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Un suave viento frío recorría las calles cuando salió de la cafetería, por que se llevó las manos para guardarlas en los bolsillos de su chaqueta vaquera. Lo que Soo Ryujin entonces no sabía es que el viento había sido una advertencia del destino para el acontecimiento que iba a pasar.

Esperó a que el semáforo se pusiera en verde mientras daba pequeños saltitos sobre sus pies, ansiosa de poder llegar a casa para planear todo lo que se le estaba ocurriendo en su cabeza, las miles de ideas para aquel importante trabajo que determinaría un punto importante en su carrera profesional. Debía planear escrupulosamente un plan de trabajo antes de que su jefe le contara la noticia y ella fingiera una sorpresa.

El semáforo le indicó que podía pasar, así que eso hizo cuando la hilera de coches que venían por su derecha se paró. Ella iba cruzando el paso de cebra cuando vio, por el rabillo del ojo, que una sombra borrosa se acercaba por la carretera.

Giró la cabeza a su izquierda para ver de qué se trataba y vio una furgoneta negra que se acercaba velozmente a la mitad del paso, justo donde ella estaba caminando.

Todo pasó tan rápido que Ryujin no pudo reaccionar a apartarse cuando la furgoneta estaba a tan solo dos pies de ella, así que puso las manos sobre el capó del vehículo como reacción de su cuerpo ante el peligro.

Como si eso la pudiese ayudar de mucho a sobrevivir, irónicamente.

La bolsa de la compra cayó al suelo, siendo aplastada por las ruedas de la furgoneta y, ella, salió disparada hacia detrás cuando lo último que vio fueron dos luces cegadoras y el golpe del impacto contra su cuerpo, un cuerpo que cayó hacia atrás a un metro del vehículo, que acabó frenando en seco.

Notaba el suelo de la carretera muy frío, más que si estuviera en pleno invierno, y no se pudo mover por puro terror. Su cuerpo no reaccionaba ni aunque escuchara lejanos murmullos a su alrededor, que no podía ver a quiénes pertenecían, apagados por el fuerte latido de su corazón y su respiración entrecortada.

Una figura la levantó del suelo con cuidado y la reclinó hacia adelante cogiéndole con delicadeza de la espalda y la cabeza. Ryujin apoyó su cuerpo en el del hombre que la ayudaba y le decía su nombre sin parar, hasta que ella reaccionó.

— ¡Ryujin!

Minseok la trató de levantar pero sus piernas le fallaron, temblándole. Él la cargó en sus brazos y la apartó de la calzada, sentándola en el bordillo de la acera.

Ryujin miró hacia el lugar donde se había producido el accidente, más allá de la mirada de su amigo, que se había acuclillado frente a ella para decirle algo que no escuchó. Vio cómo la furgoneta ya no estaba, como si se hubiera desvanecido, y se preguntó si se lo habría imaginado, aunque el golpe había sido muy real.

— Ryu, ¿estás bien? ¿Te duele algo?

La chica miró a su alrededor al notar cómo un pequeño grupo de personas que habían presenciado la escena estaban atentas de su respuesta, asustados. Ryujin asintió pero se dio cuenta de que ni ella misma lo sabía y solo lo hizo para que la dejaran tranquila por el shock.

La gente solía decir que en ocasiones de extremo peligro el cuerpo deja de notar el dolor para concentrarse en una única respuesta: sobrevivir.

Un hombre se ofreció a llamar a la policía y una señora a la ambulancia, pero Minseok les dijo que no se preocuparan porque él se iba a encargar del tema. Al final acabó convenciéndoles y todos se marcharon para dejarles hablar.

Ambos sabían que aquel era un asunto en el que la policía no podía involucrarse.

— ¿Y... y la furgoneta?

— Dame tu teléfono.— Le exigió alargando su mano hacia ella.

Ryujin pudo ver en los ojos del chico un enfado que crecía en su interior al verla así y que parecía haber dictaminado quién era el culpable de que le hubiese pasado aquello. La chica negó con la cabeza y él desistió, apartando su mano.

— Ryu, sabes perfectamente que esa furgoneta no la llevaba un conductor distraído.

— ¿Quiénes eran?

— No lo sé. Pero te juro que voy a averiguarlo.

— Minseok, ya te has metido en suficientes líos por mi culpa. Vamos a dejarlo pasar por esta vez, ¿vale? Puede que solo fuera un simple accidente y se haya dado a la fuga. Cosas así pasan todos los días...

— Sabes que eso no es verdad.

— Estoy bien, no tengo ninguna herida.— La chica, con la ayuda de la caballerosa mano de Minseok, se puso en pie.— Ha sido solo un susto. Por favor, hazlo por mí, déjalo pasar, ¿vale?

— Vale, pero voy a acompañarte a casa.

Dónde está tu corazón || OTC 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora