Galletas y leche

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Maia despertó en una pequeña habitación con poca luz, rápidamente se levantó del colchón en el que estaba tirada y salió de dicha habitación, se encontró en una pequeña casa, con una pequeña cocina,una pequeña sala, y dos habitaciones. Intentó salir de dicha casa pero al intentar abrir la puerta, sí, se abrió pero sólo para ver entrando por la misma a su secuestrador, el señor de los helados.

-¿Qué intentabas hacer nena? -dijo el secuestrador-

-¿Quién es usted?¿qué quiere de mí? ¿qué hará conmigo? -dijo Maia nerviosa y asustada retrocediendo-

-Eres mi esposa ahora. Y te quedarás conmigo hasta que yo quiera o hasta que mueras. -dijo el secuestrador en un tono calmado, el cual asustaba a Maia- tienes todo lo que necesitas, querida. Seremos felices.

-¡ESTAS JODIDAMENTE LOCO, DÉJAME SALIR!

-CÁLLATE -Golpea a Maia con tanta fuerza, haciendo que Maia caiga al suelo debido al golpe-

-quédate aquí, iré a hacer las compras.

Salió de dicha casa, Maia, nerviosa y asustada revisó toda la casa, cada rincón buscando una forma de escapar, sin embargo; no encontró ninguna.

Segundos después, su apresor volvió a la casa con una bolsa, la dejó sobre la mesita que había en medio de la cocina y le dijo a Maia:

-Prepara algo de comer con eso.

Salió de la cocina y se dirigió hacia la segunda habitación, habitación en la que vigilaba por la cámara todo lo que Maia hacia cuando no estaba él.

Maia empezó a sacar todo lo que había en la pequeña bolsa. Era una caja de mezcla para galletas, chispas de chocolate, y un litro de leche.

Se dispuso a hacer las galletas, y recordó a la simpática muchacha de la tienda.

-No lo uses tú, dáselo a él cuando pida comer. Y no lo olvides.

Al señor de los helados le entra una llamada, la contesta, y deja de ver lo que Maia hace por un momento, momento suficiente para que Maia mezclara el polvo que le había dado la muchacha de la tienda en la mezcla para galletas de su agresor.

Cuando su agresor finalizó su llamada y volvió a vigilar a Maia. Que en ese momento, estaba ingresando las galletas al horno, minutos después las galletas estuvieron listas. Las sacó, las colocó en un plato y sirvió leche para su secuestrador, dicho hombre salió luego de ver la escena en la cámara. Se sentó a comer lo que su víctima había preparado.

-Saben bien, debo admitir.

Apenas terminó de comer una galleta, cayó al suelo, presionandose el estómago y empezando ad sacar espuma por la boca mientras veía a Maia confundido y aterrorizado.

Maia simplemente se acercó a él, le preguntó:

-¿Te gustan mis galletas, cariño?

Lo pateó fuerte en el estómago,  tomó las llaves de su bolsillo y lo dejó tirado en el piso de "su nido de amor" y huyó.

















"¿Te gustan mis galletas?
Están echas para ti
Con un poco de azúcar
Pero con veneno también..."

Maia [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora