IX: Canción animal

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La semana siguiente en la oficina, Allistor evita a Murron como si le pagaran por hacerlo. Si algo debía obtener de ella, se lo pedía a Alice, Alice a Murron, Murron a Alice y Alice a Allistor y así fueron creando una burocracia imposiblemente innecesaria y enorme que a la primera que hartó fue a Alice y con toda la razón del mundo. Llegó un día hecha una furia a la oficina de su hermano a decirle con todas sus letras que ella no era paloma mensajera de nadie y que si necesitaba a Murron, que tuviera los pantalones como para ir y meterse a su oficina y pedírselo.

Allistor ignoró su regaño, pero cuando se vio en la urgencia de revisar las entrevistas psicológicas de los empleados que habían sido elaboradas y revisadas por Murron, tuvo que tragarse todo y caminar hasta allá.

Con la voz más robótica que encontró, le pidió la carpeta y una vez que ella se la entregó, giró rápidamente para retirarse, pero Murron lo detuvo.

—Tenemos que hablar, Allistor.

Él frunce el ceño. Era la primera vez que lo llamaba por su nombre, sin apelativos irónicos de por medio.

Era demasiado predecible que sería Murron la que tocaría el tema primero, pero tampoco era llegar y decir que para ella había sido fácil. Plantearse un momento y analizar los pro y los contra de cortar esa tensión era un paso complejo porque significaba enfrentar la situación consigo misma, cosa que a veces resulta mucho más difícil de hacer que con alguien más. Allistor simplemente lo evitó como pudo y había decidido esperar y eso le había resultado mejor de lo que creyó.

Gira otra vez hacia ella, mirándola de forma escueta.

—Tú dirás—Resuelve.

Murron lo mira, intentando mantener la calma. Había pasado todos esos días moviéndose entre la culpa, la incomodidad, el optimismo y la incertidumbre, a veces todo junto y sinceramente, nada de eso le había resultado efectivo para tomar una decisión. Lo que sí la había ayudado bastante era analizar todo lo ocurrido desde un prisma que fuera lo más práctico posible, y Murron se encontró a sí misma recriminándose porque no tenía motivos reales para complicarse tanto la vida por lo ocurrido (salvo por las tonterías que solía pensar, pero ya le buscaría solución a eso). El hecho era que se les había pasado un poco la mano con el alcohol, a ambos. De eso no podía culparse ni a sí misma ni a él en particular porque derechamente no existían culpables. El siguiente fue que había tenido un buen follón. Allistor tampoco había sido una revelación sexual ni nada de eso porque se le notaba desde lejos que había tenido muchísimas experiencias previas y que por lo tanto sabía perfectamente cómo deleitar a una mujer (y bien que lo sabía, Murron tenía que darle ese punto), pero tampoco esperó que lo iba a pasar tan bien con él y para qué lo negaba, igual le daban ganas de repetir el encuentro. Todo eso era lo fáctico. Así que simplemente esperó a que él se le acercara, porque ella tampoco iba a ser tan descarada de llegar a su oficina y decir "Allistor, creo que esa noche lo pasamos de puta madre y deberíamos repetir esto cuantas veces queramos sin culpa"; él también necesitaba su espacio, porque era evidente que era un tema complicado para él también.

Ahora que lo tenía en frente, necesitó tomar aire profundamente para armarse de valor, porque tampoco era fácil, por más que quisiera verle lo práctico o lo factible a un tema tan complicado, con su compañero de trabajo, el hijo de su jefe y lo que era peor, el hermano de su amiga.

—Escucha—Comienza entonces, por fin, tomándose pausas innecesarias entre cada oración—. No pretendo justificarme, ¿bien? Pero creo que ya es momento de que dejemos de actuar como si nos tuviéramos alergia y aceptar lo que pasó.

Allistor la sigue mirando sin ninguna expresión particular en la cara.

—C-creo que tenemos que actuar como los adultos que somos y...—Murron siente de pronto la absurda necesidad de revolverse el cabello porque sabe que está dándole demasiadas vueltas a algo que pretendía hacer práctico y no le está resultando ni por los pelos—Al diablo—Allistor sigue mirándola como si estuviera viendo un espectáculo— Mira, lo pasé bien contigo, ¿sí? Esto no tiene por qué significar drama ni compromiso, ni para ti ni para mí. Por eso quiero preguntarte ahora si estás de acuerdo con continuar con esto sin hacernos dramas o pretender que esto nunca pasó y tan amigos-enemigos como siempre.

APH: El ritmo de tus ojos | EscociaxNyo!IrlandaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora