11. Al mal tiempo, buena cara.

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Si le dieran a elegir...

No.

Así ya se ha empezado antes, ¿no?

Como sea.

Tsuna señaló el izquierdo.

—Si es otoño los colores deberían ser esos —opinó, recibiendo un asentimiento de la presidenta del club de manualidades—. Rojo, naranja y amarillo. ¿No es perfecto? Siento que azul, rosa y el verde es más de...

—Primavera —opinó la chica en cuestión, Serinuma Kae. La presidenta del club de cocina rodó los ojos—, honestamente, Sawamura. ¿En qué estás pensando al siquiera sugerir esos colores?

—¿Originalidad, tal vez? —bufó la susodicha, bajando las muestras que su grupo había hecho— Sinceramente, Serinuma, no me puedo creer que estés de acuerdo con alguien como... Ya sabes, Dame-Tsuna.

El chico rodó los ojos, levantándose del suelo al notar que era llamado al otro lado de la habitación, por nadie más que Adelheid. Tomó del suelo la banda que lo señalaba como miembro del comité disciplinario y casi por casualidad se preguntó cómo le estaría yendo a Kyoya en ese momento.

Se supone que él estaba teniendo una reunión con los delegados de cada clase, uno por uno para no estresarse demasiado, recibiendo informes sobre los arreglos que se harían en cada clase para el día del festival.

Se encontraban a medio mes, Tsunayoshi estaba sorprendido de lo rápido que pasaba el tiempo y se encontraba un poco disgustado de sólo recordar que su decimosexto cumpleaños parecía haber sido olvidado de tal manera que, hasta la fecha, ni siquiera había recibido una sola felicitación.

Había envidiado muchísimo a su otro yo, aquel que gozó de una fiesta sorpresa preparada por nadie más que su maldito amor. Aunque sus celos menguaron cuando Tsuna comentó que mamá y papá (y por ende Sora) no habían podido asistir...

—Te recuerdo que fue ese inútil el que hizo todo esto posible, estúpida.

—¡¿Cómo me has...?!

Las ignoró.

Mirando de reojo cómo todos discutían los arreglos generales del festival, el capo se acercó a la guardiana glaciar. Una vez junto a ella, Adel le indicó que se sentase a su lado y ambos observaron la pantalla de su portátil.

—Necesito tu opinión sobre esto —explicó, dando play al vídeo que había sido enviado a su correo más temprano ese día—. Sé que estamos ocupados, pero me preocupa así que...

No dijo más.

Tampoco hubo necesidad.

Tsuna frunció el ceño mientras las imágenes pasaban, una tras otra. Fotografías suyas en momentos donde debería estar solo, donde estaba seguro de estarlo. Suzuki se llevó una mano a los labios, comenzando a morderse las uñas al ver en una de aquellas fotografías a su jefe.

Enma y Tsuna.

El vídeo culminó con un imagen de ambos en la habitación del décimo, Tsunayoshi leía tranquilo un manga que Kozato había llevado para él, mientras el pelirrojo simplemente lo observaba con el ceño fruncido.

Porque sus sospechas eran cada vez más fuertes y deseaba preguntar.

La fotografía parecía haber sido tomada desde su armario y eso era jodidamente aterrador.

La guardiana lo miró expectante.

Se llevó las manos al rostro.

—¿Cuándo te llegó esto?

Diez años.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora