Extra I

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No es como si realmente necesitase ver el futuro para saber algo, pero no podía evitar depender un poco de su habilidad sólo para confirmar algunos hechos que, presentía, podrían ocurrir en momentos específicos.

Su error ese día, fue precisamente hacer caso omiso a las advertencia y olvidarse de dar una "miradita" a las cosas que rodeaban el futuro de Tsunayoshi.

Uni ingresó al departamento, no hizo más que eso.

Simplemente metió la llave en la cerradura, abrió la puerta, dio dos pasos dentro, se giró, cerró y seguidamente se dirigió hacia el comedor para dejarse caer pesadamente en uno de los taburetes que rodeaban la barra de desayuno.

Sus brazos se cruzaron frente a sus ojos, impidiendo a su frente hacer contacto brusco y director con la barra en cuestión, salvándola de una lesión leve.

Cerró los ojos, dejando salir un abrumado suspiro y, sin saberlo, se condenó a sí misma a la peor de las torturas.

Permaneció en su posición unos segundos, momentos después se enderezó y comenzó a registrar su bolsa en busca de los apuntes que había estado acumulando en los últimos días. Próximamente, su clase tendría un examen que equivaldría más de un tercio de la nota final y ella, por tontear con un idiota, había perdido la oportunidad de estudiar adecuadamente.

Culpaba de todo a VONSIMIL y sus reuniones clandestinas.

¿Cuántas veces ella, MIL, había insistido en que ir a la cafetería donde trabajaba Hayato era mala idea? ¡Si es que el chico se les ponía de mal humor nada más verlos! Como sea, en realidad valía un poquito la pena.

Sobre todo, porque si la apuesta la hubiera perdido el bastardo de Enma, entonces sería aquella la cafetería donde ELLOS tendrían que trabajar.

Mucho tenía con estar viviendo con Tsunayoshi. ¿Trabajar con él? ¡Si incluso había optado por una universidad diferente!

Suspiró, nuevamente.

No transcurrieron ni diez minutos, cuando Uni escuchó a la desgracia abrir su puerta con un cantarín aviso de su inminente llegada.

Pronto, Tsunayoshi sonrió hacia ella con los ojos brillantes.

—Supuse que estarías aquí durmiendo —comentó el chico, casi dando brinquitos alegres mientras se acercaba a ella—. No lo vas a creer, pero... ¡Tenemos visita!

Uh...

La chica miró hacia el umbral, reconociendo a Reborn y sonriendo hacia él con completa calma. Todas las alarmas existentes en ella, se encendieron. Algo andaba mal, tenía la impresión de que aquella visita era como la aparición de un jinete del apocalipsis.

Aunque, en realidad, tratándose del asesino lo más seguro es que Tsuna debería ser su víctima número uno.

Esa fue la primera alarma ignorada.

—Bienvenido, tío —saludó, sonando todo lo educada y alegre que pudo—. Perdona mi rudeza, pero... En realidad es extraño que hayas venido, pensé que estarías un poco más en Namimori.

—¡Esa es la cuestión! —Tsuna estalló, radiante entre sonrisas y risas— Ha venido por un encargo de mamá.

—Uh... Ya veo.

¿Qué más podría decir? Hace menos de diez horas atrás, Tsunayoshi había despertado con un humor de perros y no había mejorado su estado de ánimo cuando se separaron para irse a sus respectivas universidades. Incluso durante su descanso, mientras Uni se mensajeaba con Enma para estar al día, parecía que la situación sólo iba de mal a peor.

Ella sabía la razón.

Enma sabía la razón.

¡Lambo sabía!

El único que parecía no saber, resultaba el causante de todo.

Hibari Kyoya se estaba llevando "bien" con Adelheid (y con "bien", nos referimos a que ambos tenían un proyecto en pareja pendiente, lo que significaba que estarían juntos todas las tardes por las siguientes dos semanas). Era por eso que su humor no mejoraba, compartiendo clases con Kozato, no había lugar parar errores y estaba totalmente al día con cada movimiento de "la pareja".

¿Para qué demonios estaba tan celoso? Con dieciocho años, Tsunayoshi ya llevaba cerca de tres años siendo en dueño del corazón de aquel demonio y alrededor de dos años desde que Hibari había cedido ante la idea de quererle a su peculiar manera.

Eran un par de tontos demasiado lentos, totalmente irritantes.

Aunque bueno, no es como si Enma fuera mejor ni mucho menos que Uni estuviera emocionalmente preparada para sentir algo por alguien.

De cierto modo, era un poco mejor que ellos... ¡Pero nadie iba a decirle eso!

Reborn suspiró, mirando a su aprendiz con cierto desagrado ante su repentino arrebato de alegría extraordinaria. Parecía ser, no había dudas, Reborn intentaba amargar un poco la vida de Sawada Tsunayoshi, pero no estaba logrando.

Así que se sentía infeliz.

Con una leve sacudida de cabeza y un desganado suspiro, el asesino ingresó finalmente en la cocina y rodeó a Tsunayoshi (golpeándolo de paso), para colocar sobre la barra uno de los paquetes que había estado sosteniendo desde su llegada.

Uni lo miró sólo un momento, sin darle demasiada importancia.

Y esa fue la segunda señal.

—¿Qué es?

—Un pastel —simplificó, sentándose junto a ella mientras la observaba regresar la atención a sus apuntes, ambos ignoraban al radiante Tsuna, quien comenzaba a servir los trozos del mismo—. Escuché que Dame-Tsuna estaba deprimido por culpa de una ave de rapiña así que, aprovechando que quería venir a molestarlo de todos modos, conseguí eso.

—¿Lo compraste en la cafetería...?

—Se lo encargué a una amiga.

Reborn tenía muchas amigas, indudablemente Uni no siguió preguntando, tomando un cubierto y dando un bocado al pastel cuando Tsunayoshi lo colocó frente a ella.

No vio la siniestra sonrisa del tutor.

Tercer strike. ¡Estás fuera!

Antes de que Uni pudiera siquiera pensar en el peculiar sabor del postre, notó que el asesino sacaba una última bolsa, de ella extrajo un peluche y todo el mundo se detuvo.

Tarde, la chica se dio cuenta de lo que estaba sucediendo.

Reborn habló, Tsuna dio una mordida exagerada al pastel y antes de que pasaran unos segundos, todo se sumió en el caos.

El peluche de Sora había hecho aparición, genial...

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⏰ Última actualización: Sep 28, 2019 ⏰

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