Capítulo 8

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Él no pronuncia palabra durante unos segundos, creo que había entendido mi dolor y por lo que estaba pasando. Quizás no fuera el mayor dolor, su padre estaba en la cárcel por ser un revolucionario y tratar de sacar la aparente verdad a la luz. 

Estoy unos minutos en  su pecho sin poder evitar sonreís. Las buenas vibras que recibía de su parte eran...

La comodidad y seguridad de sus brazos era incomparable. Cierro un momento los ojos, una oscuridad muy profunda inunda mi mente. Es una oscuridad muy extraña, soy incapaz de abrir los ojos, ni siquiera de mover mi cuerpo. La densa oscuridad me creaba inquietud, inseguridad... 

De repente, sin esperarlo, aparece una chica de pelo azul gritando hacia un foco de luz. 

   —¡Corre! ¡Corre!

Sin entender nada intenté fijarme en la chica, pero imposible. Varías auras negras rondaban a su alrededor, tiraban de su alma con fuerza para llevársela a la oscuridad, pero parecía no inmutarse. 

Ella, esa chica de pelo azul, me genera seguridad, tengo la sensación de conocerla, pero no la he visto en mi vida o al menos no me acuerdo. 

   —Todos merecemos ayuda, además, me recuerda a alguien... —La chica habla con sus demonios. 

Le miro atenta, no quiero que se vaya, estoy cómoda. 

Algo hace que caiga sobre un suelo en esa oscuridad, parezco estar más cerca de ella. Me levanto, el cuerpo me pesa más de lo normal. Pero tengo que alcanzarla y borrar de su cabeza el aura negra que le rodea. Aquello, lo que fuera, que le mantenía sin poder con ella misma. No sabe quien es de verdad, yo tampoco lo sé, pero tengo la necesidad de ayudarla.

¿Cómo voy a ayudarla? No puedo borrar su aura. Tomo fuerza y doy un paso, noto como algo tira de mi cuerpo con el doble de fuerza. Giro la cabeza, unos enormes brazos de oscuridad tiran de mi, quieren llevarme con ellos, quieren que no me despierte, quieren que no llegue a ella. Debo llegar. 

   —Cállate... —Susurra la chica pero retumba en ese lugar. 

Sigo dando pasos costosos, acercándome a ella, pero cada vez es más difícil, no puedo llegar, no tengo fuerza. 

   —¡No soy nadie comparado con tu poder! ¡Sal de aquí! —Grito quedándome sin garganta. 

No me escucha, el aura la consume, no me escuche, no puedo salvarla. 

   —Tú no lo conociste, él no era como los demás —está más sumergida.

No sé lo que puedo hacer... No puedo hacer nada, ella parece tan poderosa y yo un simple ángel encerrado en la oscuridad de... ¿De quién?

   —Tú no estabas allí... ¿Quién eres? 

No me ve, no puede verme, el aura negra sigue envolviéndola, no puedo salvarla. No puedo. Avanzo unos metros hacia ella, pero la oscuridad tira de mi de nuevo, cayéndome de cara al suelo. Me agarro como puedo y me levanto haciendo muy esfuerzo. Esto es imposible.

La chica empieza a cerrar los ojos frente a la luz... No, se la llevan. 

   —¡No te pueden llevar! ¡No pueden, trata de luchar! —Grito para no ser escuchada. 

   —¿Y qué le espera?

No puede oírme, no puede. La oscuridad de su lado desaparece. Caigo al suelo de un golpe, sintiéndome más libre. Me levanto y corro hacia ella. Pero ella está muy lejos es imposible. 

   —¡Oye! ¡Escúchame! ¡Necesitas salir de ahí!

La chica se tira hacia la luz intentando abrazarla. Pero, evidentemente no puede, no es más que luz. 

Edda AdbeloisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora