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El chico tenía pinta de ser simpático, pero aún así no podía fiarme de ellos tan pronto.

El camino se me hizo largo, bueno, largo no, larguísimo. Íbamos en forma de triángulo, ellos dos hablando delante y yo atrás, en silencio. Solo me concentraba en el camino y en el tigre que iba a mi lado.
-Se llama Shiva. La rescaté del zoo en el que trabajaba.
-Pensé que eras un actor - dije mirándole a los ojos mientras se posicionaba a mi lado.
-No, ni mucho menos. Yo trabajaba en el zoo de Atlanta. Cuando esto comenzó me pilló haciendo mi turno de noche. Los muertos entraron y empezaron a comerse a los animales. Ella estaba en su jaula, con una pata rota. Los muertos se acercaban cada vez más a ella y, no sé por qué, pero en sus ojos ví más que mi reflejo, ví miedo. Así que como pude fui hacia ella y cerré las puertas de cristal blindado que cubría su jaula. Y ahí me quedé. Con un tigre, encerrado, en el fin del mundo.
-¿Y por qué te haces llamar "rey"?
-Cuando la esperanza se pierde, la gente necesita algo en lo que creer.
-Y ahí es donde entras tú - finalicé como si fuera lo más obvio del mundo.
-Exacto.
-Pero espera, espera. Me has contado cómo salvaste al tigre, pero, ¿como se ha convertido en un ayudante? ¿Por qué no te atacó cuando te encerraste con ella? - Ezequiel se encogió de hombros.
-Supongo que se dio cuenta de que con una pata rota, no duraría mucho, además, si me hubiese atacado, habría ganado yo; por lo de la pata, obviamente. Eso, o que sabía que le había salvado la vida - se encogió de hombros de nuevo - sinceramente no lo sé, yo mientras no me coma mientras duermo...
-¿¡Qué!? ¿¡Duermes con el tigre en tu habitación!? Dios mío.
-Sí, bueno, al principio tuve un poco de miedo de que me atacase. Pero ahora ya confío plenamente en que no me atacará. Ni a mi, ni a nadie del Reino.

El silencio nos inundó pero el decidió romperlo.
-¿Donde estabas antes de que te encontrase?

El nudo que se formó en mi garganta me obligó a coger aire lo más profundo posible.
-Escapé de otro lugar. Yo... Yo solo molestaba. Ni siquiera pude despedirme.
Ezequiel asintió, como si comprendiera todo lo que decía.
-¿Por qué llevas manga larga con la calor que hace? - preguntó de nuevo. Me encogí de hombros, obviamente que no le iba a decir el por qué.
-Mi rey, siento cortaros vuestra charla pero, ya hemos llegado.

Yo, la cura y tu locura(Carl Grimes) RiggersAwards2019 #Wattys2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora