06. Porque no todo el tiempo es bueno.

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Cuando sus ojos se volvieron a abrir, todo lo que vio fue una revolución de gente que iba y venía como si se encontrasen en un hospital al cuidado de un paciente gravemente herido. ¿Sinceramente? No se sentía tan amado desde la boda de Tetsuya, cuando se desmayó por culpa del trabajo que se acumulaba por segundo al tiempo en que cada miembro de su familia realizaba su propio ritual, deseosos porque Kusakabe encontrase la máxima felicidad...

Sí, aquel día Haru y Kyoko la pasaron casi tan mal como él.

Como sea.

Su mirada pronto se encontró con un par de ojos verdes que, justo como su versión futura, se encontraban allí, en el único rostro que velaba verdaderamente por sus sueños y que, a pesar de estar claramente irritado, había permanecido en silencio para no perturbar su paz.

Hayato sonrió aliviado, como si en medio de la bruma del sueño de Tsuna, hubiera temido que aquel fuera el final de un mafioso de su calibre.

Correspondió al gesto.

—¿Se encuentra mejor, Juudaime?

—Perfectamente —aseguró, aceptando la ayuda del chico para sentarse—. ¿Qué es todo ese escándalo?

—¿Le molesta?

—Me genera curiosidad.

No parecía convencido, sin embargo se resignó muy pronto a suspirar antes de retirar la cortina que los cubría. Pronto el movimiento se detuvo y Tsunayoshi se vio presa de un montón de ojos que analizaban su rostro con aterrador detalle.

Sasagawa Kyoko, Dokuro Chrome, Yamamoto Takeshi, Kozato Enma, Suzuki Adelheid, Sasagawa Ryohei, Bovino Lambo, el doctor Shamal a quien jamás le preguntó el apellido pero que en cuestión de años se volvería un Gokudera, y el asesino número uno, Reborn, así como Giglio Nero Uni lo miraban.

Atenta, cuidadosa y descaradamente.

No se sentía tan intimidado desde su intento por formalizar su alianza con Vitalhi a los veintiún años... ¡Y Ernest daba putísimo miedo! Ahora que lo pensaba, ese anciano debería retirarse ya. Nono le había mencionado cerca de un mes atrás, que Vitalhi estaba en decadencia, su memoria ya no era tan buena y había pequeños grupos que se estaban formando para darle un "golpe de estado".

Como amigo, Tsuna quería lo mejor para él y, les gustase o no, lo mejor era ceder todo al hijo del hombre. Aunque Fabrizzio no acababa de agradarle...

Volviendo a lo importante, Gokudera se aclaró la garganta.

—Estaban inquietos, pero no podía permitir que nadie más que yo, su mano derecha, permaneciera a su lado mientras se encontraba tan vulnerable —explicó, dedicando a todos una fría mirada antes de sonreír con tranquilidad hacia Tsunayoshi—. Me alegra que haya despertado, Juudaime.

—A mí me sorprende que Reborn te dejase actuar como te diera la gana —confesó desconcertado—. Además, aunque agradezco el gesto, no puedo evitar mencionar que primeramente ha sido Hibari-san quien estuvo a mi lado.

—Bueno...

Casi por error, Sawada esquivó el plumero que fue lanzado en su dirección y frunció el ceño desconcertado cuando su tutor se alzó entre los demás, subiendo a los pies de su cama mientras le dedicaba una mirada de reproche por su comportamiento.

Sólo entonces, observando al niño, el capo recordó su situación y el hecho de que había sido especialmente duro con su mano derecha de corazón tierno lo golpeó.

Abrió los ojos, como recién salido del letargo, y se giró hacia Hayato.

Lucía deprimido.

—Yo... ¡No quise decir eso, sólo...! Sólo ha sido un pensamiento, no... No te lo dije para hacerte sentir mal —balbuceó, confuso sobre cómo tratarlo cuando su convivencia con él los hacía tan cercanos que Gokudera solía burlarse de su sola existencia cuando estaban a solas—. ¡Eres una buena mano derecha! Sé eso y... De verdad aprecio que hayas cuidado de mí, Gokudera-kun, gracias por mantenerte a mi lado. Me alegra que hayas sido el primero al que vi cuando desperté.

Diez años.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora