Estuve dando vueltas alrededor de mi cama desde las once hasta las dos de la mañana. Temía dormirme porque, con todo el movimiento que había tenido en estos pocos días, seguramente el sueño sobre mi madre regresaría. La mayoría de ellos fueron despertados por una sola persona, una que no sabía en lo que se metía, solo seguía impulsos adolescentes.
¿Y si ella de verdad empieza a sentir algo por mí? No creo que sea tan estúpida. De todas formas, tampoco parece una persona predecible.
<Para alguien que nunca tuvo novia, pareces bastante inquieto > se burló Jack haciendo piruetas alrededor del colchón.
—Solo no quiero que tome la decisión equivocada— me repetí.
<No eres la gran cosa, deja de ilusionarte> advirtió con voz grave.
Recordé la insistencia que tuvo en quedarse junto a mí, y la sonrisa que vino después de que ganó esa batalla.
<Ya para, raro> soltó nervioso.
Tiene razón. Esto es estúpido. Solo debo pensar en cómo demonios encontrar a mi padre.
Toc. Toc. Toc.
¿Quién viene a molestarme a las dos de la mañana y piensa que saldrá airoso de la situación? No contesté, se supone que debería estar durmiendo. Podía ser una prueba médica.
Toc. Toc. Toc
Me levanté del colchón en puntitas y me acerqué a la puerta. Giré el pomo y tras abrirla un poco, vi a Ruth poniéndose el cabello detrás de la oreja, avergonzada.
<No, no, no, no> se escandalizó Jack, pegándole a la pared.
— ¿Qué haces aquí? — indagué sorprendido.
<Ponerte a prueba>
—Cállate— lo reté.
—No he dicho nada— susurró ella muy despacio.
—No fue a para ti— confesé con indiferencia. Mierda mierda mierda.
—Lo siento no debí molestarte— comenzó a juguetear con los dedos, ignorando mi extraña y reveladora respuesta— no podía dormir, así que pensé...
— ¿Necesitas que le pida un sedante a la enfermera? ¿Sufres de ansiedad? ¿O tienes algún otro síntoma? — puse mi mano a pocos centímetros de su frente para sentir el calor. Una técnica que desarrollé luego de años de no tocar a nadie. Ella se quedó petrificada.
—No, solo quería hablar.
Oh, qué simple. Jack tenía razón, parece que cuanto más quería alejarla, más reaparecía en mi vida. Qué desastre.
—No creo que sea una buena idea— dije muy despacio. Sus ojos dejaron de brillar y una pequeña mueca de decepción cruzó su rostro, pero se apresuró a esconderla.
—Tienes razón, lo siento— se disculpó con las manos cruzadas. Comenzó a alejarse cabizbaja y una punzada de culpa me carcomía.
—No quise hacerla sentir mal, soy horrible— susurré— tal vez está agobiada y solo necesita un amigo.
<Claro, repítelo hasta que te lo creas> culpó la voz.
—Debería acompañarla solo un rato, para que no haga estupideces.
<No te atrevas, rarito>
—Lo siento Jack— me rendí. Salí lo más rápido que pude y di la vuelta a los pasillos para alcanzarla, justo cuando ella iba llegando a su habitación— ¡Ruth!
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Voces en el Sótano
Teen FictionEl Instituto Mental Sidepark es la casa de los perdidos, el único edificio en Oreville, California que hace las veces de residencia para jóvenes con trastornos de salud mental que no tienen dónde tratarse. Ahí está Anne, una adolescente con personal...