La hora dictó las doce del mediodía, estaba sorprendido con la rapidez que el día se había ido, siempre en un parpadeo. Me ofrecí a llevar a Ho Seok a su casa, porque no soportaría que fuera en autobús, no quería que gastara su dinero y lo desperdiciara de esa forma.
En cuanto entré a su barrio, mi auto acaparó la mirada de los vecinos, incluso de las madres y ancianos que desconocían el modelo, aunque fuera fácil de adivinar por la marca en la parte delantera. Estacioné en la calle, bajé y le entregué su caja de cereales, inmediatamente él lo estrujó en su pecho, abrazándolo como si fuera un tesoro que no iba a soltar jamás y debía de protegerlo.
Su gesto me hizo recapacitar un montón de cosas.
—Ho Seok... —Sabía que me iba a arrepentir, apreté las llaves del auto en mi palma, me concentré en la locura que mis labios soltarían: —No vuelvas a gastar dinero innecesariamente. No necesitas venir a mi casa todos los días... Solo ven a mi cumpleaños y trae mi regalo, ¿está bien? No quiero preocuparme por ti.
—Así que lo sabe —murmuró, sonrió triste por primera vez. Él cambió su expresión y asintió, prácticamente renovado, dándome una reverencia de respeto y agradecimiento. En el fondo yo sabía que no me iba a hacer caso, ignoraría mi pedido por más que él dijera: —Si es su deseo, lo haré.
Lamí mi boca, pretendí que no me afectó, jugando con las tiras de mi abrigo gris.
—Adiós, Ho Seok —lo despedí, deseaba irme pronto, correr lejos y verle el menor tiempo posible.
Mi garganta se había secado con esa simple frase y me quedé en el asiento sin moverme, esperé que él ingresara al interior de su casa, pero allí se quedó, con su enorme y radiante felicidad. Su mano se elevó, me despidió tantas veces que creí que se le iba a caer el brazo. Iba a reírme, recordé que no quería darle ningún tipo de placer, no quería perder y caer en su juego.
Porque sé lo que él ansiaba, lo que esperaba y buscaba más que nadie: A mí como su profesor. Eso, y que hubiera una mínima señal de alegría en mi rostro.
O tal vez más.
Mi compungida expresión se reveló, así que dejé el lygar, recorrí las calles y las memoricé. El clima frío a estas alturas del año, era de mis favoritas, porque las personas evitaban salir. Quedaban resguardados en sus hogares.
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Bxllshit Botton ─ myg + jhs
Hayran KurguMin Yoon Gi es un pianista reconocido, con diez años de carrera a sus espaldas. Su sueño era volverse el mejor a nivel nacional e internacional. Su madre en sus tiempos de novato, estaba muy enferma, así que el camino de su meta fue díficil, lleno d...