• Cubículo • [JaeYong]

Quince

YoonOh llegó a su solitario departamento, se paró en la puerta de su recámara pensando en la vez que Johnny y Yuta habían estado ahí para llevarlo a aquel lugar donde TaeYong le había dado una mamada.

Gimió.

Caminó hasta su cama quitándose la camisa en el trayecto y se dejó caer de espaldas sobre la cama cerrando los ojos, su vida ahora estaba hecha una completa locura y toda la culpa era de TaeYong, no tenía derecho a meterse bajo su piel y dejarlo confundido como la mierda, YoonOh no era completamente heterosexual, si tenía pensamientos sobre la posición en la que tendría al pelirosa bajo su cuerpo de vez en cuando no lo hacía ni más ni menos gay.

Sus pensamientos cayeron sin querer en ese barranco, se imaginó a TaeYong desnudo debajo de él abierto de piernas con la mirada perdida en lujuria, el rostro sonrojado con su boca ligeramente abierta mientras gemía su nombre y cubierto con su semen mientas YoonOh no lo dejaba correrse mientras le rogaba.

Estaba tan duro como nunca lo había estado en su vida con solamente esa fantasía, desabrochó su pantalón sin bajarlo y llevó una mano por dentro de su bóxer comenzando a acariciarse, no podía estar tocándose pensando en su compañero de clases, compañero que tenía un novio, sin embargo lo estaba haciendo y lo quería.

Apretó la base y gruñó cerrando los ojos dejando volar su imaginación, su mano se movió a la punta frotando ahí pensando en tener a TaeYong haciendo cucharita en su cama, desnudos y con su polla dentro de él, jadeó y su pene comenzó a gotear, echó la cabeza ligeramente hacia atrás cuando la siguiente fantasía cruzó su mente, ¿TaeYong le gustaría montarlo?

Explotó patéticamente sobre su abdomen con una maldición entre los labios, tenía que hacer algo al respecto con ese chico. Se levantó de la cama aturdido hacia la ducha, no sabía si estaba saciado o más frustrado. Tal vez otra ronda en la ducha sería la buena.

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—Estás completamente idiota si piensas que-

Las palabras de Ten murieron en su garganta cuando Johnny empezó a follar entre sus muslos rozando furiosamente su erección tomándolo con fuerza de las caderas, que probablemente dejaría una marca pero no podía obligarse a que le importe, si gemía como una perra en ese momento no quería imaginar cuando Johnny se hundiera en su culo.

—Tienes una boca sucia, deberías darle un mejor uso —el más alto forzó una sonrisa, sumándole la voz roca y sensual que había salido de sus labios Ten pudo haberse corrido si no hubiera puesto una mano en su polla para evitarlo —. Si sigues sin pedir lo que quieres voy a tener que hacer que lo pidas.

Ten quiso reír pero solo salió un jadeo —D-deberías mostrarme entonces ah me vas a-aburrir si sigues entre mh mis muslos.

No estaba preparado para sentir una bofetada en su culo, Johnny lo había nalgueado y su pene comenzó a gotear, iba a correrse en cualquier momento si no lo follaba ahora.

—J-Johnny... basta...

—¿Qué? —dijo brusco dando otra nalgada en el bonito culo de Ten.

—Fóllame —había salido como un suspiro pero lo suficientemente alto.

Johnny se detuvo en seco, dejó caer al más bajo sobre su espalda y fue por lubricante y un condón a la mesita del motel, era vieja y fea pero tenía justo lo que necesitaba. Los tomó y fue de nuevo sobre Ten, dejó ambas cosas a su lado, tomó la pierna derecha del bajito y la subió sobre su hombro dejando la otra sobre el colchón, tenía una vista perfecta de su entrada.

Lubricó sus dedos y los movió alrededor de la grieta de Ten, le dio una ligera mirada y se encontró mirándolo ya, el más bajo se sonrojó y cuando estaba apunto de hacer un comentario mordaz, Johnny introdujo su dedo, su mirada se quedó sobre Ten todo el tiempo, incluso cuando echó la cabeza para atrás y gimió alto.

Todo el tiempo estuvo mirando al chico debajo de él, cuando metió un segundo dedo, luego el tercero, cuando sacó sus dedos para ponerse el condón y se hundió en su interior.

Ninguno dijo una palabra, pero jodidamente que Ten estaba apretado. El más bajo no soltaría ni de broma un cumplido pero la polla dentro de él lo hacía querer soltar la lengua y rogar. Tampoco dijeron nada cuando Johnny empezó a follarlo en serio, solo se volvió una habitación llena de gemidos y jadeos.

Incluso cuando hizo a Ten gritar no se dirigieron la palabra, ambos se corrieron y Johnny no quiso mirarlo, esto empezaba a salirse de control. El más alto se había quedado recuperando el aliento en la cama cuando Ten solo se paró comenzando a vestirse, a pesar de eso, no hablaron.

Ten salió de la recámara y Johnny se quedó mirando hacia la puerta reprimiendo las ganas de ir por él. El más bajo miró hacia el techo del pasillo y luego hacia la puerta, después de eso siguió su camino.

Incluso si el sexo había sido maravilloso, ninguno se dijo una palabra.