# O9

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Se recarga en mi pecho y suspira.
—¿Si? —Digo yo.
—Disculpe señorita ¿se encuentra el señor allí dentro?
—No, yo... bueno —Vacile.
—Aquí estoy Joe. ¿Que necesitan?
—Venga solo un momento.
James se puso de pie y tomó su camisa del suelo, se la puso sin abrochar, y caminó hacia la puerta. Negó con la cabeza y abrió.
Yo me encontraba a una distancia en la que Joe no podría verme sin mi blusa. Aún así, tome  mi blusa y me la puse.
James salió de la habitación, pero seguían afuera, ya que yo escuchaba los susurro. El silencio en esa casa era ensordecedor, por lo tanto los sonidos se escuchaban como un estruendo. Un susurro no era la excepción, solo que sin distinguir las palabras.
Al cabo de un par de minutos James se introdujo en mi habitación una vez más.
Lo mire y él me sonrió. Se acercó una vez más y me dio un largo beso.
—No podemos continuar.

Puse los ojos en blanco.

Era correcto, porque aun no teníamos nada formal. Me quería, pero no aun de la manera correcta.

Entre tanto, solo durmió allí en mi cama, junto a mí. Eso me había dado nuevas esperanzas de que quizás podríamos estar juntos sin que él se dedicase a esto... pero también me hacía pensar que tuviese ciertas culpas por tenerme en su nido delictivo.

Soy de esas personas que viven una desgracia y es difícil que alguien pueda sobrepasar esa desgracia, James también lo era, se lo notaba sino su venganza enfermiza no lo tendría en un boletín del FBI, no lo tenía con gente acechando a la primera mujer que mete en su casa, con cientos de guardias en su casa, sin privacidad. ¿De verdad estaría libre cuando todo acabara? Y yo seguía sin querer saber que hacia cuando salía de casa... ¿Cuántas personas culpables había matado? ¿A cuántas inocentes? Esto estaba realmente mal y yo con mis traumas, tal vez no podía hacerlo entrar en razón, no podía, no si no hacía que me quisiera bien, porque esto que estábamos haciendo no era nada más que unos besos acalorados. ¡Estas equivocado! Si él me quisiera de una manera correcta e hiciera cualquier cosa por mí, yo podría opinar y pedirle que deje esto, que la venganza no lo va llevar a ningún lado. Esas personas pagarían con justicia, sé que a veces la justicia dura mucho en hacerlo, pero creo que los procesos son así.

Yo comenzaba a tener miedo, porque ahora podríamos estar entre redadas de policía, si el enemigo de James fue el que dio el pitazo al FBI, eso quería decir que estábamos más vulnerables que nunca, al menos él sí.

Al avanzar el reloj, la noche parecía más silenciosa, esa casa lo era más. No podía dormir, me faltaba el sueño. No entendía su comportamiento, nos besábamos, estábamos a punto de hacer el amor y en repetidas ocasiones lo llamaban por su teléfono, por su radio o a la puerta, al responder... solo me dejaba allí.

Tenía que dejar de tener pensamientos tontos para que el insomnio desapareciera.

Bastaron dos días, solo dos, para empezar a tener miedo. Tenía miedo, miedo de verdad y él no me pedía irme, pero si solo me iba como iba a reaccionar. Empezaba a pensar que, si yo me iba sin más ni menos, él podría pensar que iría a la policía y con cierta razón, aunque yo no había visto ningún crimen en esta casa, no aún.

Bastaron más de dos semanas. Mi rutina había sido reforzada por seguridad, no quería hacerlo, pero yo ya era un blanco fácil. Me gustaba ir por las tardes por un café, eso había empezado relajarme y se volvió parte de mi rutina. James casi no había dormido en casa. Habían pasado algunos días que salía y regresaba al amanecer. Siempre al llegar me buscaba y de vez en cuando me daba un maravilloso beso. Eso me hizo disminuir un poco mis miedos.

En casa, en la enorme cama tamaño Queen Size, me encontraba leyendo un libro: ''The Great Gatsby''. Me tenía tan entretenida que olvide que debía bajar a comer, en cuestión de segundos recupere el apetito.

Shadows Of Pain. | James McAvoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora