Ryujin caminaba por las calles con pies pesados, viendo como las personas pasaban por su lado, cada uno con sus propios asuntos, demasiado ocupados como para parar. Ella sí lo hizo.
Paró a comprar en un pequeño supermercado que encontró casualmente en ese lado de la calle un ramen instantáneo para llevárselo a su apartamento y comer, ya que no tenía tiempo de preparar nada.
Se dio cuenta de que en cuatro años su barrio no había cambiado casi nada, al contrario del centro de la ciudad, los suburbios permanecían igual. Aunque seguía siendo pobre, la delincuencia estaba más controlada y había disminuido. El barrio ahora era más tranquilo, al desaparecer aquel grupo de chicos que causaban terror cada fin de semana, con sus cazas y sus locas fiestas.
Parecía que lo único que había cambiado en su totalidad era su vida.
Ryujin sonrió al recordar lo lejos que todo aquello quedaba de donde estaba ahora. Pagó el paquete de ramen y se lo llevó en una bolsa hacia su apartamento.
Entonces recibió un mensaje en su móvil que le dejó una agradable sorpresa. Su mejor amigo la esperaba en la cafetería de la esquina de su casa para hablar con ella y tomar algo. Y eso era justo lo que necesitaba para quitarse de la cabeza los problemas que tenía.
Acudió con cierta prisa, caminando casi de puntillas, y entró saludando a la camarera que ya conocía de otras veces, la cual había tenido una especie de pasado con su amigo, al ser amenazada sutilmente con una pistola para que cerrara el local, con el cual sorprendentemente estaba saliendo ahora.
Echó un vistazo hasta localizar a Minseok, el cual estaba sentado de espaldas a ella mientras tomaba un café americano de taza. Ella se le acercó sigilosamente por detrás y le pegó un susto, a lo que Minseok se quejó pero que después sonrió al verla.
— Te he pedido un café con leche.
— Yo también me alegro de verte.
— Bueno, no has venido a trabajar en cuatro días. Y sé que no es por un constipado.
Ryujin se sentó y dejó la bolsa a su lado. Le miró ladeando la cabeza y sus ojos se entristecieron un poco. No podía ocultarle nada porque Minseok siempre sabía cuando le pasaba algo.
Cogió su taza de café y le pegó un largo sorbo, tratando de esquivar la pregunta. Minseok esperó en silencio a que terminara, sin quitarle la vista de encima. La chica supo que no lograría que quedase satisfecho hasta que le contestara y se dio por vencida.
— Es que creo que Jungkook me está mintiendo. Oculta algo importante. Le noto distante y no responde a mis mensajes o los evade poniendo excusas.
— Y, ¿has intentado ir a verle?
— No sé dónde puede estar. Ya sabes cómo es...
— Sí, dale tiempo.— Ryujin se encogió de hombros, todavía preocupada después de días sin saber del chico tras su discusión. Minseok quiso cambiar rápidamente de tema al verla así.— Por cierto, ¿sabes ya lo del trabajo?
— ¿Qué del trabajo?
El chico se mordió el labio inferior para evitar que se le escapara una risa que delatase la sorpresa. Aun así Ryujin le pilló y le insistió que se lo dijera, cogiendo una de las pajitas del servidor de la mesa con la que le pegaba pequeños golpecitos para que lo soltara, y no paró hasta que lo hizo.
— ¡Vale, vale! ¡El jefe te ha escogido!
— ¡¿Qué?! No puede ser cierto... ¡Park Minseok! ¿Cómo lo sabes?
— Volví a recoger unas cosas a la tienda y me lo anunció en secreto, pero no he podido contenerme. En fin, eres la mejor de nuestra promoción. Quién no te escogería.
Los ojos del chico brillaban de la emoción y fue cuando la chica supo que decía la verdad y no le estaba gastando ninguna broma. Ryujin ahogó un pequeño grito y se llevó las manos a la boca.
— ¡Dios mío!, es genial, he estado preparándome tanto tiempo... no puedo creer que por fin me pase algo bueno.
— Enhorabuena, Ryu.— El chico le cogió de la mano por encima de la mesa con una enorme sonrisa.— Lo mereces. Y lo harás genial.
Ryujin, sin pretenderlo, pensó en la primera persona a quien deseaba contárselo con toda su alma. Sacó su móvil del bolsillo y rompió la conexión con la mano del chico.
— Tengo que... perdona.
— Tranquila, escríbele.
Ryujin entró en el chat que tenía abierto con Jungkook, el cual había ignorado por completo sus últimos siete mensajes, en los cuales le pedía hablar en persona o como él quisiera, pero quería verle porque le echaba de menos. Y era la verdad, cada día que pasaba se le hacía más pesado estar sin él.
"Ha pasado algo
muy importante del
trabajo. Por favor,
coge el teléfono,
quiero contártelo."— Ahora estoy nerviosa.
— ¿Nerviosa? Ryu, eres capaz de disparar...
— ¡Shhh!— La chica se lanzó a ponerle las manos en la boca para que no dijera en voz alta algo de lo que pudiera arrepentirse y miró a su alrededor por si alguien estaba escuchando.
— Lo harás bien, y aún te queda una semana y media para prepararte.— El chico le quitó sus manos y le pidió a su novia que le pusiera más café en la taza desde la otra punta del local.
— Necesitaré mucha cafeína y toda la ayuda posible.
— Cuenta con ello, de momento ya he pedido cuatro cafés más para llevar. Pero recuerda que debes dormir.
— Eres el mejor, Minseok. Será mejor que me ponga ya a preparar cosas.— Cogió la bolsa de la compra, poniéndosela al hombro mientras comenzaba a pensar en todo lo que debía hacer para planear el proyecto.— ¿Nos vemos mañana?
— Sí, claro, ¿quieres que te acompañe hasta tu piso?
— No, no hace falta. ¡Hasta mañana!
Ryujin se tomó aquel nuevo reto como una oportunidad para distraer su mente y no tener que pensar todo el día en el chico que la traía loca. Y, aunque su mente seguía divagando y preocupándose a cerca de dónde se encontraba él o qué estaría haciendo y, sobretodo, si dondequiera que estuviera estaba a salvo, se centró en su nuevo proyecto de camino a casa.
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Dónde está tu corazón || OTC 2
أدب الهواةYa no oigo tu corazón, Soo Ryujin. (Segunda Parte de Oigo Tu Corazón) • Copia registrada en SaveCreative. • Queda prohibido cualquier tipo de plagio, reproducción o adaptación de esta obra.