CAPÍTULO 2: EL ATAQUE DE LOS MUERTOS

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¡Pom!¡Pom!¡Pom!¡Pom! Unos fuertes golpes en la puerta de la casa de Prunk lo despiertan. Este se levanta de un salto, coge su espada y su escudo y se acerca a la puerta.

- ¿Quién es?- Pregunta mientras coge el pomo de la puerta dispuesto a abrirla de golpe y atacar si es una amenaza.

- Soy Tarion, cazador y vigilante de la muralla esta noche. Tenemos problemas.

Prunk abre la puerta y observa a Tarion, un cazador de unos veinte nueve años. Está pálido, como si le hubieran chupado la sangre, además hace además muy intensos y no para de agitar los brazos.

- Calma, ¿Qué ocurre?- Pregunta Prunk con calma.

- Será mejor que vengas y lo veas.- Responde Tarion finalmente.

- Está bien, espera que me vista.- Responde Prunk.

Este cierra la puerta y va a su habitación. Allí se pone su cota de mallas, sus botas, sus guanteletes y todo su ropaje. Como tiene el pelo un poco largo decide atárselo a la pare de detrás de su cabeza.

- Ya me extrañaba a mi esta tranquilidad.- Murmura Prunk para sí mismo mientras se ata las botas.- Estos últimos días no ha pasado nada. Empezaba a temer por mis ingresos. No es que quiera peligros para el pueblo, pero un poco de acción de vez en cuando no viene mal. Además probablemente sea una oruga gigante que se ha perdido y busque comida en la ciudad. Son bastantes feas y pueden impresionar, pero no son un enemigo complicado.

Con esa seguridad sale a la calle. Esa es una noche especialmente fría y sin luna. Lo poco que se ve es gracias a las antorchas que hay diseminadas por el pueblo y de las cuales cada noche se encarga alguna persona. Prunk también ha hecho esas guardias y ha cobrado por ello, como todo al que le toque, pero es un trabajo de uvas a peras. A veces ayuda a los trabajadores a cargar materiales y a arrastra carretas. Esa mañana lo había hecho gratis, pero no es lo habitual, pero como ha aprendido de Tarok el enano tabernero, hay que mantener contenta a la clientela, así que a veces hace esos trabajos gratis.

- Venga llévame a la raíz del problema.- Dice Prunk.

El cazador lo lleva en dirección a la muralla. Todo está en silencio excepto unos golpes muy extraños. Conforme se acercan a la muralla, los golpes aumentan en intensidad y se escucha el crujir de la madera. Eso no es normal. Esa madera no debería de crujir de esa manera. Parece que cientos de puños la estén golpeando sin cesar. ¿Pero quién iba a hacer eso? Si quieres derribar una puerta utilizas un ariete o le prendes fuego, no la golpeas con los puños, porque mientras haces eso los guardias te fríen.

Prunk ve como las puertas se doblan por la presión, aunque todavía resistirá, la puerta está cediendo. Sigue al cazador y llega a la parte de arriba de la muralla.

- ¿Por qué no habéis disparado a quien esté haciendo eso?- Pregunta Prunk suponiendo que es algo hostil atacando. Sino simplemente los guardias les hubieran dicho que acamparan fuera y que entraran mañana y no habría más incidentes.

- Sí que lo hemos hecho, pero míralo tú mismo.- Dice el jefe de la guardia de esa noche.

Como está muy oscuro Prunk coge una antorcha y se acerca al borde. Con la luz de la antorcha al principio no sabe exactamente que esta viendo, pero después se da cuenta que son figuras humanoides llenas de flechas clavadas en sus cuerpos, pero que siguen golpeando las puertas sin cesar. Se fija en los ojos vidrioso y sin vida de esos cuerpos y le da un vuelco el corazón, él sabe que son exactamente esas cosas y no las había visto des de hacía años, des de que el Falso rey estaba en el poder. Eran zombis, muertos levantados por el poder de la nigromancia.

- ¡Son zombis!- Grita Prunk.- Mierda avisad a todos los magos, no hay tiempo que perder y despertad a todo el pueblo, esta noche va a ser muy movidita.

EL NEKOMANTEWhere stories live. Discover now