Capítulo 23

50 5 4
                                    

Narra Jack

Pasó una hora y yo aún no la había encontrado. Le conté a Tiffany lo ocurrido y tras pegar varias carcajadas y dar algún que otro sollozo, se vistió y se ofreció a ayudarme. Las pastillas de la alergia tenía un efecto bastante extraño en ella, la hacían totalmente bipolar. La verdad es que no quería encontrar a mi chica con ella al lado, podía volver a salir corriendo y no quería eso.

-Tif avísame si la ves pero no te acerques tanto a mi joder- bufé.

-¡Ains! Es que me da miedo el chico de allí- dijo señalando a un vagabundo al que le faltaban algunos dientes y le guiñaba el ojo. Un escalofrío recorrió mi cuerpo.

-Vale, quédate cerca de mi pero no tanto- iba a seguir andando, pero me di cuenta de algo- ¿Pero qué digo? Creo que con tu mala leche y polaridad debería ser él el asustado. 

-¡Jack!- golpeó con su puño mi brazo- Imbécil.

-¡Ai! Dios, compadezco a Owen- reí. 

-¿Puedes dejar de reírte de mi y buscar a tu novia?

-¡Mierda! No me distraigas Tif- bufé.

Seguí mirando por las calles sin éxito. Estaba anocheciendo y empezaba a preocuparme. ¿Y si le había pasado algo? Moví la cabeza en un intento de sacar los pensamientos negativos. Mi prima se había empeñado en ir a una cafetería del centro en la que estaba su chico. Pensareis,¿por que no la llamas? Al estar viviendo juntos no vimos necesario pasarnos los números. Entramos y vi a dos chicos sentados en una mesa, uno de ellos era Álvaro. 

-¡Hey Jack!- dijo el rubio al verme.

-Hola- contesté sin ganas.

-¿Has visto a Anabel ya? Slió corriendo de aquí para ir a buscarte.

-¿QUE?- abrí los ojos como platos.- ¿Sabes donde está? Tengo que encontrarla Álvaro.

-Puedo llamarla- sacó su teléfono- ¿Quieres hablar con ella? 

-Por favor- el asintió y me lo tendió.

Cogí el pequeño aparato  busqué entre contactos. No aparecía ninguna Anabel y él pareció darse cuenta de mi pequeño problema. 

-Oh, está guardada como "sonrisas"- rió.

Vaya, no era el único que se había fijado en su preciosa curva. ¿A quien engaño? Seguro que todos se han fijado. Pulsé el botón y oí como la llamada comenzaba. Un tono...dos..y..

-¿Álvaro? No dejo de dar vueltas y no lo encuentro. Esta oscureciendo y tengo miedo, apenas hay gente en la calle...

-No soy Álvaro- susurré.

-¿Jack?

-Anabel ha sido todo un malentendido, yo jamás te haría eso y...- no me dejó acabar.

- ¡Jack! Cariño soy tan idiota. ¿Como he podido pensar eso? ¿Donde estás?

-En la cafetería del centro con Álvaro, Owen y mi prima.

-¡Genial! Estoy a una calle de allí, no te muevas- colgó.

Narra Anabel

Estaba cerca, muy cerca de él y no lo sabía. Iba a volver a su casa antes de recibir aquella llamada. Aceleré el paso y paré en la puerta de la cafetería. Los nervios y las ganas de verle me comían por dentro. ¿Que le diría a ella? Oye, siento haber pensado que eras una zorra, ¿amigas? Negué rápido y suspiré, debía entrar. Abrí la puerta y unos ojos azules conectaron con los míos. Mis pasos eran torpes y rápidos, quería estar entre sus brazos lo antes posible. 

-Anabel- dijo Jack antes de abrazarme.

Y ahí e derrumbé. Mis lágrimas caían de forma descontrolada y mis brazos se aferraban a él. Lo quería, tal vez lo amaba, era simplemente mío. Levanté la cabeza encontrándome con sus labios, los que no dudé en probar. Sus besos eran dulces, cálidos, llenos de cariño.

-Te quiero- susurre mientras los besos no paraban.

-Yo ambien te quiero- susurro pegando nuestras frentes.

-Lo siento- sollocé.

-Hey, no llores ¿vale?- susurró y limpió con sus dedos todo rastro de lágrimas. 

-Soy una imbécil- bufé.

-Bueno, eres mi imbécil- sonreí y le dí un golpe en el hombro- ¡Ai!

-Deberías decirme que no soy eso, que soy genial- reí.

-Pero es que no es así, eres una imbécil.

-¡Jack!- bufé.

-Una imbecil a la que amo- besó mis labios. 

 

La sonrisa de AnabelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora