14 de Octubre del 2012
Los médicos comenzaron a llegar a la habitación, me observaban y comenzaron a dictar cosas a las enfermeras quienes escribían velozmente.
—¿Te encuentras bien Camila?—preguntaban, mientras me miraban a un lado de la cama.
—Sí, que pasó que hago aquí?— cuestione con voz cansada, sentía tan reseca la garganta.
—Llevabas días inconsciente hija consecuencia de unas costillas rotas y un fuerte golpe en la cabeza —decía mi madre entre lágrimas
—¿cuánto tiempo?— susurre.
—72 horas— contestaba el médico, mientras colocaba el estetoscopio en mi pecho.
—¿Qué te paso Camila ¿Porque estas así?— mi mamá preguntaba con un tono de molestia que por supuesto era entendible.
—Me atropellaron pero no me sentía mal—conteste tratando de aligerar el ambiente.—Bueno no tan mal, tome una pastilla y se me paso el dolor.—alargue la mano para tomar un vaso, quien Sebastian lleno de agua, para después yo tomar.
—A veces por la adrenalina no sentimos dolor— respondió el doctor mientras checaba mi pulso.
—Hemos estado aquí, no nos hemos separado ni un segundo Cami.— Sebastián sin soltar mi mano, y le deposito un beso en mi muñeca.
Los médicos se retiran del cuarto, no sin antes anotar los datos correspondientes.
—¿Porque no me dices nunca nada Camila?— cuestionaba mi mama.
—No le vi importancia ma— respondí, pero la verdad no le contaba nunca nada a nadie de mi vida, nunca había tenido una buena relación con mis padres. Solo sabía Mía y mi hermano.
—Hemos estado aquí día y noche ¿y solo dices eso? — dijo en tono de reproche
—Gracias Mama, Ve a descansar lleva contigo a Joseph, y eso también es para ti Sebastián.—dije mirándolo
—Ok, los llevare a comer, y a tu casa y después regresó contigo.— comento y me beso nuevamente la mano
—De acuerdo y gracias— dije mirando a los tres.
Mi madre y Joseph me dieron un beso de despedida y salieron del cuarto, Sebastián se acercó igual para despedirse y yo le di un tierno pero fugas beso en los labios, el cual no sentí nada pero esperaba con el tiempo poder llegar a quererlo.
—Gracias por todo— le susurre
—Eso quiere decir que...—pregunto Sebastián con los ojos como plato, tartamudeando.
—Nos daremos una oportunidad Sebastián— dije con una media sonrisa.
—Gracias —el tomo mi mano y le di un tierno beso a mis nudillos y se marchó del cuarto, con una enorme sonrisa en su rostro.
Me quede pensando por un par de horas, si había tomado la decisión correcta, pero quería dejar de pensar y relajarme así que estaba a punto de dormir, cuando un toc toc, sonó en la Puerta.
—Hola Mía- Dije saludándola con la Mano, en la que tenía la intravenosa.
—Hola, dormilona...vine en cuanto tu madre me dijo que habías despertado ¿cómo te sientes? —Dijo sentándose en la cama y acercándose para darle un beso en la mejilla.
—Bien—respondí alzando los pulgares y sonriendo.
—Sebas no se te ha separado lo vi apenas saliendo de tu cuarto, sólo para irse a cambiar y volver a estar contigo.—dijo mientras sacaba unas pinturas de sí bolsa.
—Sí, nos daremos una oportunidad—hable con mucha inseguridad en cada palabra, pero por suerte Mía no se percató de eso.
—Bravo, ese golpe en la cabeza sí que sirvió, pediré que te atropellen más a menudo —dijo entre risas y me dio un abrazo, yo sólo me quede de dolor.
—Lo siento— dijo preocupada —Pero estoy tan emocionada por ti— añadió y se volvió a sentar a mi lado.
—Bese a alguien más— dije rápidamente, queriendo detener las palabras de mi boca, pero no podía ya las había dicho, maldita sea odiaba tenerle tanta confianza a Mía.
—¿Quién cuéntamelo? —Sonrio.
Pero Antes de que pudiera contestar un ramo de las flores más hermosas entraron por la puerta del cuarto con una persona misteriosa, detrás de ella, hasta que camino lo suficiente para ver quien era.
—¿Que carajos haces tú aquí? — Dije cuando lo mire Y me senté lentamente en la cama, haciendo una mueca de dolor.
—Vine a devolverte esto, y a verte he ido a tu casa y tu mamá me dijo dónde estabas—dijo apenado dándome la cartera.
—Ya me la diste ya puedes largar— conteste tajante.
Mía nos miraba a los dos con su cara de cuestionamiento, la verdad, que su carrera de Abogada era perfecta para ella, ya que apelaba. Discutía y siempre tenía el don de sacarme la verdad.
—El fue a quien besaste verdad—hablo emocionada Mía, al descubrir.
—¡Miaaa!— Grite fulminándola con la mirada y sintiendo mis mejillas calientes, realmente estaba sonrojada
—Bueno veo que sí—Dijo riendo —Bueno te dejo amiga veo que te estas con buena compañía—miro a Valentin —No te preocupes no te atacara—Mía me sonrió y salió dando saltitos pareciendo una tonta niña pequeña.
—Y bien ¿no piensas marcharte?— Cuestione a Valentín mientras lo miraba. Dios como puede ser tan guapo. Tranquila Camila él es el enemigo, recuérdalo.
—En verdad, venía a disculparme y te traje un pequeño detalle— dijo mirando las rosas. —Y me encantaría hacer algo por ti—añadió con una sonrisa.
—Te tengo una mala noticia no me gustan las flores y lo de hacer algo por mi pues Irte me parece una idea excelente—dije señalando la puerta
—Camila, ¿porque estas a la defensiva siempre?— me pregunto se sentándose en el sillón de un lado de la cama.
—Quizás porque no te tolero—conteste poniendo mis ojos en blanco.
De pronto antes de que el pudiera exclamar algo más, se escucha una voz, atravesando el lugar.
—¿Puedo pasar?-
Si era el André mi ex, el culpable de la mayoría de mis desgracias, la persona que más dañó le había echo a mi vida. Si aquí estaba.
—¡Oh!, veo que mis visitas mejoran—hable con ironia.
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HOLA PRECIOSAS CRIATURAS ESPERO Y ESTEN TENIENDO UN EXCELENTE DIA, LOS AMO INMENSAMENTE, GRACIAS POR LEER, COMENTEN Y DEJEN SU VOTO.
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Yo no creo en los hombres
RomanceCamila Castro es una universitaria la cual no creen en los hombres, debido a unos sucesos de su pasado la hicieron enterrar toda posibilidad de volverse a enamorar, hasta que Valentin se cruza en su camino, o mejor dicho ella se atraviesa en el cam...