normal que Koda rompiera cosas y que terminaran en su habitación o en la de Genji, pues esas eran sus dos 'casas'. Pero ya llevaba rato de que empezaba a traerle pétalos rojos, muy de vez en cuando media flor. No entendía como si Koda era capaz de romper una de sus botas, podía traer esos pétalos de quién sabe donde, posiblemente del jardín de Genji, hasta su habitación sin dañarlos demasiado. Lo que si llegaban era bastante babeados.

- Tu madre se va a enfadar si se entera de que dañas su jardín, perro travieso.

Rió suavemente y sopló en la cara del cachorro para molestarlo, a lo que el perro sólo sacudió su cabeza.
A veces podía jurar que ese perro trataba de decirle algo, realmente sentía que era más inteligente de lo que aparentaba. O quizá era solamente que no le hacía caso a él.
Había visto que hacía trucos con Genji y a lo máximo que llegaba él era ordenarse sentarse.

- Koda... la pata -Dijo determinado y extendió su mano, a lo que el perro sólo empezó a morderla- Sí, definitivamente a mi no me haces caso.

Después de eso por fin se levantó de cama y se puso algo de ropa cómoda y salió de su habitación con el pequeño grande cachorro detrás suyo, en dirección al comedor.

En su camino al comedor se detuvo en un pasillo, era como un corredor de luz, pues las paredes eran de vidrio. Se detuvo ahí un momento, para admirar un poco el paisaje.
De nuevo era un día hermoso, había mucho sol y todo se veía verde afuera. No había emergencias, no había misiones, de ruido se oían las conversaciones de la gente a lo lejos, probablemente disfrutando el pacífico día también.

No pudo evitar pensar en los últimos meses y más cuando tenía a su cachorro felíz esperándolo acostado a sus pies.
Desde que se Koda había entrado en su vida y desde que se había disculpado con Genji, sentía que todo había ido mejorando poco a poco.

Lo que me hace sentir humano Donde viven las historias. Descúbrelo ahora