Todo había empezado allí, en esa misma sala, bajo aquel mismo techo.
Para Jungkook tenía sentido volver donde su historia había comenzado. Pero ya nada era igual que antes. Los sillones, vacíos y con el cuero pelado, algunos volcados en el suelo. La larga mesa de cristal, rota a pedazos. Las paredes de la discoteca abandonada estaban hechas polvo, igual que los pocos muebles que quedaban.
Volver a la sala V.I.P no era lo importante para él, sino lo que representaba. Pasó sus largos dedos por el reposabrazos del sillón, sin apenas atreverse a tocarlo más que sutilmente. Éste miraba directamente hacia la puerta, era el único mueble que permanecía intacto en su sitio. Ni siquiera el evidente desgaste del lugar había ejercido algún daño sobre el sofá, como si el mismo paso del tiempo hubiese temido hacerle algo. Estaba igual que siempre, e incluso todavía tenía las marcas del cuerpo de su padre en el cuero, lo cual le dio un pequeño escalofrío.
Parecía estar como en una fantasía, volver a aquel lugar era algo que no había pensado hacer jamás.
Jungkook se posicionó delante del sillón, frente a la entrada donde podía incluso verse a sí mismo, años atrás, parado delante de él, con las manos temblorosas y la cara de un niño fingiendo ser un adulto.
Entonces hizo algo que le sorprendió hasta a él mismo.
Se sentó en el sillón de su padre.
Clavó las uñas en los reposabrazos al recordar los nervios y el daño que sintió cuando éste clavó la afilada hoja de la katana sobre su piel, atravesándola para marcarla. Aún podía ver las atentas miradas de los hombres de su clan, rodeándole mientras él casi perdía el conocimiento del intenso dolor. Sus tatuajes negros y rojos, sus vasos de whiskey con hielo y el aliento de su padre en la nuca, impasible ante el sufrimiento de su hijo. También podía oír los gritos y la celebración después de que le limpiaran la herida.
Se obligó a dejar de recordar aquella experiencia tan traumática sacudiendo su cabeza y relajando las manos sobre el cuero desgastado con un largo suspiro.
Aquello había acabado. Necesitaba darse cuenta de que eso había quedado en el pasado y ya no tenía por qué tener temor. Si conseguía eliminarlo de su mente ya solo le quedaría un miedo en su vida, uno que realmente podía controlar. O al menos eso planeaba hacer. Ahora necesitaba recobrar la compostura y ponerse en la piel de su padre una última vez, por eso había vuelto allí.
Cerró los ojos tratando de sentir la esencia de su progenitor. Iba a necesitar pensar como él, actuar como él y ser él. Se concentró en recordar todo lo que había aprendido del señor Jeon. Inspiró profundamente, tratando de relajarse e invocar al espíritu del que una vez fue su padre a través de su cuerpo.
Abrió los ojos y éstos dieron con un trozo de cristal roto que había en el suelo, el cual reflejaba parte del rostro de su padre. Podía ver sus ojos llenos de decepción y enfado tan característicos de él, con sus oscuras cejas pobladas y la piel de su frente arrugada.
El cuerpo de Jungkook se paralizó, no dejándole mover ni un solo músculo más que la cabeza, la cual ladeó un poco, mirando todos los ángulos que podía del espejo con los párpados bien abiertos, y el rostro de su padre moviéndose a la vez que él.
Jungkook tragó saliva pesadamente y clavó sus ojos sobre los del señor Jeon, sin apartarlos porque, aunque quisiera, no podía.
<< ¿Qué vas a hacer ahora, hijo?>>, podía casi escuchar su grave y pesada voz dentro de su cabeza. << Pareces tan perdido que resulta patético, ¿no sabes cómo manejar la situación?... Yo no te he criado así>>.
— Tú no me has criado. Me has enseñado a manejar dinero y a matar por él.
<< Lástima que pienses que solo te he enseñado a hacer dos cosas, creía que mi hijo era más inteligente que eso. Es... decepcionante>>. << Por eso jamás serás un líder como yo>>.
— No lo estaré haciendo tan mal si el que está muerto eres tú y no yo.
<< Has tenido que esperar a que esté muerto para poder confrontarme, ni siquiera tuviste el valor de decirme eso en vida. No eres un hombre, no eres un Jeon, eres un cobarde>>.
Jungkook parpadeó y apretó su mandíbula, estrechando sus dientes de la rabia. Aunque lo estuviera imaginando y la imagen del señor Jeon proviniera de su mente, solo podía tener palabras crueles e hirientes para su hijo.
— ¡MÁRCHATE!
Alejó el cristal con ira de una patada aún estando sentado, mandando el trozo a estrellarse en mil pedazos contra la otra pared. Su respiración se volvió agitada y se levantó de golpe, tan rápido, que le provocó un mareo que le hizo llevarse una mano a la cabeza.
Quizá fuera por el polvo.
Quizá fuera por la confusión y la rabia.
O quizá fuera por el hecho de que necesitaba encontrar una respuesta entre aquellas paredes desesperadamente.
Pero su padre tenía razón.
Su subconsciente tenía razón.
Estaba siendo un cobarde escondiéndose allí cuando su mundo se volvía patas abajo. Debía aprender a dejar de huir y enfrentarse a su destino. Debía convertirse en lo que siempre había odiado y temido, pero admirado a la vez.
Debía ser el nuevo señor Jeon.
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Dónde está tu corazón || OTC 2
FanfictionYa no oigo tu corazón, Soo Ryujin. (Segunda Parte de Oigo Tu Corazón) • Copia registrada en SaveCreative. • Queda prohibido cualquier tipo de plagio, reproducción o adaptación de esta obra.