¡Hola! Siento no haber escrito en estas semanas, he empezado el instituto y este año me lo estoy tomando bastante enserio. Intentaré subir un capítulo a la semana. Besos.
Narra Anabel.
Estaba feliz. Después de toda la confusión Jack y yo seguíamos estando el uno al lado del otro y eso me encantaba. Me acerqué a Tiffany, su prima, y me disculpé por todo lo ocurrido, al igual que ella. Aceptamos la una las disculpas de la otra y nos abrazamos. En cierto modo la confusión fue por culpa de ambas. Seguíamos en la cafetería y acababa de descubrir que a mi chico después de pasar un estado de estrés le entraba hambre, mucha. Había pedido cinco chocolates, tres bollitos de crema, dos galletas, una magdalena y tres palmeras de chocolate. ¿Cómo conseguía mantener la figura comiendo de esta forma? Era increíble.
-Cariño te va a doler la barriga- dije al ver como pedía dos batidos enormes de chocolate.
-Thengoh queh cogher fuherzas parha lhuego- dijo con uno de los dulces en la boca,
-¿Para qué?
-Para cuando te lleve a casa chica- rió Owen. Mis mejillas se tiñeron de un rojo intenso y Jack rió.
-¿No quieres?- dijo mirándome.
-Prefiero hablar de esto a solas- dije mirando mal a Owen.
Se levantó y me besó, dejándome probar la dulzura de sus labios.
-¿Nos vamos?- asentí en su cuello mientras lo abrazaba- Tif tu te encargas de pagar - dijo mientras tomaba mi mano y andaba hacia la puerta.
-¿Estas loco?- dijo la chica incrédula.
-No, solo te cobro las veces que has usado mi cama. Que pague la mitad Owen, también la ha disfrutado.
-Pero...pero...
-Adiós Tif- le lanzó un beso con la mano.
***********
Llegamos a su casa bastante rápido. No me había percatado de lo cerca que estaba de la cafetería. Jack fue al baño y me dejó mientras tanto sola en el salón. La oscuridad de la noche se podía apreciar através de las ventanas. Había una lámpara encendida al lado del sofá, pero aun así la estancia no llegaba a estar todo lo iluminada que quería. Me senté en uno de los sillones y pasé mis manos repetidas veces por mis muslos. No me gustaba la soledad en lugares desconocidos, me hacia estar alerta de cualquier peligro.
-Anabel- oí a Jack decir de forma inesperada y me sobresalté.
-Que susto cariño- suspiré.
-Hey- rió- No hay nada aquí si es lo que estas pensando- se sentó a mi lado y tiró de mí hasta conseguir que me subiera en su regazo.
-Esta bien- susurré pegada a él.
-Relájate cariño - dió un suave beso en mis labios.
- ¿Te apetece..?- mis mejillas se tiñeron de un rojo intenso.
-Claro- mordió su labio.
Narra Mane
-Cariño, ¿puedes hacerme caso?- dijo Alex tirando de mi pie en el sofá- No paras de mirar esa maldita guitarra- bufó.
-¿Maldita? Es preciosa- sin quitar la mirada de ella.
Sentí unas manos subiendo por mis piernas hasta llegar a mi cintura, me mordí en labio. Lentamente Alex se puso encima de mi. Dejó varios besos en mi cuello y lo mordió ligeramente.
-No me gusta que le prestes más atención a un instrumento que a mí- susurró.
-¿Tengo que recordarte que lo compraste tu?
-Ahora mismo me arrepiento- bufó.
-¡Alex! Yo la amo.
-Por lo que he visto amas todo lo que no sea yo- susurró molesto.
-Oh Dios mío ¡Estas celoso!
-¡No lo estoy!- bufó.
-¡Lo estas!- reí.
-¡Solo un poco! Desde que te la he comprado parece que he dejado de existir para ti joder.
Levanté un poco el cuerpo para poder unir nuestros labios. Parecía realmente molesto y no me había dado cuenta. Acaricié sus mejillas y cuando la falta de aire se hizo existente nos separamos.
-Lo siento Alex. No quiero a una guitarra más que a tí bobo, pero entiende que esté así, llevo mucho tiempo detrás de ella.
-En ese caso estamos igual, tu eres para mí como la guitarra, llevo mucho intentando conseguirte.
-Y aquí me tienes cariño- dije mientras tomaba su mano y el suspiró.
-Deberías tocarla, te lo está piendo a gritos.
-¿Y que pasa contigo?
-Puedes disfrutar un poco de ella y luego pasar tiempo conmigo- entrelazó nuestros dedos y sonreí.
-Te quiero Alex.
-Yo también te quiero Mane.
ESTÁS LEYENDO
La sonrisa de Anabel
Teen FictionHola, me llamo Jack y amo con locura a una chica, pero ella no debe saberlo. ¿Por qué? Una simple razón: me odia.