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Jinyoung

Cuando me desperté de nuevo, Jaebeom estaba acostado detrás de mí, mi espalda apretada contra su pecho y uno de sus brazos alrededor de mi cintura. Me acariciaba perezosamente el cabello hasta que me di vuelta para saludarlo con un beso. Probablemente era hora de ir a lidiar con las consecuencias de lo que habíamos hecho, pero no quería que nuestro momento terminara todavía.

– ¿Dormiste bien? – preguntó con una sonrisa satisfecha en sus labios. Todavía estaba desnudo. Desnudo y precioso. Si no me hubiera agotado tanto, podría nuevamente haber saltado sobre él en un instante.

– Me agotaste – le dije.

– Sólo quería cumplir con mi promesa – me besó en el borde de la boca.

– Lo hiciste – Cerré los ojos por un momento, preguntándome si había empezado a crecer una nueva vida en mí. Tal vez. 

No podía saberlo. No por un tiempo todavía, y ese pensamiento me asustó un poco. ¿Qué pasaría si yo fallaba de nuevo? ¿Qué haría entonces?

– ¿Qué estás pensando?

– Nada – mentí – ¿Qué pasará ahora?

– Me ocuparé de mi madre loca.

– ¿Y si no estoy embarazado?

– Entonces lo intentaremos de nuevo.

Suspiré. Tan bonito como sonaba...

– Tienes un plazo.

– Ya te lo he dicho antes, déjame ser el que se preocupe por eso.

– Y yo te he dicho que no quiero que tengas un hijo con otra persona.

– No voy a hacerlo.

– Pero...

Puso una mano sobre mi boca.

– Silencio. Para ser honesto, no estaba pensando en la herencia cuando tuvimos sexo hace un momento. Es lo más extraño, pero ¿quieres saber por qué de repente quería tener un bebé contigo?

Asentí, intrigado.

– Porque tú querías uno, y de alguna manera, me encuentro deseando satisfacer tus necesidades. Todas ellas – Estuvo callado por un momento mientras mi corazón estaba lleno de tantas emociones que ni siquiera podía colocarlas todas. Nunca antes me había sentido así.

Tragué. De alguna manera había domesticado a este hermoso dragón y lo había hecho mío. Era demasiado bueno para ser verdad, pero aquí estaba, tumbado en los brazos de un hombre que quería darme la familia con la que siempre había soñado.

– Nuestro hijo, ¿va a ser más dragón o humano? – Le pregunté como si ya estuviera decidido que estaba embarazado – Quiero decir, ¿será capaz de cambiar?

– Probablemente sí. Los genes de dragón son fuertes, o no habría buscado compañeros humanos. Sin ofender, pero quiero que mis hijos experimenten el volar.

Me acurruqué contra él.

– Creo que también quiero eso.

– Y es lo que pasará – me prometió – Me darás hermosos hijos, lo sé.

En ese momento, le creí. Y luego, alguien llamó a la puerta.

– ¿Maestro Jaebeom? ¿Está decente?

Era Paul.

– No exactamente – dijo Jaebeom con una sonrisa sucia en la cara.

– Su madre lo espera en la sala de estar si puede, ah, desenredarse de su amigo humano, como ella lo llamó.

Jaebeom se rió entre dientes.

– Sí, eso es lo que habría dicho mi madre – murmuró – Me sorprende que no haya enviado a su perro guardián antes.

Para mi consternación, Jaebeom salió de la cama y se vistió. Cubrir su bello cuerpo con tela parecía un pecado ahora que sabía lo que estaba escondiendo.

– Te sugiero que te quedes aquí mientras trato con las consecuencias – dijo.

Asentí. Agarré mi ropa, pero Jaebeom me detuvo con una mirada.

– No te vistas todavía. Esto no me llevará mucho tiempo.

– ¿Estás diciendo que quieres otra ronda cuando vuelvas?

– De la manera que lo veo, tenemos que hacer lo que podamos para asegurar el concebir.

Sonreí.

– ¿Estás seguro de que esa es la única razón por la que quieres tener sexo otra vez?

– Mhm... – Se acercó a la cama y se inclinó para besarme antes de irse – Como si realmente necesitara una razón.

BAJO EL HECHIZO DEL DRAGÓN [BNIOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora