Primavera.

15 2 0
                                    




Estación que termina con el solsticio de verano, me enceguece con sus tonos felices, amarillo, rojo, verde. Paletas rosadas y personas con sus mejillas rojizas pasan por el parque ignorando las bancas vacías que esperan apacibles.

Como en muchas otras ocasiones me siento en una de las bancas abandonas del parque convirtiéndome así en otro simple objeto opacado por los efusivos colores que trae consigo la primavera. Interrumpiendo mi paisaje de patos y pequeñas casitas de helado, pasa delante de mi una mujer pálida como los colores del invierno, con su cabello rojo y un rostro que representa lo vil de la inocencia, puedo notar que está apurada por sus grandes pasos que la alejan tan rápido de mi que no me queda tiempo de tratar de sentir su olor o de descifrar si su vestido es de girasoles o de margaritas. Desaparece dándole paso a la profunda tristeza que me deja el no poder saber quién es aquella chica que acaba de interrumpir mi momento de admiración a los patos.

Decido ir al café bar de siempre no precisamente a tomar café. Pido un ron y el cigarrillo más barato. Me siento a conversar con aquel muchacho que atiende en el bar, quizá solo sea unos años mayor que yo.
Me atrae, y el lo sabe, hay coquetería en el aire que se esfuma con la llegada de un amigo de confianza. Miro a aquél muchacho tratando de reflejar inocencia en mi mirada, sabiendo que él me ve como la mismísima hija de satanás. Me alejo de la barra y tomo asiento con mi amigo Rep en unas escalas grises afuera del bar. Una calada más  y se extingue mi cigarrillo –Te invito a otro–me dice Rep, haciéndome quedar un rato más.

Al llegar a casa me despojo de los zapatos y las medias a rayas que compré la semana pasada, apoyo mis pies descalzos sobre el frío suelo de mi casa y voy directo a la cocina por un chocolate caliente con galletas. Mientras le doy sorbos pequeños a mi chocolate le doy tiempo a mis preocupaciones de invadir mi noche, cambia rápido mi estado anímico al sentirme sola y dedicada exclusivamente a respirar, mis pensamientos me marean más que las multitudes.
Salvándome, aparece el recuerdo de aquella chica con el vestido de girasoles o margaritas y trato de ponerle un nombre.
–Tiene cara de Samantha– digo para mis adentros. Contradiciéndome al encontrar un nombre más acorde para la peli roja. Elizabeth.

Printemps, Alfons Mucha

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Printemps, Alfons Mucha.

Sinónimo de melancolía.Where stories live. Discover now