#3

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*Leo*

Al entrar a su casa todo parecía, diferente a la mía, sin vida, aunque creo que no puedas esperar mucho de una chica que se encierra en un mundo gris y muerto, pero yo la haré sentir, la haré amar, ella es especial, y haré que ella lo sepa, haré que su mundo cobré vida y color.

- ¿Llevarás mucho?

- No, solo algunas cosas.

- ¿Te ayudó?

- No, gracias, siéntate donde gustes.

- Si.

Sentado en ese sillón, pude observar la decoración que ella tenía, las paredes pintadas de un gris claro como el cielo en una llovizna, el suelo de madera de pino en el que aún se podía sentir el olor, los muebles eran negros, un negro profundo como el carbón, su casa no era acogedora, pero no daba miedo ni producía inseguridad, poco a poco ella fue bajando del piso de arriba cajas, cada una con un nombre en ella, en una estaba escrito la palabra "libros"

- A ella le gusta leer, _dijo Sun _
   
- Al menos ya sabemos una de las cosas que le gusta.

- Poco a poco ella confiará en nosotros, y la iremos conociendo mejor, se paciente, Leo.

- Lo sé, lo sé, solo que quiero saber las cosas que ella no le ha contado a nadie, los secretos y miedos que ella esconde, quiero protegerla.

- No todas la mujeres son damiselas en apuros, estoy seguro de que no debes subestimarla.

- No la subestimo, sólo me preocupo.

- Tu preocupación es innecesaria, llevo vivo más de mil años para saberlo y ella definitivamente no es débil.

- Terminé, _dijo Eva llamándome la atención.

- S...si.

Volteé a ver las cajas habían unos cuadros pero no sabía que  pinturas contenían en ellos, estaban cubiertos por una tela fina y beige, también habían una caja, no tenía nombre, ni ninguna marca, no pregunté, sabiendo que ella no me diría nada, al llegar a casa ordené que llevarán las cajas a su habitación, pero ella no permitió que nadie tocará la caja sin nombre que yo tanto anelabá, horas antes cuando descubrí la su gusto en decoración, llamé a mi beta Matt para que lo decorará con muebles negros y grandes, el piso de la mansión es todo de mármol  y algunas partes como, las habitaciónes y las salas de estar, estaban cubiertas con alfombras, por lo que no se podía hacer nada con el, ni con el armario de ropa, que mandé a diseñar para Eva.

- Eva.

- ¿Si?

- ¿Tienes hambre?

- Un poco.

- ¿Quieres comer conmigo?

- Si.

Una simple palabra, "Si", me hizo tan feliz que me sentí como un niño estúpido e ingenuo, fuimos a la cocina y Sebastián nos sirvió una caliente crema de champiñones ya que afuera estaba haciendo mucho frío, pero lo extraño que noté en Eva es que ese frío no le afectaba, se veía acostumbrada a estar en el, al probar la crema ella es esbozó una pequeña sonrisa y una mirada cálida, quiero volver a verla, quiero que ser la causa por la que sonría y nunca por la que llore.

*Eva*

La crema de champiñones me recordó a la que hacía mi madre, nunca la amé pero la extraño, irónico ¿no?, Extrañar a una persona que jamás amaste.

Amar, sentir, son palabras que no entiendo, todo es demasiado nuevo, ¿Yo podré amar a Leo?, ¿Él realmente me ama?, ¿Por qué?, ¿Por qué alguien tan retorcido como yo?, No soy especial, mucho menos común, pero sé que siempre habrá una persona mejor que yo, no lo conozco en absoluto, no sé lo que le gusta hacer y lo que no, no sé que color prefiere, cuál es su comida favorita, no sé nada de él, quiero hacerlo, quiero conocerlo.

Para despejar todos estos pensamientos y aclarar estas dudas, salí a caminar un rato, aún no había desempacando las cosas que traje de mi casa, así que, fuí al armario de la habitación, recuerdo que Leo dijo que no era necesario traer mi ropa, por lo que solo traje algunas prendas, el armario era gigante y estaba lleno de ropa y zapatos, y ninguno se veía como algo que yo pudiera pagar, son tantos que probablemente nunca los usaré todos, hallé un suéter negro de lana, unos jeans azules, y unas botas, porque desde pequeña he estado acostumbrada al frío, siempre creí que era porque nunca iba a lugares cálidos, haya que un día mis padre fueron invitados a una boda en la playa al otro lado del país y me llevaron con ellos al bajar del avión y sentir que todo ese calor me abrumaba y  me desmayé, al despertar estaba en una tina cubierta de hielo y agua helada, mis padres al ver éste suceso nunca más me llevaron a lugares cálidos, el calor me debilita hasta el punto de morir.

Escapé por la ventana ya que Leo me prohibió la salir de la casa y mantenía la puerta en vigilancia, yo solo...salté sin importar qué, por un momento sentí libertad de esa jaula que me tiene cautiva, caí en una gruesa capa de nieve, me levanté, y sacudí la poca nieve que se había adherido a mi ropa, empecé a caminar sin un rumbo alguno, sin un lugar al que quisiera ir, sólo, caminé y caminé, todo se veía igual, no importa donde tú mirarás todo era blanco, las brisas de invierno se empezaron a incrementar, eran más constantes y fuertes, en un punto en el que la nieve se sacudía y ya no podía ver nada, me di cuenta de que estaba en una tormenta de nieve, ya no podía aguantar más estaba cansada, caí en la fría nieve.

*Leo*

Hace tres horas que fuimos a recoger las cosas, ya eran las ocho y media, no había bajado, así que subí a avisarle que la cena estaba lista, toqué la puerta un par de veces, pero, nadie atendió, entré y no estaba en su cama o en el sofá, fuí a ver en baño y el armario tampoco estaba, al saber que ella no está en su habitación y que al llegar ella no había salido desde que llegamos, un sentimiento de ira y preocupación me consumió, baje las escaleras y grité a los guardias:

- PORQUE LA LUNA NO ESTA EN SU HABITACIÓN.

- Señor, la Luna no ha salido, nadie la ha visto salir de la mansión, es imposible que lo haya salido sin ser  vista.

+ ¿Qué está pasando?

- MI LUNA NO ESTA, MATT, MANDA A LOS MEJORES HOMBRES QUE TENGA Y ENCUÉNTRALA.

+ Leo hay una tormenta de nieve ahí afuera, encontrarla entre ese viento y la nieve sería imposible.

- ¿ACASO PREGUNTÉ, MATT?

+ No, lo siento amo, ya mismo los traigo.

Yo, Matt y mis hombre fuimos en busca de lo que me habían robado, si llego a ver qué alguien la tiene, MORIRÁ!.

*Eva*

Desperté en algo suave y cálido, algo muy agradable, abrí bien los ojos y estaba en una cueva, y lo suave y cálido que estaba debajo de mí, era un gran y majestuoso tigre blanco con unos hermosos ojos celestes sonrojados con un color plateado en el centro, su mirada era triste y fría, sentía que ese tigre sabía más de mí que yo, él podía entenderme, no sé cómo, ni porque, pero lo sabía, ese tigre estaba destinado a estar conmigo, en menos de una hora es tigre logró hacer que yo le tomará afecto, algo que ningúna persona había logrado en años.

El hecho de que hiciera que lo quisiera es lo único que necesitaba saber para tenerlo a mi lado sabiendo que no me abandonara, a los pocos minutos me quedé dormida en esa calidez que invadía mi cuerpo, no estaba muriendo, su calidez no me estaba matando, me estaba protegiendo, de un frío que ni siquiera me estaba haciendo daño.

Él Es Mío Y Solo MíoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora