Ø15

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Las horas pasan lentamente y por cada hora que pasa mi cuarto se llena de sollozos y dolor. La herida de mordida de mi brazo cicatrizaba muy tranquilamente, sabía que este momento llegaría, no me esperaba que fuera tan pronto y que muriera a causa de mi novio. El cual salí a enterrarlo a medida que la noche transcurría. Era de madrugada, seguramente las tres y algo de la mañana y yo seguía llorando aún después de haber enterrado a mi novio hace unas escasas horas. Decidí que dar un paseo por Alexandría despejaría un poco mi mente, así que, ¿por qué no?

Salí por la ventana de mi cuarto procurando hacer el menor ruido posible. Las calles estaban vacías y silenciosas. Llegar a tocar el suelo no me fue complicado ya que sabía escalar bastante bien. Una vez tocado el frío suelo, que por cierto, bajé descalza, empecé a caminar por la comunidad.
La brisa que corría chocaba por mi pálido rostro, como si Alex me estuviera acariciando la mejilla, cosa que solía hacer mucho.

No quería creerme que él había muerto. Por suerte, yo lo haría también. Miré la venda que cubría la mordida, ya que la camiseta de manga corta no la llegaba a tapar y empecé a llorar mientras seguía recorriendo el poblado. Hasta que una voz me sacó de mis pensamientos.
-¿______? - esa voz, ¿que hacía Carl despierto a estas horas? Paré en seco mi caminata y me giré con miedo. Estaba parado, cerca de mi y, asustandome, me abrazó, de nuevo, empecé a llorar en su hombro.
-Lo siento mucho - susurró sin soltarme.

Me separé lentamente y caminamos en silencio hacia nuestra casa. No era un silencio incómodo, simplemente, ninguno tenía nada que decir en ese momento. Me preparé para escalar de nuevo hacia mi habitación cuando él escupió:
-¿Y esa venda?
-¿C-cual? - intenté que mi tono fuera inocente, cosa que al parecer conseguí ya que presionó.
-La que tienes en el brazo - a pesar de la oscuridad, se podía ver su preocupación a kilómetros de distancia.

No le contesté y escalé lo más rápido que pude hacia mi cuarto pero el me siguió y entró conmigo. Me agarró fuertemente de la venda, haciendo que la presión y el calor que generaba su mano sobre esta, sangrara. Yo ahogué un grito de dolor y él, al ver la sangre manchar la venda la soltó rápidamente. Corrí hacia el baño, cerrando la puerta tras de mi, me retiré la venda y la curé, pero antes de poder volver a vendarla escuché detrás mía:
-¿Te han mordido?

M I E R D A

Yo, la cura y tu locura(Carl Grimes) RiggersAwards2019 #Wattys2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora