D i e z . 💞

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Ha pasado un día. Un largo y angustiante día, donde lo evito por completo sin salir de su habitación, sin bajar a comer, a cenar y a su plática del día.

Mando todo a la mierda, con tal de no encontrarse con Erick.

Lo que el no sabía, era que el ojiverde había hecho exactamente lo mismo, tratar de evitarlo, al menos mientras pensaba bien en la respuesta que quería darle a aquella pregunta que no pudo sacar de su cabeza.

¿Quieres ser mi novio?

Su cerebro vuelve a encenderse, imaginando repetitivamente como serian las cosas si su respuesta fuera afirmativa, si comienza una relación con Joel.

Todas las situaciones llevaban a su cuerpo, a calentarse de una manera diferente, cada que su alucinación terminaba con sus labios sobre los del rizado.

Le gustaría, le gustaría mucho besarlo, y hacerse el dueño total de esos gruesos labios que lo están volviendo loco.

Todo se pone en blanco de repente, y un único propósito se plantea instantáneamente: sí, a todo lo que tenga que ver con el chico que vive frente a su habitación.

Sale de la cama aún en pijama, y va con mucha prisa al lavabo dentro de su baño, limpiando lo mejor posible su rostro.

Lo seca rápidamente, botando la toalla a un lado, preparándose para enfrentar sus miedos, con tal de conseguir lo que quiere.

Lo quiere a él.

Gira la manija de su cuarto, y asoma la cabeza limpiando con la vista todo el pasillo: no hay moros en la costa.

Cierra casi silenciosamente, y con un apresurado pero ligero golpe, llama a la puerta del rizado.

Escucha el pórtico sonar algunos segundos después, sus manos sudan y lo más lógico ahora, parece dar la vuelta y regresar a la cama, seguir imaginando sobre su almohada lo que tanto desea que ocurra.

—¿Hola?— asoma un poco su ojo.

—Hola— responde rápido.

—Q-Que tal, ¿Cómo estás?— saluda apenado, abriendo un poco más la puerta.

—Quiero hablar contigo—

—Okay— siente como su estómago se vacía por completo.

—¿Puedo pasar?— susurra bajando la mirada.

—Si claro, lo siento— se mueve a un lado y cierra al verlo pasar.

—Es cálido— sonríe mirando el entorno.

—Lamento este chiquero, estaba todavía en la cama y pues...—

—Me gusta, es lindo— lo interrumpe, antes de que diga cosas negativas de su cuarto; el suyo está peor.

—¿Quieres sentarte?— lo llama para que se acomode a su lado, sobre la cama.

—Joel, yo... A mí me gustó tu obsequio, fue muy lindo— juega con sus dedos sobre su pierna.

—Si te molesto lo del sobre amarillo, no hay problema, puedes decirlo— baja la cabeza, se siente tonto.

—De eso quiero hablarte— aclara su garganta.

—Te escucho— cierra los ojos esperando a que lo rechacé.

—Si—

—¿Sí?—

—Si quiero ser tu novio— muerde su labio inferior tratando de no jadear, le gusta como suena cuando sale de su boca.

¡Odio San Valentín! ¡! TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora