CAPÍTULO 1: EL PUEBLO DE NORG

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- ¡Vamos muchachos!- Grita el capataz.- ¡Estirad! ¡Estirad!

Un grupo de musculosos hombres tiene entre las manos una gruesa cuerda de esparto y está tirando de una carreta a rebosar de diversos materiales, mayormente madera, recogidos en los alrededores del pueblo de Norg. Las venas de los cuellos las tienen hinchadas de la fuerza que hacen y sus caras están mojadas por el sudor a causa del esfuerzo. Para empeorar las cosas una de las ruedas está astillada. Solo les quedan apenas unos cien metros para entrar en el pueblo, pero les está pareciendo kilómetros.

- ¡Vengo con ayuda!

Grita un niño que se acerca corriendo a la carreta. Detrás de él se acerca dando grandes zancadas un hombre, alto y fornido. Este es Prunk, un fuerte guerrero que fue a vivir a Norg hace cuatro años y se dedica a proteger el pueblo de las amenazas comunes, como los Bipedoshiena (unas criaturas que parecen hienas pero caminan a dos patas y tienen unos brazos musculosos) o los gusanos del bosque (que reciben el nombre de Orogans, estas son unas orugas gigantes), eso sí, previo pago.

- No nos hace falta ayuda.- dice el capataz- ¡Largo de aquí!

- Oh venga, déjame ayudar.- Dice Prunk con su amable voz.- No te voy a cobrar, a este paso tardaras horas en llegar.

El capataz manosea la barba y considera que si no va a cobrarle puede que así llegue a casa antes y pueda descansar. El capataz le hace un movimiento afirmativo con la cabeza y Prunk se pone detrás de la carreta y empieza a empujar.

Como si de repente fueran cuesta abajo, la carreta se mueve con facilidad y a los trabajadores que tienen la cuerda ya no les cuesta tirar tanto. Al cabo de un rato, resoplando y sudando, los hombres se echan al suelo para descansar en medio de la plaza donde algunos mozos se apresuran a coger las mercancías y  almacenarlas mientras el capataz hace el inventario con el encargado de controlar los materiales.

Mientras Prunk está riendo observando a los hombres descansar pasa por detrás suyo Zanna, una elfa proveniente de los pueblos del norte, que mira a los humanos con curiosidad pero que prosigue con su camino.

Zanna vino a Norg con una intención, aprender todo lo que pudiera para luego marcharse a otro lugar a aprender más. Norg no era un pueblo muy grande, apenas unos dos mil habitantes, pero albergaba una de las más grandes y prestigiosas bibliotecas de los cuatro reinos. Allí había almacenada en forma de libros mucha sabiduría. De hecho alguien que se consideraba una buena maga, como ella, tenía que estudiar en esa biblioteca. Los saberes más antiguos y profundos estaban allí, al alcance de cualquiera que pidiera leerlos, claro que no todos podían leerlos, ya que muchos estaban escritos en la antigua y desaparecida lengua Oneila, y solo unos pocos eruditos la dominaban y Zanna es una de ellos. Zanna camina en dirección a la azulada biblioteca de cuatro pisos de altura y cuatro sótanos, cuando casi choca con Eledaila.

Eledaila era una joven cazadora de unos 17 años y que aquel día iría con su maestro a cazar su primera presa como miembro del gremio de cazadores. Esta joven humana tenía una puntería que ni los más expertos arqueros tenían. Gracias a su agilidad, reflejos y vista, era capaz de alcanzar objetivos muy difíciles con sus flechas. Se disculpa apresuradamente con Zanna y reanuda su carrera, olvidando por completo el incidente en apenas unos segundos. Corre como el rayo, casi tropieza con uno de los troncos de la carreta que Prunk había ayudado a entrar en el pueblo, pero reacciona a tiempo y lo pasa por encima de un salto.

Prunk se queda mirándola y estalla en una carcajada, después de tanta guerra y muerte le gusta ver a los jóvenes corretear llenos de vida e ilusión. Él a esa edad estaba luchando en el reino de Nievelin, muy al norte de donde está ahora, y había matado a muchos, al fin acabaron con el dictador e instauraron una nueva monarquía, bajo las órdenes de la reina Hielin. Como recompensa el solo pidió irse del reino a vivir una vida pacífica, se había cansado de la sangre y la violencia. Quería vivir en paz, así que se fue al pueblo más alejado de los cuatro reinos y se instaló allí, en Norg. Sí, para él la paz, la brisa fresca y las carcajadas era la mejor recompensa que podía pedir. Dormir sin tener un ojo abierto todas las noches o comer sin temer que ese alimento estuviera envenenado. De todas maneras es un guerrero nato, así que decidió ganarse la vida protegiendo a la ciudad y sus habitantes de los peligros del mundo. A veces acompaña a los cazadores a buscar  sus presas para protegerlos de amenazas grandes, otras veces hace lo mismo pero con los leñadores y así unos detrás de otros. Le gusta su nueva vida.

EL NEKOMANTEWhere stories live. Discover now