Ella se quedó un rato en silencio porque no se esperaba aquella pregunta, mientras tanto, él pasó delante de Ryujin y fue a preparar dos vasos de whiskey con hielo, sonriendo tristemente para sus adentros, pensando que había dado en el clavo. Había cruzado la línea haciendo esa pregunta y ahora su vaso llevaba más whiskey que el de ella.
Ryujin aceptó el vaso que él le tendió, pero lejos de beberlo, se quedó mirándole hacerlo a él mientras le daba pequeños toques al cristal con la uña. Entonces lo dejó donde estaba, intacto. Ella también estaba cansada. Cansada de intentar que dejase la bebida y fumar, de repetirlo tantas veces, sin tener efecto porque él nunca la escuchaba.
Se dio cuenta de que, pese a tener las mejores cosas, lo más lujoso, la mirada de Jungkook parecía triste, agotada y algo asustada, detrás de toda la confianza que fingía desprender de sí mismo. No, no era el Gran Gatsby, como le habían nombrado, pero en realidad tenía mucho en común con él.
— No te culpo. Puedes volver con él.
— Yo... eres un maldito idiota.
— Ya lo sé.— El chico se acercó a donde ella estaba y chocó su vaso de cristal contra el suyo en la mesa, brindando con una sonrisa irónica, ya que su vaso estaba medio vacío de un trago. — No me lo tengas en cuenta.
— ¿Cómo podría? Tú siempre has sido así.
Sabía que estaban al borde de la línea de lo que quedaba de su relación. Ambos se balanceaban sobre una cuerda tensa en mitad de un precipicio para cruzar a la otra parte y ninguno de los dos quería colaborar para conseguir salvarse. Dependiendo de sus palabras, los siguientes minutos que tendrían para hablar contaban mucho. Demasiado valiosos.
— Sé que tú todavía me quieres, aunque hayas hecho la gilipollez de romper conmigo. Ese beso de antes no era de despedida, Jungkook.
— ¿Y de qué era?
— De querer más. Mucho más.
Ryujin acortó la distancia que los separaba y le quitó el vaso de la mano con delicadeza para dejarlo sobre la cómoda. Apartándolo provocó captar toda la atención del chico, que era justo lo que deseaba. Las luces en el lugar sobre el que estaba allí de pie hacían brillar su vestimenta.
— Ese es nuestro último.
— Así que estás decidido a dejarme ir por segunda vez. Mira, es cierto, tú me dejaste y yo estaba destrozada. Me encontraba sola y perdida y... ahí estaba Hwall. Él sí que estuvo ahí para mí y yo para él. Y sí, es importante para mí ahora mismo. Pero eso no significa que yo le quiera de la manera en la que hablamos.
— No esperes que me arrodille una segunda vez para recuperarte.
— No lo hago, solo te pido que admitas que me sigues queriendo y sigamos hacia adelante.
Jungkook negó con la cabeza y se apartó de ella, poniendo las manos en su bolsillo. Ryujin se cruzó de brazos, dejando caer el peso de su cuerpo sobre la cómoda, apoyándose en ella mientras se mordía la lengua.
— Bueno, ya estoy acostumbrada a esto. ¿Me dirás, al menos, por qué llevas una pistola en el bolsillo de tu sudadera?
— ¿Esto?— La sacó y la dejó encima de la mesita de noche al lado de la cama, dándole la espalda.— No sabía quién eras... al principio.
— ¿Tanto miedo tienes? ¿Hay alguien amenazándote de muerte o algo así? Jungkook, ¿has vuelto a la mafia, verdad?— El chico ni siquiera se giró para verla hablar en serio, cara a cara. Hasta que finalmente, ella dio una pequeña patada a uno de los cajones detrás de ella, lo cual llamó su atención.— Por eso tienes tanto dinero y este enorme hotel y...
— Creo que es hora de que...
— ... por eso me alejas de ti.
— ... te vayas.
Jungkook frunció el ceño y apretó su mandíbula, volviéndose a quedar en silencio y mirándola sin decir nada más. No parecía estar enfadado con Ryujin, sino más bien con la situación que estaban viviendo y se preguntó si aquello tendría un final feliz para ella, porque para él ya estaba todo arruinado.
— ¿Cuál es ese error que cometiste, por el cual dices que me has perdido?
Antes de que él entreabriera la boca para contestar, la puerta se abrió de repente, entrando cuatro guardas armados. Parecían alarmados pero no dijeron nada. Entonces, de entre ellos, apareció un hombre trajeado con un teléfono apoyado en una bandeja de plata, que sonaba sin parar. Jungkook lo miró fijamente sin decir nada, pero se mordió el labio inferior. El chico se lo tomó como una señal, asintiendo, y corrió a coger la pistola. Después cogió otra de dentro de un cajón de la mesita y se la tendió a Ryujin en las manos, que se quedó mirándola como lo que era: un arma de matar personas.
— ¿Todavía recuerdas cómo se usa? Está ya cargada.
Ella le asintió despacio, apuntando hacia el suelo por si acaso, confundida de lo que pasaba. Miró a sus hombres de reojo, esperando que alguno le diera una pista, pero parecían ser perros leales, tanto, que ni se movieron hasta que su amo les dio la orden con un movimiento de mano. Entonces todos desaparecieron de la habitación en formación, sin hacer nada de escándalo.
Él se alejó unos pasos de donde estaba ella, mirándola a contraluz, viendo cómo las luces y las sombras se formaban en su rostro para acentuar su expresión bella pero asustada.
Y, sin que los dos dijeran nada, así solo se entendieron.
Jungkook cogió el teléfono sonante que el hombre le había dejado sobre la cómoda en la bandeja de plata y se marchó de la habitación para contestar la llamada.
Ryujin se quedó en silencio en aquella oscura y solitaria habitación y se sentó sobre la cama del chico, con sus piernas flojeando, para pasarse la mano por el rostro y decirse a sí misma que todo iba a salir bien y que él iba a volver a por ella. Se tumbó sobre ésta, dejando la pistola a su lado sin quitar su mano del mango, en caso de necesitarla, pero esperaba no tener que hacerlo. Entonces se aferró con su mano libre a la sábana, la cual se llevó directamente a su pecho, abrazándola porque olía a él.
ESTÁS LEYENDO
Dónde está tu corazón || OTC 2
FanficYa no oigo tu corazón, Soo Ryujin. (Segunda Parte de Oigo Tu Corazón) • Copia registrada en SaveCreative. • Queda prohibido cualquier tipo de plagio, reproducción o adaptación de esta obra.