Ø17

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El horrible sonido de una horda pasando por donde yo me encontraba me hizo estremecerme en el lugar. Los caminantes todavía no pasaban por mi árbol, por lo que se encontrarían a unos metros de este. Unas hojas crujir bajo unos zapatos me hicieron salir de mi trance y sacar el cuchillo de mi cinturón, colocándome así, en posición de defensa.

Escasos segundos faltaron para que, con una respiración agitada se metiera en mi árbol el joven, inútil e hijo de perra de Carl. El chico tenía una fina capa de sudor que cubría su cuerpo, su descomunal cuerpo, el cual se encontraba púlcramente tapado por su típica camisa a cuadros y sus ajustados vaqueros. Los mismo que me volvían jodidamente loca, aunque no me gusta admitirlo.

Narra Carl

Horas y horas de maldita búsqueda por el frondoso bosque tiradas a la basura, tenía que admitirlo, ________ se había ido. Pero, joder, no quería. Una horda lejana me hizo perder los nervios, sus jodidos mascullos no me dejaban pensar en donde mierda se había metido la chica que me dejó en la friendzone (un abrazo a todas desde allí, y otro a las que están aquí conmigo). Eran muchos, bueno no, tal vez un par de docenas, pero yo sólo no podría con ellos, eso seguro. Los altos árboles me hacían silenciosa compañía mientras buscaba donde esconderme. Hasta que vi mi salvación, y al parecer, la de alguien más, ya que se veía una manta cubrir dicho agujero. Entré, prácticamente corriendo silenciosamente ya que los caminantes ya podían verme, cosa que no hicieron, subí la vista con algo de dificultad por lo jodidamente nervioso que estaba por los malditos caminantes. Estaba ahí, de pie mirandome algo aterrada, cosa que cambió al verme. Sostenía un cuchillo dispuesta ha matar a quien entrara, pero al reconocerme comenzó a bajarlo lentamente.

“Besala" decía mi corazón, “no seas idiota, abrazala" decía mi cabeza, “vamos cabrón, hazlo " dijo mi p****. Na, es broma, los penes no hanlan, hablan idiotas. En fin, obviamente le hice caso a mi corazón y a mi cabeza.

Primero la abracé fuerte y ella correspondió, las lágrimas no se tomaron la molestia ni de amenazar con salir, ya que sólo me hizo falta ese abrazo para soltar toda la mierda que sentía. Unos centímetros, tan sólo unos centímetros nos separamos. Pasó sus suaves manos por mi mejilla limpiando las lágrimas que derramaba. Hasta que se cansó de esperar y me besó, como si no lo hubiéramos hecho nunca.

El beso que empezó lento, comenzó a subir de volumen pero lo páramos ahí.
Por nuestro bien. Sonreímos y nos volvimos a abrazar.
-Por fin te encuentro - susurré.

Yo, la cura y tu locura(Carl Grimes) RiggersAwards2019 #Wattys2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora