¡¡Holaaa!! Espero que estén teniendo un bonito domingo :3 acá en mi ciudad está nublando, lo cual me encanta <3
Bueno pues ya les traigo nuevo capítulo. Perdonen la tardanza, pero estoy ahora mismo en tres trabajos a la vez y aunque amo escribir cada vez tengo menos tiempo </3 aun así me esforcé para que quedara muy bien, y la verdad que este es uno de los que más he disfrutado escribir hehe.
Nunca me voy a cansar de agradecerles su apoyo, sus votos y sus comentarios. ¡¡De verdad lo aprecio mucho!! :'3
Y ahora sí, los dejo con el capítulo de hoy! X333
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Miércoles 5 de agosto
—¡Mi oficina quedó reducida a cenizas!— Gruñó el director Barbera, moviéndose de un lado a otro tratando de no caer del bote de pintura sobre el que estaba sentado.
Mamá no dijo nada. Seguía con la vista fija en el escritorio lleno de moho frente a nosotros.
—Señora Gris.— Continuó el director, luchando por mantenerse calmado. —Temo que los gastos para reparar los daños causados por su hijo deberán ser cubiertos.
—Si, entiendo.— Respondió mamá, aclarando su garganta con nerviosismo. —¿De cuánto estamos hablando?
El director Barbera le hizo una seña a su secretaria, quien fue corriendo hacia él entregándole una carpeta de la que sacó una hoja de papel bastante larga. El director comenzó a hojear el documento hasta llegar al final.
Tragué saliva. Ese papel era enorme.
—Bueno, si restamos al total lo que cubre el seguro, nos quedan... 4955 dólares.
Mi madre y yo nos quedamos pasmados en nuestros lugares ¡Eso era muchísimo dinero! Ella apenas y podía cubrir los gastos del mes con lo que le daban de la manutención. También sacaba otro poco de las ventas que hacía por catálogo, ¡pero ni de broma nos sobraban 4955 dólares!
—Entiendo, entiendo...— dijo mamá, asintiendo pesadamente y levantando la vista hacia el señor Barbera. —Y respecto a mi hijo...
El director bajó la carpeta para poder mantener contacto visual con mi mamá.
—Señora, estoy seguro de que usted comprende que la situación con su hijo es muy seria, y entenderá que no me queda otro remedio que expulsarlo.
Casi me caigo de la silla, mientras que mi madre se puso una mano en el pecho como si le hubiera empezado a doler de pronto.
—¡Pero yo no lancé la dinamita!— Repliqué con desesperación.
—Joven, su cara apareció en las cámaras de seguridad de la cabina de vigilancia. ¡Usted estaba fisgoneando ahí! Además tenemos el testimonio de nuestra muy confiable guardia nocturna.
—¡Pero fue precisamente esa señora histérica quien lanzó la dinamita! yo solo quería...
—Hijo, por favor.— Me pidió mamá, aún con la mano en el pecho.
Guardé silencio y me quedé quieto.
El director Barbera continuó, batallando para no caerse de su bote de pintura.
—Además tengo que recordarles a ambos que ya había pasado por alto el otro incidente, e incluso le perdoné la suspensión.— Añadió el director agitando su dedo índice.
—¿La suspensión?— Preguntó mi madre frunciendo el seño con angustia. —¿El otro incidente? ¿Qué qué otro incidente?
Cerré los ojos. Quería desaparecer en ese instante.
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El diario de Tom
Hayran KurguEsta historia relata las aventuras de Tom y Jerry desde una perspectiva diferente. Aquí los personajes son vistos como adolescentes humanos enfrentándose a las desventuras de la vida colegial, aunque siempre con el humor característico de Hanna-Barb...