Con mi pobre producto y luego de ir a un roquerío a sacar unos cuantos cochayuyos y otras algas, vuelvo a la cueva. Debo tener cuidado cuando subo por las laderas, un tropezón y puedo quedar malherido.

Tengo frío, aunque no sé si podré prender la fogata. Llego a mi refugio. Tomo mis cuarzos y los golpeo para obtener chispa. Sale una, pero se apaga rápido. Sale otra, lo mismo. Golpeo y golpeo, salta una chispa que cae y enciende sobre la paja. Cuido de que se mantenga encendido. Un poco de humo sale, me molestan los ojos, soplo para que se mantenga la llama. Ahí prendió. Un hato de ramas para mantener el fuego y queda listo el calor.

Tengo pocas cosas en esta cueva con las cuales sobrevivo. Una parrilla de alambre, una tetera vieja, un par de jarras, un tenedor y un cuchillo sin filo, una cuerda, unas botellas de aguardiente, algunas ya vacías y otras llenas, un cajón de madera todo enmohecido donde guardo té y algunas yerbas, un chal, un abrigo viejo que uso como frazada, un pedazo grande de género que usé como bolsa cuando huí, un bolso viejo ya destruido donde guardo paja y leña, unos troncos podridos que a veces consumo como comida, un tarro oxidado donde guardo un poco de sal, la vara de colihue y poco más. En una pared de la caverna cuelgan pescados y algas que estoy salando y secando. En el otro lado estoy salando unas gaviotas y un ratón. Tenía un pedazo de jabón para lavarme, pero no sé dónde lo dejé, pero ya no importa. Algunas cosas me las traje cuando huía de la guerra, otras las obtuve de los naufragios o de cuando recorría los parajes cercanos. La sal del tarro es en parte producto de un naufragio, pero también he aprendido a obtenerla del agua de mar hirviéndola.

Cocino la almeja que cacé. Costó abrirla, pero lo hice. Me la como así, sin aliño alguno. Me bebo un poco de aguardiente mezclado con agua. Es muy frugal mi almuerzo, pero hay días que ni siquiera ese lujo me puedo dar. Luego me acuesto, me cubro y trato de dormir. Miro la cueva iluminada por el fuego, a veces pienso en el pasado, a veces imagino cosas. Me quedo dormido... a veces no me duermo, me dan ganas de recorrer el lugar, buscar algún tesoro oculto, algo que me sirva, saber si no soy el único ser humano que anda por esos lugares. No llego muy lejos, por miedo a perderme y no poder volver a mi refugio. En alguna ocasión me ha servido para cazar algún animal o recoger el cadáver de otro. En otras he tenido malas experiencias, como la vez que fui atacado por una jauría de perros, que por fortuna no me dejaron tan malherido.

Poco a poco el día se va. El sol se oculta por detrás de estas montañas y llega la noche. Hay veces en que no hay nubes y las estrellas repletan el cielo negro. Esta no será una de esas noches, la negrura lo invadirá todo. A veces salgo a ver, si no las estrellas, el fondo oscuro que se me presenta. A ratos, muy a ratos, una luz tenue se ve al fondo. Es un barco o un bote. No me empeño en hacerme notar, no me interesa que sepan que existo, por ahora estoy contento con mi vida.

En la cuevaWhere stories live. Discover now