Capítulo 11 (Graduación)

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El sol entraba por las rendijas de la persiana. Me quedé un largo rato mirando al techo buscando una buena razón para levantarme de la cama, pero no la encontraba. Habrían pasado un par de horas, no podía volverme a dormir pero tampoco diría que estoy despierta. La luz que en un principio era como de amanecer ahora me dice que ya es tarde.

Siento unos golpes en mi ventana que me obligan a abrir los ojos. Mi hermano está con la cara pegada al cristal y se que mi madre lo ha mandado porque piensa que a él si lo voy a perdonar. Se equivoca.

Me levanto de la cama, me acerco a la ventana y le regalo una de mis sonrisas falsas. Él probablemente pensara que abriría la ventana, hablaríamos y de pronto yo saldría de mi encierro perdonándolos a todos. En lugar de eso bajo la persiana de un tirón logrando ver su cara de confusión.

Vuelvo a la cama para seguir buscando una razón por la que levantarme que no llega hasta unas horas después. Aprovecho que mi madre a salido para ir al baño y hacerme una pizza. Me la como mientras recojo un poco mi habitación.

-¿Ya te has despertado? ¿Has comido algo? -Me pregunta cuando vuelve.

-¿Donde está mi teléfono? -La ignoro.

Ella me responde que no tiene ni idea mientras yo con toda la paciencia del mundo le recuerdo que ayer me lo quitó. Al final me dice que lo busque en el cuarto de mi hermano y yo la empujo para hacerlo. Cuando lo tengo vuelvo a encerrarme en mi habitación.

Lo pongo a cargar porque ayer me lo dejaron sin batería y espero a que se encienda. Con la persiana bajada y la puerta cerrada mi habitación está completamente oscura. De no ser por el ruido de fuera pensaría que es de noche. Pongo el PIN al teléfono y espero a que carguen los mensajes y notificaciones.

Normalmente apenas tengo mensajes, en cambio ahora tengo que bajar el sonido del teléfono porque no paran de llegarme. Al menos 10 personas me han preguntado que pasó el día anterior y como estoy. Contesto a todos para que no se preocupen, y en seguida empiezo a entender lo que mi madre les contaría ayer a todos.

Cuando termino lanzo el móvil a la cama y me quedo sentada en el suelo detrás de la puerta. Al estar en el suelo todo me parece más grande. He pasado entre estas cuatro paredes la mayor parte de los últimos años, por lo que muchas veces me siento claustrofóbica, en cambio ahora...

No se. Después de lo de ayer tenía muchas ganas de volver y todo es más grande. Me abrazo las piernas sintiéndome más pequeña y frágil. Cuando era chica solía meterme bajo la cama cuando mis padres me regañaban. A veces incluso me llevaba los libros y hacía los deberes ahí. Hacía frío. Luego ya no podía porque era más grande y me dolía la espalda de estar sobre el suelo tanto rato. Además mis padres se sabían ese escondite, y yo solía meterme en el armario. Otras veces, cuando me encerraban en la habitación salía por la ventana que da a la terraza. Aún así ellos siempre me encontraban, siempre ganaban. Eran más fuertes y grandes, y por eso podían gritar, y yo no.

De pequeña, cuando mi madre o mi padre me gritaban me repetía a mi misma que no debía llorar. No merecía la pena llorar por ellos, y yo era más fuerte. No debía verme débil.

Me gustaría poder ver a esa niña ahora. Abrazarla y hacerle saber que me importa. Ella seguramente me sonreiría y me daría fuerzas. Ella siempre sonreía, siempre veía el lado positivo de todo, siempre tenía diez motivos para sonreír en un día de lluvia. La echo de menos.

Parpadee varias veces para no llorar. Me levanté del suelo, subí la persiana y abrí la ventana. Me duché y fui a la peluquería, donde me hicieron un recogido horrible del que no me quejé, porque a mi madre le gustaba. Me puse el vestido que ella me compró y me maquillé.

Fui a mi graduación y vi a mis amigas. Me hice muchas fotos y sonreí todo el rato sabiendo que no saldría bien en ninguna. Comí, bebí, bailé y reí, y cuando llegó la hora de irme me despedí de todos.

Al llegar a mi casa me desmaquillé, me puse mi pijama, me quité las horquillas del  recogido y me peiné acabando con todos los tirabuzones que me quedaban. Cuando terminé me miré al espejo durante mucho rato, luego apagué la luz y me dormí.

No me gusto, apenas me tolero... pero definitivamente prefiero ser alguien triste y solitario a fingir que soy sociable y feliz. Almenos asi soy para mi, no para alguien mas.

Esa chica que había bebido y reído con otras chicas a las que en dos años ni recordaría, era alguien distinto.

Para el resto del mundo soy alguien que se escapa de casa porque es una cría inmadura. Para mí, soy un desastre que no se conoce, que hace estupideces sin pensar, que esta sola...

Lo único que se es buscar a otras personas a las que imitar o complacer.

Me he cansado de ser así.

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⏰ Última actualización: Apr 15, 2019 ⏰

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Diario 17 (Sin Terminar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora