Alice la sigue, todavía sonriente. Murron era experta en hacerse la tonta cuando le convenía, así que la chica lo dejó pasar por una razón particular: aún no se le olvidaba que para su cumpleaños, su hermano y ella habían llegado juntos; pero ya tendría el momento de preguntarle el porqué. Suben al auto y a los diez minutos están afuera de un bar de música electrónica al que Murron había deseado ir, total, Lovise y Mathias se desocuparían más tarde. Allistor se encontró con Govert, un viejo amigo de secundaria y pudo hallar un momento de distracción mientras su hermana y su amiga se divertían por otro lado y conversaban entre ellas sobre temas variados que el pelirrojo no se sintió culpable en llamar "tonterías de chicas". Murron recibió el mensaje de Lovise anunciando que finalmente no podrían ir porque Mathias había llegado un poco enfermo del trabajo, le pedía que la disculpara con Alice, que pronto la felicitaría personalmente y que no se olvidara de lo de Francis. Murron torció la boca en decepción pero no le quedó más remedio que decirle a Alice que Lovise no vendría y a Allistor informarle que Mathias estaba enfermo.
Finalmente terminaron la noche en una discoteca, tal como la casi egresada estudiante quería, donde Murron y Alice bailaron eufóricamente mientras se reían entre ellas de los tipos que se les acercaban con segundas intenciones y donde la rubia soltada un despectivo y absolutamente convincente "quítate, estoy con mi novia" y Murron soltaba una risa que hasta casi resultaba hiriente para posteriormente llevarse a Alice del brazo hacia la pista. Saltaron, gritaron y celebraron cada canción como si hubieran sido compuestas para ellas hasta que Murron sintió que su teléfono sonaba. Era Francis, avisándole que iba entrando y la irlandesa divisó hacia la entrada, donde lo vio llegar flamante con su ropa de diseñador y su suave perfume marino. Murron sonrió encantada haciéndole una seña disimulada y luego le dijo a Alice "mira quién viene ahí" y la rubia giró, intrigada. Francis se acercó a las chicas y ella le dijo a su amiga que aprovechara el momento, que ya estaba bueno de tanto rodeo sinsentido. Claro que Alice le recriminó disimuladamente su "traición", pero Murron la ignoró con dramatismo y le dijo a Francis que la cuidara con su vida si no quería enterarse de lo que era capaz una irlandesa ebria y enojada. Después se fue a la barra a beber cerveza con la urgencia de quien bebe agua luego de una maratón, encontrándose con Allistor, quien estaba allí hace rato con su clásico humor de perros y su infaltable cigarrillo. La miró sin dejar de sorprenderse.
—Confieso que no esperé jamás que te llevaras tan bien con Alice—Comenta al aire. Murron, después de ingerir la última gota, lo mira y le responde:
—Es mi amiga y es una chica extraordinaria—Afirma—. Me pregunto cómo diablos el universo confabuló para que un tipo como tú terminara siendo su hermano—Dispara con su clásica falta de diplomacia hacia él.
—De la misma forma en que lo hizo para que terminaras tú aquí escupiéndome veneno cada vez que puedes—Responde, bravo.
Murron suelta una risotada diciendo que el destino no era el responsable de eso sino su padre por haberla contratado. Allistor rueda los ojos; tiene que darle la razón. La chica gira hacia la pista sin abandonar la conversación con él, que se erigía sobre los mismos términos de siempre que un tema se instalaba entre los dos. Las pesadeces fueron y vinieron hasta que en algún punto su humor negro y el disfrute por el whisky se encontraron en un lugar común, y Allistor entonces pudo observarla mejor, más de cerca. Murron era ácida en todas sus formas, era divertida y tenía tremenda tolerancia al alcohol como para ser una chica. Notó la forma de su cara, su nariz respingada, su cuello fino, su cabello largo y sus pestañas erguidas. Lo femenino de sus facciones y su silueta contrastaba demasiado con la enorme jarra de cerveza que se disponía a beber ahora y él se sintió obligado a acompañarla porque se le hacía hasta ridículo que viéndola vestida con un pantalón rasgado, botines negros y una chaqueta de imitación-cuero rosa (además de su blusa blanca crop top, pero Allistor prefirió omitir de su mente ese detalle porque no quería volverse loco. Tenía que ser el whisky, sí, eso debía ser) fuera capaz de beberse todo eso ella sola. De pronto se dio cuenta de que la miraba demasiado y el cigarrillo acabó consumiéndose solo entre sus labios, cosa que Murron notó y lo miró de reojo, afilando su mirada gatuna que con ese delineado negro se volvía más desafiante aún, pero no dijo absolutamente nada, ni siquiera hizo algún gesto demás.
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APH: El ritmo de tus ojos | EscociaxNyo!Irlanda
ФанфикLuego de dos años trabajando para los Kirkland, Murron Mackay experimenta una sensación extraña cuando todo a su alrededor se vuelca hacia Allistor, el hijo de su jefe, haciendo que incluso su sola presencia la divida en dos: por un lado, un aleteo...