01. ¡Bienvenidos! Están fuera de tiempo.

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Nada más abrir los ojos, Tsunayoshi supo que algo andaba jodidamente mal. Tan jodidamente mal que Hayato parecía consternado, rejuvenecido y malhumorado. Así de jodidos tenían que estar. ¿Estaba muerto? ¿Finalmente Verde y Lal lograron su cometido?

Menudo engorro, por supuesto que no.

Gruñó adolorido e intentó incorporarse, se sentía tres veces más ligero y cinco veces más inadaptado al funcionamiento de su propio corazón.

Observó consternado aquello que lo rodeaba, atrapando a Verde niño a seis pasos de él, conversando amenamente con Fran, quien sostenía una bazooka de llamativo color rojo. Del otro lado, Bianchi conversaba por medio del celular con alguien, Uni se mantenía a su lado, asintiendo o negando ante preguntas hechas de la otra persona a la joven Gokudera.

Sus ojos en Tsuna.

Y, finalmente, frente a él estaba ese Hayato diez años más freco y joven.

Guapo como el sol de verano, jodidamente leal.

—¡Juudaime! —y malditamente ruidoso— ¡¿Está bien?! ¡¿No se ha hecho daño?!

Posiblemente sí.

Recordó los últimos acontecimientos de su vida por un momento, intentando dar explicación a su situación actual y llegó a una única conclusión. ¡¿Quién carajos había confundido la bazooka vetada con la de Lambo?!

Bueno, claramente sus atacantes jamás cometían errores.

Se llevó una mano a la cabeza.

—¿Cuánto tiempo ha pasado...?

La función era la misma.

Sólo cinco minutos de viaje místico interdimencional-saltotemporal.

—Veinte minutos.

¿Quizá duraba más?

—¿Cómo he terminado aquí?

—Creo que yo debo responder a eso —intervino Uni, dando un paso hacia ellos y apartando a Hayato con gentileza y una sonrisa de zorro malicioso que Tsuna se conocía bien de sus años escolares—. Teníamos una cita, Tsuna-san, fui al baño un momento y Fran apareció, disparándole con la bazooka protótipo creada por Verde usando como inspiración aquella bajo el cuidado de los Bovino.

Asintió, despacio y con cuidado.

—¿Qué día es hoy?

—El mismo que recuerda haber vivido —aseguró, sin embargo se inclinó ligeramente hacia él, de manera íntima murmuró—. Diez años atrás.

Simplemente la miró.

Uni retrocedió, otorgándole nuevamente su espacio y aquella sonrisa maligna, que lo seguía incluso en sus pesadillas a media misión, regresó. Los sucesos ocurridos en aquel tiempo, diez años atrás y en esas fechas, bien podrían ser una maldición que su mente preferiría olvidar.

Pero eran las vacaciones que buscaba, estaba seguro de ello.

Asintió, aceptando la ayuda de su mano derecha para levantarse.

—Bien, creo entender. Pronto acabara.

—Si tiene dudas, no titubee y venga a verme —aconsejó de buen humor mientras daba un último sorbo a la bebida de fresas perteneciente al joven—. Tsunayoshi-san, ya hemos pagado la cuenta y Bianchi ha informado a mi tío sobre lo acontecido.

—¿Incluida la cita?

—Absolutamente —asintió divertida—. Nos vemos mañana en la escuela, si me disculpa.

Diez años.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora