2. - "Seguridad y protección"

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Mi cabeza dolía, pero no tenía la seguridad de cuál era la causa. En primer lugar, estaba el incómodo viaje de más de cinco horas en avión, y en segundo lugar estaba el hecho de que mi padre recién me acababa de informar que viviría en una casa con otras personas, las cuales desconocía. Optaba que mi jaqueca se debía más a la segunda razón.

No es que me molestara el hecho de vivir con gente desconocida, pero si me molestaba el que no supiera con quien viviría.

Después de que mi padre me diera la noticia del retorno al lugar que tanto quería olvidar, no pude dormir con la tranquilidad con la que lo había hecho por los últimos años. La sola idea de volver a revivir, despertar a los fantasmas adheridos a mi pasado causaba un sabor amargo en mi garganta, el miedo se hacía presente.

— Llegamos señorita Young — anuncio el chofer del auto.

Debo admitir que la casa o más bien la mansión era sorprendentemente grande. Su patio extremadamente enorme casi se semejaba con un bosque. Papá como siempre tan excéntrico. ¿Acaso vivirá con el presidente de Corea?

Después de que el chofer bajara mis maletas y las colocara en la entrada, me quede sumida en un silencio incómodo. Al parecer era la primera en llegar, ya que no se miraba nadie por la casa.

Tomé mis maletas y subí las escaleras con algo de pesadez. En el segundo piso se encontraban ocho puertas de madera, escanee cada una de ellas y opte por meterme en la última de ellas, la cual se encontraba al final del pasillo. – Hipócrita — me queje en voz baja la ver el ramo de rosas rojas en mi cama. ¿Cómo sabría mi padre que escogería esa habitación?

El resto de la tarde me la pasé desempacando y acomodando mis pertenencias, después de un largo baño, caí rendida en mi cama dejándome llevar por los brazos de Morfeo.

— ¿Mh? — conteste somnolienta colocando mi teléfono celular en mi oído. Una risa exagerada me quito el poco sueño que tenía – ¡Demonios conejo, no grites tan fuerte! – Jeon no paraba de reír, por lo que termine colgando la llamada.

Mi teléfono comenzó a sonar otra vez al instante de haber colgado – ¿Ya terminaste? — contesté molesta luego de volver a retomar la llamada.

— Perdóname Gunie — dijo con algo de tristeza, pero yo sabía muy bien que era fingida.

– No merecer mi perdón, me lastimaste el oído — esboce una mueca de dolor.

— Eres una exagerada Gun — entrecerró los ojos y negó, después una sonrisa apareció en su rostro dejándome ver sus preciosos dientes blancos – Yo que te marco para saber cómo llegaste y tú que me das la espalda — chisque la lengua acompañada de una sonrisa falsa — Ya Gun, pero enserio ¿Cómo llegaste? – se acomodó de lado en lo que parecía ser su cama.

Me encogí de hombros – Bien, creo — solté un suspiro cansado. Jeon curveo sus labios. – No te preocupes, acabo de llegar y hasta el momento lo único desagradable que he visto es tu cara de sueño — solté una carcajada. Ahora el blanqueó los ojos.

— Que graciosa Gun. Ja, ja mira cómo me río — dibujé un puchero en son de paz y le sonreí de manera inocente.

— No te enojes Kookie — supliqué – Sabes que es broma — dije mientras me ponía de pie y caminaba por el enorme pasillo oscuro rumbo a las escaleras que me llevarían al primer piso, exactamente a la cocina.

— Tonta si bajas con el teléfono frente a ti, te caerás — solté una carcajada sarcástica.

— Como crees que me voy a...

L'oubli  (건망증) - PJMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora