Accidente de media noche

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Esa noche no podía dormir...

Para empezar, todo el cuerpo me dolía como si hubiera corrido un maratón. La cabeza no dejaba de darme vueltas; sólo podía pensar en violentas ideas de venganza en todo contexto imaginable. Pensé en leer algo para apaciguarme, pero todos mis libros estaban en el librero
de abajo y pensar en levantarme de la cama, ponerme zapatos y bajar las escaleras me provocaba una pereza infinita.

Se me ocurrió contar borregitos, eso solía funcionarme. Así que empecé.

Primero una, luego otra y así sucesivamente, las borregas iban brincando la pequeña cerca de madera de mi imaginación. Mas o menos cuando llegué a la séptima oveja vi como éstas empezaban a deformarse. Primero les aparecieron brazos, luego piernas, después
una melena castaña y luego esa odiosa chamarra color crema tan conocida, y después, la oveja número doce sufrió una macabra deformación en su cara hasta convertirse en... ¡el nauseabundo rostro de Jerry! fue una visión terrible. Pero lo peor fue cuando
ésta oveja-Jerry se volvió hacia mi sonriendo y de la nada sacó una dinamita... "¿Quieres jugar Tom?"

¡MIERDA!

Desperté.

-Creo que lo mejor será ir por un libro- Me dije a mi mismo aún con la boca seca.

Ya resignado bajé de la cama, me puse las pantuflas con lunares que tanta gracia le hacían a mamá y bajé directo a la sala.

Cuando llegué junto al librero me dispuse a elegir un título de mi agrado. Justo estaba decidiendo si leer crimen y castigo, Venganza de sangre o la novela gráfica de V for vendetta, cuando un crujido extraño proveniente de la cocina me distrajo. No le presté mucha atención, imaginé que era mi madre, pero unos segundos después escuché un:

¡SPLASH!

Supe entonces que seguramente se trataba de Jerry. Mi mamá no hacía tanto escándalo cuando bajaba a buscar comida. A decir verdad nunca bajaba de noche a la cocina... después de éste breve pensamiento pensé: "La cocina... mi cocina. Jerry está hurgando en
MI COCINA." 

Me dirigí con paso apresurado hacia allá para darle de comer su propia lengua, pero entonces me detuve. "Tranquilo Tom. Ya estás en suficientes problemas por su culpa, además aunque no me guste, fue mi madre la que accedió a que se quedara aquí." Respiré
hondo, una, dos y tres veces.

Ya había logrado relajarme un poco, cuando de pronto mi celular vibró. Era un mensaje de Butch.

Adjunto venía una foto.

"Hey Tomas, adivina a quién eligieron como organizadores del concurso de talentos éste año! :D "-

"-A mí que demonios me importa eso, de todos modos nunca voy a esas cosas-" Pensé

"¿Es importante? no, no se ¿A quién?"

"A Bianca y a ti! ;D "

Casi arrojo el teléfono de la impresión. Yo y Bianca, la hermosa Bianca, organizando un estúpido evento de secundaria... increíble.

Pero esa emoción se esfumó tan pronto como apareció cuando regresé a la cruda realidad. No iba a poder hacerlo. Por culpa del tarado de Jerry, yo había sido suspendido una semana. Maldita sea mi suerte, y sobre todo, maldito seas Jerry.

El diario de TomDonde viven las historias. Descúbrelo ahora