Desayunar junto a una música de fondo era mi rutina, la pieza era Serenade de Franz Schubert. Contemplé el plato extra, servido por costumbre. De nuevo cometí el estúpido error de creer que ella bajaría a comer conmigo.
Sé que tenía treinta y un años, no debería actuar como un mimado, y no me importaba, he amado con locura a mi madre. Nunca tuve pizca de temor en decirlo delante de miles y miles de personas antes y después de cada una de mis funciones, esperándola entusiasmado que vaya a mis conciertos.
La buscaba en el mar de personas, volviéndola el centro de mi mundo y aún si se hallaba débil, ella venía a verme contra todo pronóstico. Dándome todo su apoyo desde el mejor asiento reservado.
Los jóvenes están olvidando lentamente lo valioso que era una mamá y un papá, yo nunca tuve una figura paterna así que fue normal para mí, el haberme deprimido de esta forma; otros niños nunca podrán conocer a quien les dio la vida, por eso estoy agradecido de haber tenido una mujer como ella de madre.
Mi teléfono vibró. Lo ignoré. No poseía el deseo de hablar con alguien y desahogarme, eso no me iba a ayudar. Estaba de luto.
¿No pueden respetar mi espacio?
Hablar de ella era más doloroso, prefería recordarla en silencio y respetar su memoria como mejor me convenía.
La vida continuará sin mí, solo soy un hombre que necesita reposar su mente. Detenerse un momento. Ya he hecho suficiente, he dado lo mejor de mí y ya no queda nada más por dar.
Debería abandonarlo, pensé.
Mi cuchara chocó despacio el fondo del tazón, comiendo los cereales sin querer contar los mensajes que llegaron todos los días. Debido a mi imprevista desaparición, he silenciado el teléfono y no he entrado ni a ver en las redes sociales.
Ellos me querían de regreso al Centro de las Artes de Seúl, íconico lugar para eventos artísticos.
Ni siquiera era parte de la Filármonica de Seúl —colaboré con ellos, de hecho—, mas, mi presencia logró capturar el interés hasta de una audencia que no le interesaba la música clásica. Me gané sus corazones porque mi don para este arte, les acariciaba el alma de tal forma, que les permitía mirar dentro de mí.
Era puro, gentil y cálido.
Alas de un ángel abrázandote, cosquilleándote en la piel sus plumas divinas y haciendo que tu corazón, por más de que hayas sentido ansiedad y nervios, este dejaba de latir con presura porque te acunaba.
Actualmente al tocar, lo sentía soso, insensible, frívolo, sin pasión. Desesperadamente anhelaba tener ese chisoa de vuelta...¿Y cómo?
No lo sé, tampoco estoy interesado en averiguarlo.
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Bxllshit Botton ─ myg + jhs
FanficMin Yoon Gi es un pianista reconocido, con diez años de carrera a sus espaldas. Su sueño era volverse el mejor a nivel nacional e internacional. Su madre en sus tiempos de novato, estaba muy enferma, así que el camino de su meta fue díficil, lleno d...