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— Te lo contaré tal y como pasó. Fue aproximadamente 2 meses y medio atrás, cuando nosotros todavía estábamos juntos. ¿Recuerdas la noche que fui a tu casa con la camisa manchada de sangre? ¿Aquella que discutimos?— Ryujin asintió con la boca abierta, absorta por la historia que estaba escuchando.— Tú... tú curaste mis heridas, pero no era mi sangre la de la camisa. Pasé unas semanas tan jodidas que lo único que me mantenía en pie eran las peleas callejeras, emborracharme sin que lo supieras y... tú.

<< Empezó cuando Hwall me llamó para dar un último golpe, junto a Seulgi, después de casados. El plan era atacar la Lotte Tower, para hacer una negociación. Querían derribar el hotel de la sede del clan para construir un centro comercial. >>

<< No podíamos permitirlo. >>

<< Hwall me aseguró que sería un plan seguro, con altas probabilidades de éxito, pero ya puedes imaginar que no fue así. Lo repasamos miles de veces antes de ejecutarlo, no podía haber ninguna falla, ninguna remota posibilidad de que saliera mal... >>

<< Jamás debí aceptar aquello, Ryu. Jamás. >>

****

2 meses y medio atrás

Seungi se infiltró dentro de las oficinas de la Lotte Tower vestida como una trabajadora más. Llevaba puesto un mono de color gris azulado y arrastraba un carro lleno de instrumentos de limpieza por uno de los pasillos mientras saludaba amablemente a las personas con las que se iba cruzando hasta llegar a una sala de descanso donde algunos trabajadores tomaban un café.

Hwall y Jungkook, mientras tanto, se dispersaron. El primero entró en la oficina del CEO, que no tenía ninguna reunión y se encontraba allí solo. El segundo se puso una máscara barata, de un conejo de color rosa que había comprado previamente en una tiendecilla en la misma calle que el edificio, y entró en la misma sala donde estaba Seulgi, apuntando con una pistola.

Al verle, toda la gente comenzó a entrar en pánico y gritar. Jungkook cogió a Seungi del brazo y la tomó como rehén, actuando para atraer la atención del personar y asustarles para que vaciaran el edificio.

Su actuación ensayada marchó tan excelente, que todos parecieron creer que se trataba de un robo de novato y sembró el caos en las oficinas. A los pocos minutos, toda la planta estaba vacía y los hombres de Hwall entraron al edificio para cubrir las salidas, las ventanas y cualquier medio de entrada o salida. Jungkook ató a Seungi a una de las sillas mientras Jun, desde un sótano, dejaba unas pocas de las cámaras de seguridad encendidas apuntando hacia ella, que actuaba retorciéndose en las cuerdas de manera realista.

Cuando lo hizo, Jungkook esperó a que Hwall diera el visto bueno para abandonar el edificio cuando el "acuerdo" con el CEO se hubiese hecho.

Jun controlaba las cámaras de seguridad y las puertas, bloqueándolas para retrasar a la policía, que ya había conseguido entrar a la primera planta del edificio.

Mientras esperaban a la señal de Hwall, Jungkook y Seungi se miraban, esperando que aquello terminara rápido para marcharse. 

— ¿Crees que Hwall lo conseguirá?— Le preguntó ella.

— No lo sé seguro.

— A veces es un poco patoso, pero se intenta hacer el fuerte.

— Es un buen líder, ¿verdad?

— Es un buen esposo. A veces...— Bromeó levantando las cejas.

— Quién lo diría...— le contestó Jungkook haciendo gestos bruscos hacia ella con la pistola y las manos, para fingir ante las cámaras— menos mal que no llegamos a casarnos.

— ¡Imagínate! Bueno, creo que nunca te di bien las gracias por haberme liberado de la carga de mi padre. Gracias.

— No hay de qué.— Jungkook le asintió.

De pronto escuchó la voz de Hwall en su oreja, por el pinganillo, dándoles el visto bueno y Jun les mandó drones que depositaron una especie de ganchos en las ventanas de cristal de la sala donde estaban para pasar de allí a la azotea del otro edificio sin ser vistos. Los hombres de Hwall se fueron marchando de uno en uno hasta que solo quedaron ella y él en la sala para no levantar sospechas.

Después Jungkook se acercó a ella y la sacó fuera de las cámaras a un punto ciego que Jun le indicó, para desatarla con prisa. Aquello, por algún motivo, le costó hacerlo más tiempo del que habían ensayado, lo que les retrasó unos minutos porque la cuerda estaba muy fuerte atada.

Para su sorpresa, comenzaron a escuchar el ruido de la policía al otro lado de la puerta. No les quedaba mucho tiempo para escapar.

Seungi le pedía que se fuera y se lo repetía una y otra vez mientras él hacía fuerza para desatarla sin éxito. Pero a Jungkook le daba igual lo que dijera, incluso si tenía que desobedecer órdenes. Porque no iba a dejar a nadie atrás y menos, abandonar el edificio a tiempo sin ella.

— ¡Jungkook! ¡Vete!— Le gritó por encima del ruido al otro lado, viendo que no iba a poder liberarla.— ¡Déjame! ¡Vete!

— ¡No!

— ¡¡Vete!!

— ¡¡NO!!

La policía había conseguido hacer un agujero en la puerta y el sonido de las metralletas comenzaba a escucharse.

En cuestión de segundos, Seungi deslizó con su pie hasta él su pistola porque Jungkook había perdido la suya de los nervios. Él sabía perfectamente lo que aquello significa y aun así la cogió sin tener tiempo a pensárselo.

La noche anterior, en un último repaso del plan, Seungi pidió en secreto a Jungkook que le hiciese un favor: si la pillaban, que no dejase que se pudriera en la cárcel, porque sabía que
iba a ser imposible. Tenía la certeza de que una vez dentro, ni Hwall, ni Jungkook, ni nadie la iban a poder sacar.

El chico se negó, horrorizado de que le estuviera pidiendo aquello y se marchó sin decir una palabra más, dando por zanjado el tema.

Uno de los policía que encabezaba al grupo tras la puerta, había logrado entrar dentro y Jungkook se giró hacia él para dispararle del pánico. Logró alcanzarle y le hirió, haciéndole caer al suelo. Su cuerpo se desplomó y Jungkook se puso de pie, con el corazón a mil. Jamás había herido a un policía y nunca había sido su intención. Era del tipo de gansgter que podía matar a aquellos que querían hacer daño a su familia pero nunca a aquellos que también protegían a la suya. Eso les daba honor y Jungkook lo respetaba. Entonces entendió lo que Seungi había le había querido decir la noche anterior.

Una vez en la cárcel, se había acabado. Era una muerte más lenta y dolorosa que la realidad.

No les quedaba nada de tiempo. Solo tenía segundos para pensar algo que no quería hacer, pero tenía que hacerlo. Hasta que dejó de escuchar los gritos desesperados de Seungi hacia él, para leerle los labios. En sus palabras le dijo: "me lo prometiste", "hazlo".

Jungkook llevó la pistola hacia ella, apuntándole con el pulso flojo y lágrimas en los ojos. Seungi le sonrió con una paz indescriptible en sus ojos y los cerró.

Dónde está tu corazón || OTC 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora