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Ryujin comenzó a reírse cómo si la vida le fuera en ello, teniendo que agarrarse a la mesa de la encimera con una mano para no caer al suelo. Jungkook la miró seriamente, con los brazos cruzados, preguntándose qué parte de su conversación había sido tan graciosa, porque entonces él se había perdido. Por supuesto ella lo estaba fingiendo, pero eso él no lo sabía.

— No...— Le dijo la chica mientras hacía como que se limpiaba rápidamente las lágrimas de la risa que retenía en los ojos, los cuales se volvieron serios con su voz repentinamente, haciendo desaparecer su sonrisa a la vez que negaba con su cabeza.— No.

Jungkook se pasó nerviosamente los dedos por la mancha, tratando de limpiarla, pero solo se quedó igual que estaba y al final desistió, viendo como una simple mancha que se había olvidado de limpiar antes de ir a verla iba a destrozar un pedazo de su relación, dando lugar a la desconfianza y al dolor.

— Me he peleado con un tío, eso es todo.

— Me lo prometiste, ¿recuerdas?

— Te prometí no volver, eso es todo. No esperes que por eso mi vida sea un puto cuento, porque no va a ser así.

— Jungkook, escúchame bien, no esperé cada noche despierta a que regreses vivo. No voy a pasar por eso de nuevo.

Los ojos de la chica le miraban amenazantes, como dos llamas ardientes de fuego, pero a la vez cansados y tristes. Jungkook se quedó helado al escuchar aquellas palabras, que le calaron hondo en su corazón. Siempre había actuado de manera imprudente, sin miedo de poder dañar a alguien, arriesgaba todo y lo daba todo en las peleas.

Ahora tenía alguien a quien volver y debía contenerse. Cambiar. No por él, sino por ella. Pero ya no podía retroceder y rectificar lo que había hecho, era demasiado tarde para eso.

Ryujin suspiró, cerrando los ojos, y le rodeó, inspeccionando su cuerpo. Después se fue hasta uno de los cajones y sacó un pequeño botiquín de primeros auxilios y medicina.

— Dime dónde tienes las heridas.

Ni siquiera le miró al decirlo, simplemente parecía decepcionada con él y eso molestó a Jungkook, que se estiró para desabrocharse uno a uno los botones de la camisa y dejar al descubierto su cuerpo. Ella le curó con paciencia las rasgaduras de los costados, las heridas abiertas, pero superficiales, de los brazos y del torso. Jungkook se dejó hacer sin quejarse lo más mínimo ya que sabía que Ryujin no tenía por qué hacerlo, de hecho, era la primera vez que le curaba. Incluso para él solo eran unas cuantas marcas más que habrían sido unas cicatrices que añadir a la larga lista que había en su cuerpo, pero no le dijo que parase.

Cuando acabó tiró los algodones usados, manchados de sangre y medicamento, a la basura y cerró el botiquín.

Ambos volvieron al comedor en silencio. Ryujin se dejó caer en el sofá y su gata apareció en la oscuridad para colocarse en su regazo. Ella le acarició el pelaje de la cabeza y detrás de las orejas, y se sintió más tranquila. Jungkook se sentó a su lado pero se quedó mirando a un punto fijo de la habitación.

— ¿No estás cansado de vivir así?

— Del uno al diez...

— Para.

— ... cómo de locos crees que podemos volvernos.

El chico seguía mirando a un punto en la pared, entre el televisor y un marco con una vieja fotografía de Minseok y Ryujin posando en un campamento de verano cuando eran pequeños. A su lado estaba colgado un medallón con la marca del clan del dragón, el cual le trajo recuerdo de cuatro años atrás. Las cosas habían cambiado tanto desde entonces que ambos parecían personas totalmente diferentes, que buscaban cosas distintas.

Ryujin notó que su rostro parecía ido, como si no estuviera realmente allí. Sus pensamientos estaban en otra parte. Sintió ganas de cruzarle la cara con su palma para devolverle a dónde estaba, pero se contuvo antes de confrontarlo. No podía creer que después de tanto tiempo estuvieran teniendo una discusión por su culpa. Primero se presentaba en su casa sin avisar, con sangre en la camisa y no le explicaba nada. Y después le hacía esa pregunta sin sentido, poniéndole nerviosa.

— ¿Pero qué es lo que te pasa?

— Responde.

— No hay números suficientes para ti, por lo que veo.

Jungkook entonces la miró directamente a los ojos, pero al segundo después se levantó y se dirigió hacia la ventana. Ryujin dejó a la gata en el suelo con el ceño fruncido y le siguió, extrañada por su extraño comportamiento.

— Tengo que irme.

— ¿A dónde vas?

— Lejos de ti.— Dijo abriendo el ventanal.

— ¡Jungkook! ¡Vamos a hablar de esto!, estás actuando muy raro. ¿Te das cuenta de que lo que dices no tiene sentido? ¿Y ahora te marchas sin más?

— Sí. No me busques.

El chico salió a las escaleras de incendios antes de que ella pudiera cogerle del brazo y retenerle dentro. Ryujin no quiso quedarse atrás y salió también detrás de él pero el chico, que era más ágil y rápido, le sacó ventaja y bajó las escaleras al piso de abajo. Después saltó hasta el suelo de la calle y salió corriendo calle abajo hasta adentrarse en la oscuridad y desaparecer. Ryujin se quedó mirandole sujeta a la barandilla, lamentándose de haber sido tan tonta por preocuparse por él cuando Jungkook estaba siendo un imbécil con ella.

— Bien. No lo haré.



Comentario de la Autora

¿Os está gustando la historia de momento? Yo creo que se pone interesante, pero estoy nerviosa porque me da presión escribir, al ser mi primera segunda parte de uno de los libros. Bueno, espero estar haciéndolo bien y eso que dicen de que las segundas partes nunca fueran buenas se quede solo en un dicho.

Ah, y dos preguntas, ¿a quién tenéis más ganas de volver a ver de los personajes de Oigo tu Corazón?

¿Qué pensáis que le está escondiendo Jungkook a Ryu?

Sorry si tardo en subir los caps porque ahora mismo estoy muy ocupada pero gracias por apoyarla, no me cansaré de decirlo 🖤

Dónde está tu corazón || OTC 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora