- Hoy tampoco ha venido? -pregunta tímidamente Agoney a Alfred cuando lo ve aparecer por la puerta de clase
- Lo siento, tío -niega con la cabeza el catalán- oye, sé que no tenemos mucha confianza, pero qué ha pasado?
- Raoul no te lo ha contado? -se sorprende el canario
- No, dice que no quiere hablar del tema sin que estés tú delante -se encoge de hombros- lo hace siempre, quiere que los demás conozcamos las dos versiones para sacar conclusiones por nosotros mismos
- Él estuvo ahí cuando yo lo necesitaba y yo le destrocé a la más mínima -admite sin rodeos el canario- fui un egoísta y ahora todo se ha ido a la mierda
- Mira, Agoney -empieza Alfred colocando su mano sobre el hombro del mencionado- si me oyera, me mataría, pero esto de aquí no sale -le guiña un ojo- aunque él diga que no, le gustas, en serio, y si te esfuerzas un poquito te va a perdonar, pero ahora necesita tiempo
- Gracias, Alfred -dice sinceramente el moreno
Agoney se dispone a volver a su asiento, pero el catalán se lo impide.
- Una última cosa, Agoney
- Dime
- Si te gusta, perfecto -sentencia Alfred- pero si no, a parte de que no te entendería, no juegues con él, porfa
- Claro
- Me lo prometes?
- Te lo prometo
Y ahora sí, los dos chicos se separan yéndose cada uno con su grupo de amigos.
- Qué hablabas con Alfred? -pregunta curioso Ricky
- Nada, una cosa de las clases de canto, como él ha estado en el conservatorio me ha echado un cable -miente Agoney
Sus amigos parecen creerse la mentira, cosa no muy difícil ya que Agoney es un actorazo de los pies a la cabeza, y siguen el transcurso del día como si no pasara nada.
Raoul vuelve a clase una semana después. Las ojeras se le salen de la cara y esos labios que siempre mostraban una sonrisa, aunque la mayoría de las veces fuera fingida, ahora se han torcido hacia el lado contrario otorgando una imagen de un Raoul completamente destrozado.
- Raoul, tío, qué te pasaba? -pregunta inocentemente Roi
- Eso, nos tenías preocupadisimos -afirma Thalia
"Claro, preocupadisimos... por eso solo me han llamado Alfred y Aitana... bueno y Agoney, pero él no cuenta" dice irónicamente para sus adentros el rubio.
- Nada, no os preocupéis -le resta importancia al asunto Raoul
- Seguro? -pregunta Mimi
"Pues claro que no, llevo una puta semana sin venir..." grita por dentro.
- Seguro -acaba afirmando
Y eso es todo lo que necesitan oír, pues cada uno vuelve a su conversación como si no pasara nada. Raoul mentiría si dijera que no le ha dolido que ninguno de sus amigos sepa leerle tan bien como Alfred como para darse cuenta de que obviamente se encuentra mal o directamente ni siquiera se encuentra. Pero también mentiría si dijera que le ha pillado por sorpresa.
- Raoul! -le llama el canario cuando lo ve en la cantina del instituto durante el recreo
El nombrado hace oídos sordos y sigue su camino sin siquiera mirar al otro chico que no se da por vencido y le sigue.
- Escúchame, por favor -suplica el moreno- sé que la cagué mucho y que no tengo derecho a que me prestes ni un solo segundo de tu tiempo, pero...
- Adiós, Agoney -se limita a responder Raoul
- Pero déjame explica...
- Adiós
- No piensas volver a hablarme nunca o qué? -se empieza a desesperar Agoney
- Pues mira, esa es la idea -asiente Raoul
- Pues hoy mismo tenemos clase de canto juntos, así que no sé cómo vas a evitarme
- Sencillo, no voy a ir, así Rafa y tú podéis follar tranquilos -suelta sin ningún tipo de anestesia el menor
- Raoul... de verdad a estas alturas aún crees que voy a clases de canto por Rafa? -pregunta escéptico Agoney- ahora que ya... bueno, ya sabes, no necesito la excusa de las clases para estar con él...
Y Raoul maldice a su corazón por desbocarse con solo dos palabras bonitas que le suelte la boca del canario después de lo mucho que le costó aunar todos los pedazos que el mismo Agoney se encargó de destrozar y desperdigar por ahí.
- Pues entonces no entiendo por qué sigues yendo -responde Raoul intentando mantener la serenidad
- Por ti -ataca Agoney a la yugular- por tu voz, haces magia, Raoul
"Hago magia pero soy el otro" ríe con rabia su mente.
- Muy bien, Agoney, iré a la clase -cede Raoul- pero sigo queriendote bien lejos de mí
- Como desees, lobito -Agoney le dedica una sonrisa triste recordando el consejo de Alfred y se marcha
Lobito. Lobito. Lobito. Una palabra. Seis letras. Miles de sentimientos amontonados uno encima de otro. Temiendo no ser capaz de aguantar el tipo, Raoul huye al baño lo más rápido posible donde, efectivamente, acaba llorando todo lo que lleva aguantando desde el primer Raoul que ha salido de la boca del canario.
- Tío, estás ahí? -reconoce la voz de Alfred al otro lado de la puerta- hay que volver a clase, ya
- Paso, tío -responde Raoul intentando no hacer notar que está llorando- iré a la siguiente
- Estás bien? Que pregunta más tonta -se autocorrige el moreno- hay algo que pueda hacer?
- Me temo que no, pero muchas gracias, Alfred -dice sinceramente el rubio
Su amigo sale del baño dejándolo al fin completamente solo. La idea de tener que asistir a la clase de canto con Rafa y Agoney aviva la ansiedad que ha florecido en su cuerpo desde que sus padres dejaron este mundo. Así que no se le ocurre otra cosa que calmarla como siempre, saca de su bolsillo su calmante personal y se lo fuma.
Raoul no asistió a la clase de después del patio, al igual que no asistiría ni a la siguiente, ni a la última del día. Y al igual que no hace presencia en el aula de música a la hora de la clase de canto.
- Dónde coño está? Dijo que vendría... -se preocupa el canario
- Bueno, no sería la primera vez que dice que va a hacer algo y acaba desaparecido del mapa -ataca Rafa
Agoney decide ignorar ese comentario de tan mal gusto y sigue hablando.
- Voy a buscarle
Y así lo hace. Se recorre todo el instituto cada vez más nervioso e inquieto por el paradero del catalán. Y es en los baños donde se encuentra al rubio. O lo que queda de él. Pues el pequeño cuerpo adornado por una cabellera rubia se encuentra tirado en el suelo rodeado de un pequeño charco rojo que, como bien intuye Agoney, es sangre.
- RAOUL! RAOUL, DIOS MIO QUÉ TE HA PASADO -el canario se arrodilla junto al chico y le da un par de toques en la cara para espabilarlo
Está caliente, el golpe ha sido hace poco. Presa del pánico y con las manos ensangrentadas, lo único que puede hacer Agoney es avisar entre lágrimas a Rafa quien llama al 112 y se encarga de todo, mientras en un segundo plano el canario se queda observando sus manos temblorosas y aún teñidas de rojo con el gran peso de la culpa machacandole los hombros.
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RETO NÚMERO CINCO (Ragoney)
FanficAgoney y Raoul llevan años con una rivalidad que ninguno de los dos tiene ni idea de cómo empezó. Ahora una serie de catástrofes, entre las que se encuentran una adicción y un profesor de música entrometido, darán la vuelta al asunto y harán ponerse...