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El señor tenía cara de simpático, pero a veces, esos son los más peligrosos. Le miré a los ojos y observé como una sonrisa se formaba en su cara. Definitivamente si no iba a matarme, me haría algo peor.

Se acercó a mi tranquilamente y yo, en defensa, me coloqué de pie mientras sacaba el cuchillo de la bota.

Cuando por fin lo cogí, lo levanté en modo de desafío y el hombre río. Levantó las manos lentamente mientras dejaba de avanzar. Dándome a entender que venía en son de paz, mas el tigre rugió y avanzó hacia mi gruñendo.

No iba a mentir, no sólo estaba jodida, sino que también estaba asustada. Aunque bueno, asustada se quedaba corto.

Bajé el cuchillo y retrocedí apenas unos centímetros hasta volver a chocar con el árbol.
-¡Oh venga ya! - grité mientras me giraba y empezaba a golpear con las manos y con el pie que me dolía el árbol - ¿¡Podrías ayudar sabes!? - me giré al hombre y dije - De acuerdo, máteme ya.

El hombre se río a carcajadas y yo fruncí el ceño, ¿que le hacía tanta gracia?

-No te voy a matar, de hecho venía a salvarte.
-Oh, por dios no me mientas, vale que soy una niña pero por dios, idiota no soy.
-No te miento niña, me llamo Ezequiel, soy rey y mi feudo se llama 'El Reino'.
-Que nombre más original - sentencié mientras rodaba los ojos, de nuevo ese tal Ezequiel se río de mi - oye, que yo sepa ya no quedan drogas por aquí entonces, ¿de que mierda te ríes? - esto último pareció alimentar su risa, descubrí que tardaría un rato en dejar de reír así que esperé pacientemente mientras acariciaba a su tigre que, al parecer, era bastante manso.
-Me gusta tu sentido del humor - comentó cuando paró de reír agarrándose la barriga - ven, te lo enseñaré.

¿Que si desconfiaba de este tío? Pues claro, pero no tenía donde ir. Así que no me quedó otra que que seguirle. Mi pie dolía y mi cara empezaba a escocer. Ezequiel pareció darse cuenta de ello y silbó lo suficientemente alto como para que cualquier caminante se acercarse, sin embargo no apareció ninguno, en su defecto apareció un hombre con un par de caballos agarrados por las riendas.
-Mi rey, aquí tiene los caballos para ti y para la dama - dijo extrañamente educado.

Tampoco quise preguntar, quizá me llevarían a un lugar de locos, pero mientras me curen el pie y la cara, me vale.

Me esforcé en ir hacia el caballo, pero mi cojera me delató. El hombre que traía los caballos se bajó del mismo y me cargó y subió al caballo negro que quedaba libre.
-Gracias - susurré y luego de eso les seguí en silencio.

El chico que vino tendría mi edad, quizá llegaría a los 19 años, no lo sé. Era bajito, con el pelo no muy largo y liso, de color marrón castaño y los ojos azules. Casi podía jurar que me recordaba a Carl.

Mierda, tengo que olvidarme ya de él.

Si chicas, he cambiado la portada, ¿que os parece? Es que estaba cansada de ver siempre la misma, ¿os gusta? Comentad y decidme💚💙

Yo, la cura y tu locura(Carl Grimes) RiggersAwards2019 #Wattys2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora